"Este libro pone en cuestión algunas visiones deformadas sobre La Nueve. El libro habla de lo que hacían en combate, pero también de lo que no hacían en combate y de lo que hacían cuando no combatían", explica Diego Gaspar, profesor de Historia en la Universidad de Zaragoza y autor de Banda de cosacos. Historia y memoria de La Nueve y sus hombres (Marcial Pons Ediciones de Historia). Se trata de un trabajo en el que expone los datos y conclusiones de varios años de investigaciones y rastreo de archivos sobre la Novena Compañía del Tercer Batallón del Regimiento de Marcha del Chad de la División Acorazada Leclerc, 144 de cuyos 160 miembros iniciales eran españoles, y sobre los 361 soldados y oficiales que pasaron por ella durante la Segunda Guerra Mundial, que participaron en acciones como la liberación del Ayuntamiento de París y la detención del alto mando alemán en agosto de 1944 o el asalto final al Nido del Águila, el refugio tirolés de Hitler y el resto de la cúpula del nazismo, en mayo de 1945.

La mayoría de sus miembros (181 de 360) fueron republicanos españoles exiliados tras la guerra civil a los que se unirían soldados de otras trece nacionalidades, "todos ellos voluntarios trasnacionales de la libertad encuadrados bajo bandera francesa. Su historia, repleta de matices", ocupa las 414 páginas del libro.

La Nueve es la más conocida de las cuatro unidades militares de mayoría española que formaron parte de las fuerzas aliadas en la segunda guerra mundial

La Nueve, la más conocida de las cuatro unidades militares de mayoría española que formaron parte de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial, fue objeto de un doble olvido tras la contienda, previo a su posterior mitificación a partir de los años 80 con la recuperación de su memoria.

Por una parte, "en España el franquismo no dejó ningún espacio para historias como la de La Nueve, a la que se identificaba con lo que se dio en llamar la antiespaña", explica Gaspar, mientras que en la Francia de la posguerra "se alentó una narrativa en torno a la Resistencia y a la lucha contra el nazismo que no casaba con la realidad y en la que no entraban las mujeres, los extranjeros o los soldados coloniales".

Fue más tarde, a partir de los años 70, cuando al comenzar a estudiarse la participación extranjera en la guerra mundial empezó a aflorar la realidad. Sin embargo, esa realidad iba a menudo acompañada de rasgos mitificadores. "En España se pasó del olvido sistemático a la presentación de un comportamiento heroico en una campaña militar exitosa", recuerda el historiador, "hasta que el libro de Evelyn Mesquida (La Nueve, los españoles que liberaron París) rompió el mito" con un trabajo de documentación y entrevistas.

¿Por qué "banda de cosacos"?

Ahora, el libro de Gaspar ofrece "un estudio sistemático que disecciona y analiza la unidad en sus dos años de vida y cómo la guerra va modificando su naturaleza", además de identificar por vez primera, uno a uno e incluyendo "el camino que transitan hasta llegar a ella", a los 360 hombres que pasaron La Nueve entre agosto de 1943, cuando la compañía es fundada en Orán (Argelia) con soldados previamente reclutados en los campos de trabajo de las colonias francesas y que en muchos casos habían pasado antes por el Cuerpo Franco de África, y el mismo mes de 1945, cuando fue disuelta.

El libro de Gaspar ofrece "un estudio sistemático que disecciona y analiza la unidad en sus dos años de vida y cómo la guerra va modificando su naturaleza"

¿Y por qué banda de cosacos? Así es como se refería a ellos su jefe y hombre clave en la formación de la unidad, el capitán Raymond Dronne, a quien el historiador se refiere como "un mando inteligente que vio cómo no se podía encuadrar a sus hombres sin que tuvieran responsabilidades y allanó esa relación con el nombramiento de algunos como el teniente Amado Granell, su segundo, o el subteniente Vicente Montoya".

"El uso de esa palabra no tiene ninguna carga, ni positiva ni peyorativa. Era un término que le venía bien y que utilizaba de manera más bien cariñosa", indica Gaspar, que señala como otra de las claves del buen funcionamiento de la unidad a la figura del coronel Joseph Putz.

Este, formado en el comunismo y el sindicalismo, había luchado como brigadista internacional con la columna conocida como La Marsellesa en el frente de Aragón y en la batalla de Guadalajara, así como en las defensas de Madrid y de Bilbao, donde hay quien sostiene que le sirvió de inspiración a Ernest Hemingway para perfilar al protagonista de ¿Por quién doblan las campanas?. "Cuando acabó la guerra siempre estuvo pendiente de saber qué era de ellos", anota.

La Nueve no era una brigada internacional

La Nueve fue una amalgama de perfiles y de nacionalidades en la que junto a los republicanos españoles lucharon "franceses evadidos de Francia por España, gaullistas, comunistas y refractarios del Servicio de Trabajo Obligatorio (STO) alemán, jóvenes originarios del norte de África, alemanes antinazis, antifascistas italianos, belgas, húngaros, portugueses, rumanos, rusos, suizos, armenios, chilenos y brasileños", escribe Gaspar, que llama la atención sobre cómo el elevado peso inicial de los españoles fue menguando con el avance de la guerra en suelo galo.

"Conforme unos van cayendo, otros van ocupando sus puestos. Por lo general eran voluntarios franceses que se van alistando y soldados de reemplazo que va enviando Francia", explica el profesor. Eso fue cambiando la fisonomía de la compañía, cuyos inicios se "conectan con el voluntariado de guerra internacional, integrado por personas que en los años 30 y 40 salen de sus fronteras y empuñan las armas por una causa internacional", añade.

¿Eso equipara a La Nueve con una especie de brigada internacional incrustada en las fuerzas aliadas que sugieren algunas versiones de su epopeya? Para nada. "Las brigadas internacionales las organiza la Internacional Comunista, que no tiene nada que ver con un ejército con la que muchos miembros de la unidad, de tendencia libertaria, no querían saber nada", expone Gaspar, que añade que "sí era una Torre de Babel de antifascistas transnacionales a los que los franceses le añadieron el componente de liberación nacional".

Tampoco el día a día en la compañía encaja con ese pretendido perfil brigadista. "Todos ellos fueron buenos soldados, disciplinados. Las valoraciones de los cuadernos de bitácora de los mandos son positivas y no tenían sanciones más allá de las derivadas del retraso en regresar de algún permiso o de alguna borrachera", apunta el historiador.

"Había diferencias ideológicas entre los miembros de La Nueve, obviamente, pero se encontraban bajo una disciplina militar que aceptaban", a lo que se unía una componente de cuidados en la que "los veteranos les iban explicando a los nuevos que una guerra no es algo baladí. Les enseñaban a protegerse además de a hacer la guerra".

Junto a estos aspectos, los miembros de la compañía sintonizaban de manera especial con Dronne y con Putz. "El hecho de que el primero tuviera conocimientos de español fue importante, y que fuera de los primeros en alinearse contra el fascismo, también. Y que Putz hubiera sido brigadista generaba unas dinámicas positivas muy importantes", destaca Gaspar, que añade otro factor de unidad que, por otra parte, ayuda a comprender el republicanismo francés de hoy. "Todos percibían a De Gaulle y a Leclerc como personas de referencia en la lucha antifascista, porque encarnaban la lucha real contra los nazis", recuerda.

Las misiones en Francia y en Alemania

La historiografía y el periodismo han encumbrado a La Nueve como la unidad militar formada por españoles que liberó el Ayuntamiento de París el 24 de agosto de 1944, aunque eso no fue del todo así.

"No todos los soldados que llegaron a París ese día eran españoles. El destacamento que mandaba Dronne incluía miembros de varias unidades, y el grupo que llegó al ayuntamiento era casi de mayoría española aunque con mucha presencia francesa", indica el historiador. Rafael Gómez se encontraba entre los primeros.

¿Y dónde estaba el resto de La Nueve? Ocupados en otras misiones, como la destrucción de los dos cañones alemanes con los que los nazis pretendían bloquear uno de los principales accesos a la ciudad.

La historiografía y el periodismo han encumbrado a La Nueve como la unidad militar formada por españoles que liberó el Ayuntamiento de París el 24 de agosto de 1944, aunque eso no fue del todo así

Ocurrió algo similar con la toma del Nido del Águila, una acción que llevaron a cabo las tropas de la División Leclerc, formada por 14.000 efectivos, en una misión en la que a los miembros de La Nueve les tocó realizar otras labores bélicas.

Dos días después de tomar el refugio, el 9 de mayo de 1945, el alto mando alemán se rendía oficialmente y la Segunda Guerra Mundial terminaba en Europa. "La gran pregunta era: ¿y ahora qué hacemos?", plantea Gaspar, ya que se trataba de jóvenes, o quizás ya no tanto, que se habían alistado con una media de 24 años después de otros tres de guerra en España.

"Habían perdido su juventud en dos guerras, sin tener la oportunidad de formar una familia o de desarrollar un oficio", recuerda el profesor. "La mayoría, cansados de guerra, se incorporaron a la vida civil en Francia; muchos de ellos en París y su extrarradio y algunos en los territorios africanos", añade Gaspar, para quien, al mismo tiempo, "no es de extrañar que muchos se alistaran después para la guerra de Indochina, que duraría otros dos años".