Pasaron 20 años desde que una pala mecánica hizo un pozo a metros de la avenida Paseo Colón, entre Cochabamba y San Juan, bajo la autopista 25 de Mayo, y descubrió parte de lo que fue el centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como Club Atlético. Las obras necesarias para continuar con el descubrimiento del lugar culminaron hace algunas semanas, pero les miembros de la Comisión de Trabajo y Consenso del Atlético temen que todo vuelva a frenarse por falta de recursos. Para evitarlo, lanzaron una campaña de aportes para la compra de herramientas y materiales de arqueología y conservación.
“Estamos listos para avanzar. No queremos que pasen otros 20 años”, apuntó la coordinadora del Espacio de Memoria ex CCD Club Atlético, Soledad Astudillo. En 2002 comenzaron los trabajos de excavación en el lugar que descubrió en plena dictadura Miguel D’Agostino mientras buscaba aquel infierno en donde había estado cautivo durante casi tres meses. Entonces lo que estaba en plena demolición fue cubierto con tierra y la estructura de la autopista. Liberar el terreno demoró reclamos y paciencia sostenidos durante dos décadas.
Desde entonces en adelante se logró descubrir el 10 por ciento del dispositivo concentracionario que funcionó en el sótano de un gran edificio de la Policía Federal, ubicado en la avenida Paseo Colón entre Cochabamba y San Juan, San Telmo. Recién el año pasado, sobrevivientes y familiares de víctimas que pasaron por el Atlético durante 1977 –se calcula que fueron alrededor de 1500–, trabajadores del espacio y militantes recibieron la noticia de que finalmente sucedería lo esperado. En septiembre mudaron la mítica silueta que desde el talud recordaba a les detenides y desaparecides del lugar y semanas después Autopistas Urbanas (Ausa), la empresa que usufructúa los derechos de la autopista 25 de Mayo, comenzó a retirar el talud. El 12 de abril quedó removido por completo y el terreno, unos 2 mil metros cuadrados aproximadamente, “casi a nivel 0”, es decir a nivel de la vereda.
Con el terreno libre, a partir de ahora “se puede continuar con el 90 por ciento del ccd que falta”, apuntó Astudillo. Eso significa que la excavación arqueológica “que sacó a la luz el ex centro clandestino podrá continuar con su tarea de desenterrar la memoria”, plantearon desde la Comisión de Trabajo y Consenso. Según los testimonios aportados por sobrevivientes, con las tareas de excavación que pueden comenzar a realizarse se podrá descubrir “algunos sectores del sótano histórico donde permanecían las personas secuestradas, siendo una posibilidad encontrar información o hallazgos que se constituyan en prueba judicial”, aclararon desde la Comisión.
Para eso, informaron desde el colectivo de sobrevivientes, familiares y trabajadores, necesitan contar con elementos de seguridad, palas, picos y otros elementos de ferretería, así como también elementos para el análisis y guarda de los objetos hallados”. Todo aquello fue solicitado al estado desde 2018. Desde la Dirección de Sitios y Espacios de Memoria confirmaron que iniciaron el proceso de compra que “lleva su tiempo administrativo”.
Desde la Comisión, debido a las demoras, lanzaron la semana pasada una campaña de aportes para reunir el dinero para comprar estos elementos de trabajo, que ya está dando resultados (para más info, escribir mail a [email protected]). Sin embargo, también se necesitan manos para trabajar.
Por ejemplo, en esta etapa de trabajos vinculados a la excavación y recuperación de los restos del Club Atlético, la remoción del talud estaba acompañada de la remoción de sedimentos de superficie que permitieran exponer los pisos de la planta baja del edificio donde funcionó el Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la División Administrativa de la Policía Federal Argentina, en cuyo subsuelo los represores de la última dictadura cívico militar montaron el campo de concentración. El 3 de mayo, de hecho, el juez federal de Instrucción número 3 que está a cargo del expediente del Atlético, Daniel Rafecas, realizó una inspección ocular para verificar que dicha etapa está cumplida.
Pero, “la verdad es que no lo está porque ese piso no se ve”, confirmó Laura Duguine, arqueóloga y trabajadora en la recuperación de los restos del lugar. Con ella, trabajan dos estudiantes avanzadas de Arqueología y una conservadora. “No llegamos a descubrir todo el piso, sino que solo abrimos unas ventanas, así que la etapa no está culminada”, aseguró la especialista. En el programa oficial de avance del trabajo de excavación del lugar, calcularon que eran necesarias cerca de 50 personas entre obreros y estudiantes: unas 20 , más o menos dedicadas a las áreas de Arqueología y Conservación, y otras 30 de obra, además de volquetes y camiones.
“Lo concreto es que el Atlético hoy está sin presupuesto para poder funcionar”, añadió Duguine. A partir del programa “Construir Memoria”, de la Secretaría de Derechos Humanos y el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, se encargó la construcción de la cubierta que va a proteger los trabajos de excavación, una vez que comiencen. Eso, que debía llegar en la primera mitad de este año, sigue en espera. “El Estado nacional nos paga los salarios y los servicios mínimos, pero no hay licitaciones para comprar herramientas, no hay convenios para sumar trabajadores ni siquiera en concepto de pasantías no rentadas. Así que la Comisión avanza igual”, concluyó.