De tierras áridas, pedacitos de monte y nevadas intensas habla Carina Carriqueo cuando le toca ahondar en el Ciclo de Músicas Originarias que ocurre mes a mes en la Biblioteca Nacional. Las imágenes le fluyen en carácter de coordinadora del ciclo, pero también de cantora mapuche y de hacedora de un nutrido archivo fonológico de lenguas originarias, también con base física y espiritual también en la Biblioteca. “Este ciclo tiene que ver con la posibilidad de oír la música desde un lado más íntimo, con los instrumentos pero también con la palabra”, subraya ella ante Página/12, acerca de lo global del encuentro que este miércoles a las 19 contará con la actuación de la cantora formoseña Charo Bogarín. “Es de gran valor que esté ella, porque merece el respeto y la admiración dado su logro de llevar la cultura Qom a los grandes escenarios, y ahora también la cultura mapuche”.
Las fechas siguientes serán el 8 de junio con la presentación de Nadia Larcher, el 13 de julio con el trío Alba Llaleq y el 10 de agosto cerrará impregnado de las artes milenarias encarnadas por la misma Carriqueo. “El ciclo buscar poner en valor la cultura originaria, porque hay bastante desconocimiento sobre los pueblos originarios, sobre sus lenguas y su canto”, determina. La sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca (Agüero 2502) es la que alberga, con entrada libre y gratuita, a las artistas que pretenden lo mismo que Carriqueo: militar la patria aborigen.
Organizado por el Centro de Estudios sobre Pueblos Originarios, el ciclo arropa entonces el propósito de erigir puentes que acerquen a la sociedad “blanca” la cultura musical de las primeras naciones de América. “La presencia de esta música visibiliza las regiones y las luchas, porque detrás del canto está la transmisión oral. Desde una casita humilde en el monte, abuelas y abuelos cantan la vida pese a que quizá padezcan la falta de agua o la quema de bosques. Las cantoras y los cantores hacemos que se oigan sus historias; tarea que, como dijo un amigo, es 'difícil al cuadrado', porque primero hay que demostrar que estamos y después que sabemos hacer lo que hacemos”.
La cantora, recitadora, cultrunera (o sea, ejecutante de cultrún) e investigadora habla desde la tierra que la vio nacer: Bariloche. Deviene de la legión de aborígenes que rodeaban a Sayhueque -el bravo cacique del país de las manzanas doblegado por el ejército de Roca- y creció, como él, al costado de la cordillera de Los Andes. “Allí padecí mucho las inclemencias del tiempo, la discriminación y la falta de recursos, pero nada de eso me impidió poder estar al lado de mis hermanos. Es más, muchas veces me tuve que levantar y, así dolida, igual seguí cantando”, cuenta Carriqueo, cuya traducción al castellano da algo así como “senderos verdosos”. “Mis escenarios fueron patios de tierra, escuelas rurales, y los mismos bosques. Y el canto me sirvió para hablar de las abuelas que murieron defendiendo sus tierras… En esos paisajes hay mucha cultura por conocer por lo que, si muchos pueden oír en la radio una canción en inglés y emocionarse pese a no entender el idioma, tranquilamente pueden animarse también a escuchar nuestras músicas originarias y saber de qué está compuesta nuestra Argentina”.
La otra tarea específica de la cantora consiste colaborar en la labor que ha encarado el Centro de Estudios de Pueblos Originarios, en el sentido de unificar los fondos bibliográficos, hemerográficos y documentales referidos a la historia de los pueblos originarios, bajo el fin de promover la herencia de las diversas culturas nativas. “En la Biblioteca se ha creado la Audioteca de Pueblos Originarios, una iniciativa que resguarda testimonios de los adultos mayores de cada comunidad”, explica. “Ahora hay que llenarla de voces y, por suerte, ya se pueden oír a referentes adultos de la ciudad de Los Toldos, por ejemplo”.
En ella también moran testimonios como el de Rosa Pincol, una mujer tehuelche que ha abierto una biblioteca en su casa donde se puede ir en busca de libros o de “consejos ancestrales”. Tofweya, mujer wichi oriunda de Tartagal, Salta, también envió material para la audioteca, que en su caso cuenta sobre nombres, nacimientos e idioma de su región. “Además, ella habla de la dificultad que tiene para acceder a útiles escolares que la ayuden a seguir escribiendo su propio diccionario”, agrega la curadora. “La audioteca se propone entonces que esas voces sean oídas en serio por quienes deben hacerlo, porque todas dejan un mensaje vinculado también al cuidado de la naturaleza. Digo esto porque mucho se habla de la tierra, pero poco se ejerce en su favor”.
Carriqueo será entonces la encargada de cerrar el ciclo y otro de sus propósitos en este sentido es el de difundir que no toda la música tiene un estribillo pegadizo. “También hay un canto circular en el que los instrumentos se adaptan a cada estilo. Es más, la voz acapella puede hacer que nos transportemos hacia el pasado, puede generar distintas sensaciones que vale la pena experimentar, sobre todo en aquellas personas que saben que tienen un origen y necesitan reencontrarse con él, o simplemente recordar. Por eso estamos aquí las Primeras Naciones, para que quienes desconocen su propia tierra sepan que en estos paisajes hay mucha cultura por conocer”.