“Borges nunca me perdonó que en un artículo, que estaba lleno de admiración por él, se me ocurriera mencionar que había una gotera en su casa”, confesó María Vargas Llosa durante la presentación de La mirada quieta (Alfaguara), un libro sobre el escritor español Benito Pérez Galdós, en la sala José Hernández de la Feria del Libro. “Ayer vino un peruano que debe trabajar en una inmobiliaria”, ironizó el escritor argentino, ofendido profundamente con el autor de Conversación en La Catedral, que en los años ochenta entrevistó al que considera el “mejor prosista en español”. La admiración de Vargas Llosa hacia Borges “sigue intacta, a pesar de sus malos chistes”, reconoció el Premio Nobel de Literatura de 86 años en diálogo con el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz, pero aclaró que el autor de Ficciones tenía “algunas cegueras” y que en el plano social “no entendió a América Latina”.
La sala principal de la Feria estaba completa: mil personas escucharon al escritor peruano hablar de literatura y de política. “Yo no he podido leer a Proust, he terminado con gran dificultad sus libros -admitió Vargas Llosa-. Yo creo que es un escritor frívolo, superficial, no entiendo la admiración que le profesan los franceses”. No fue su primera participación en el predio de La Rural. El viernes presentó el Concurso Iberoamericano de Cuentos, organizado conjuntamente por la Cátedra Mario Vargas Llosa y la Fundación El libro (FEL), institución que organiza la Feria. De los 14 consejeros que integran la FEL, 5 se opusieron a la firma de este convenio por la influencia de la Fundación Libertad, institución que invitó al Premio Nobel de Literatura a la Feria y que es “el instrumento político de la derecha y el neoliberalismo”. El sábado compartió un almuerzo en la quinta Los Abrojos con el expresidente Mauricio Macri, en el que participó también la diputada del PP, la española Cayetana Álvarez de Toledo, que estaba sentada en la primera fila de la sala José Hernández.
“Yo tengo poca confianza en la izquierda latinoamericana y lo digo por mi país. Es una izquierda fanática, dogmática, cerrada a nuevas ideas, con una visión distorsionada de la realidad”, dijo Vargas Llosa, quien en un momento precisó que “marxista” fue solamente un año de su vida, cuando estaba en la universidad y militaba en el Partido Comunista. “El señor Putin agrede a un pequeño país y la izquierda no condena. La izquierda latinoamericana responde de manera automática a las consignas y así no hay posibilidad de cambiar. Ojalá en Argentina sea una izquierda más flexible, pero en Perú, Bolivia y Ecuador es inflexible”, opinó el narrador y ensayista peruano que desayunó el domingo a la mañana con Juan José Sebreli, a quien definió como “una persona de izquierda”.
“América Latina va mucho peor; la situación no puede ser más trágica -agregó el escritor peruano-. Es muy difícil ser optimista frente a una América Latina que está paralizada por las nuevas dictaduras o a punto de hundirse nuevamente en un período de violencia, que es lo que puede ocurrir en Centroamérica, en Colombia o en Brasil. Es difícil ser optimista, lo cual no significa que no hay que luchar. América Latina está en su peor momento político”. El escritor peruano sugirió leer más a Karl Popper “para comprender mejor” lo que está pasando en la región. “América Latina se está hundiendo poco a poco en parte por responsabilidad de la izquierda en el pasado, un pasado que es siniestro e injusto. La injusticia está presente en la mayor parte de los países de América Latina; enfrentamos una especie de sordera sistemática. No es pesimismo, sí un llamado a la conciencia para modernizarnos de una vez”.