La política está haciendo lo que puede y puede poco a la hora de solucionar los principales problemas de la gente. Son estos guarismos los que empiezan a moderar las expectativas de fuerzas y dirigentes de cara al 2023. El marco se agrava día a día y no es bueno exhibir sin medida los escarceos previos para unas elecciones donde la incertidumbre es el principal componente del panorama. Esto no quiere decir que la política vaya a frenar sus maniobras, pero sí empieza a poner más cuidado en su exposición cotidiana y trata de privilegiar la gestión antes que las campañas apresuradas.

En Rosario una reciente encuesta señaló que el 83% de los consultados considera que su situación económica está “peor” o “mucho peor” que el año pasado. La consultora Inmediata ubicaba este indicador en 2021 en no más del 35%. La escalada es demasiado acelerada. Igual a la inflación que amenaza con borrar toda política pública de bienestar. Y también está arrasando con los índices positivos de actividad económica que en esta provincia no pararon de crecer desde el año pasado.

A la salida del infierno pandémico se encontraban las llamas de un averno de precios incontenibles. Como dijo esta semana en Rosario la ex embajadora Alicia Castro “no puede ser una aventura ir a comprar dos tomates y un churrasco”.

La inseguridad también presenta perfiles preocupantes para Santa Fe en números y expectativas. Mientras que un 18,5% lo ubica como un problema a nivel nacional, aquí es un drama prioritario para el 66,7% de los consultados. Con estos números es obvio que la imagen de las gestiones nacional, provincial y municipal de Rosario, no han parado de caer. El intendente Pablo Javkin es quien mantiene personalmente una imagen positiva más alta que el presidente Alberto Fernández y el gobernador Omar Perotti.

Esta semana se vivió en Rosario de manera contundente esa sensación de lo que puede la ciudad y de lo que no puede. El éxito de los Juegos Suramericanos llevaron a sus organizadores internacionales a decir que aquí se pueden albergar competencias internacionales de todo tipo porque se probó la infraestructura y capacidad de planificación. Pero por otro lado, hubo que escuchar cómo concejales y dirigentes del sector de los taxistas decían públicamente que el servicio se iba a encarecer un 35% pero que no habría mejoras en el drama diario que viven los usuarios de este servicio. No es que sea exclusivamente ineficacia tanto de ediles como de taxistas, pero sí una muestra clara de impotencia de todos los sectores.

La calidad de los servicios es un drama diario que viven los usuarios.

Otro tanto pasa con el transporte público que sigue estirando sus frecuencias y anticipa que los miles de millones que llegarán desde nación en forma de subsidios en los próximos días no alcanzarán ni siquiera para evitar un paro de choferes que están embarcados como todos los trabajadores en reponer aunque sea en parte sus salarios.

El presente de una economía en crecimiento con trabajadores pobres evidencia la profundidad a la que llegó el problema de la redistribución del ingreso en el país. Se está muy lejos de aquella metáfora que usó el gobernador Perotti en su discurso del primer lote de soja en la Bolsa de Comercio de Rosario. “Para distribuir a mí me enseñaron de chico que primero hay que llenar la canasta”, dijo como para señalar que había que dejar de presionar a los sectores agroexportadores con más impuestos a la renta inesperada o con retenciones. Pero el derrame no se produce como se esperaba. La canasta nunca tiene fin.

También Perotti dió cuenta en su mensaje a la Legislatura en la apertura del período de sesiones ordinarias, del crecimiento de la economía en la provincia. Y ahí sí hay números del mercado interno que logran distribuir a sectores del empleo formal como el de la industria. Se otorgaron más de 13.400 millones de pesos en créditos “Santa Fe de Pie”. El nivel de actividad económica se ubicó a comienzos de este año un 6% por encima de los registros previos al inicio de la pandemia. Se registró una importante recuperación de 9% interanual. La actividad industrial creció en 2021 un 18% respecto del año anterior. El total de trabajadores asalariados registrados en el sector privado creció en enero de 2022 un 3,7% interanual, con 18 mil nuevos trabajadores. La superficie autorizada para permisos de construcción subió un 44% en 2021. El año pasado también la estimación de inversión privada ascendió a más de 2.000 millones de dólares en Santa Fe. Y el dato impactante de que el 25% del territorio santafesino cuenta con al menos una pyme exportadora. Todos indicadores positivos que no terminan de percibirse por la incertidumbre que plantea el escenario inflacionario.

En un pormenorizado análisis de los datos económicos, la consultora que dirige el exviceministro de Economía, Emmanuel Álvarez Agis, señaló que la rápida recuperación de la actividad no se tradujo en una mejora equitativa para todas las partes, sino que provocó un régimen distributivo “Sixty-Forty”. Traducido, 60/40 y no ya mitad y mitad (fifty-fifty) como le dicen.

El documento de la consultora PxQ hace especial hincapié en el carácter más regresivo de la actual distribución de la torta. Por ejemplo: “En 2016 los trabajadores se llevaban el 54% del valor agregado bruto de producción; en 2018, el 46%; al cuarto trimestre de 2021 la participación del trabajo llegaba apenas a 44,6%”. Parte de ese retroceso, explica PxQ, “tiene que ver con que el nivel salario real actual se encuentra 15% debajo de 2016 y 2018”.

Todo el deterioro que se produjo en la redistribución en los cuatro años del macrismo no fueron ni son percibidos con toda claridad. La pandemia ocupó a las gestiones en atender la emergencia y demoró las acciones sobre las complejas agendas que venían por debajo. La inflación en la nación, la inseguridad en la provincia y los principales servicios en la ciudad.