Recuerdo un contundente escrito de Rafael Barrett en el que mencionaba a un sórdido personaje de la burguesía de comienzos del siglo XX que había amasado una fortuna y entonces hacía donaciones posando de filántropo.

En el presente el magnate Elon Musk, luego de concretar la compra de Twiter para "garantizar la libertad de expresión", desembolsó la friolera de 44.000 millones de dólares.

No puedo dejar de evocar a Barrett y pensar en cómo el capitalismo engendra monstruos con apariencia humana.

Considerando que las sociedades son cada vez más injustas y desiguales, que la pobreza es un flagelo funcional al sistema capitalista predador de vidas, que el cambio climático acecha gracias al paroxismo productivista y consumista, vale reflexionar sobre las múltiples guerras que se libran en sordina desde hace décadas.

Guerras explícitas y guerras implícitas en la propia dinámica del sistema establecido.

El propietario de la empresa que ofrece viajes espaciales y autos eléctricos se proclama garante de libertades cuando la única que le importa es la que le permita continuar explotando para acumular más capital.

En 1886, las mujeres y hombres que protagonizaron las jornadas que tienen como emblema el 1" de Mayo decían que la violencia de arriba engendraba la violencia de abajo. No se equivocaron y sigue siendo así.

Quien quiera entender que entienda.

Carlos A. Solero