El pulso político y económico de Juntos por el Cambio lo marca el expresidente Mauricio Macri. Con diferentes gestos y el peso propio de ser el autor intelectual de la alianza opositora, digita las condiciones de la campaña económica de cara al 2023.
La idea principal del exmandatario es que no hay modelos centristas posibles para enfrentar al peronismo, que cree derrotado en las próximas presidenciales. Y que la salida es la profundización del modelo 2015-2019, con algunas otras particularidades, como la existencia de un superministro de Economía que ejecute su plan desde el inicio.
En su entorno cuentan que ve a Carlos Melconian, extitular del Banco Nación en su gestión, como su (Domingo) Cavallo. El economista está armando un programa de Gobierno en el seno de la Fundación Mediterránea, el think tank del menemismo y el cavallismo. Y los que lo conocen aseguran que es el único que, por lo antes expuesto, que no se inclinó todavía por ningún candidato.
En el universo de armados económicos de Cambiemos –donde conviven cuatro líneas- es el único que trabaja en un plan integral de contornos definidos, que no depende de cómo se muevan las variables de la política. Macri, según contaron a Página I12 dirigentes que lo frecuentan, está convencido que el próximo presidente, que podría ser según su prisma él mismo o Patricia Bullrich, tiene que ir a un programa fiscalista extremo, sin concesiones en las velocidades de las medidas, apertura del cepo cambiario, reformas en los regímenes de trabajo y baja de impuestos a sectores empresarios.
Es lo que Melconian denominó, en un evento reciente en Córdoba, un “capitalismo moderno, occidental y progresista, con replanteo fiscal, monetario y financiero”.
En sus equipos técnicos aparecen su socio en el estudio, Rodolfo Santángelo, el exBCRA y Banco Nación, Enrique Szewach; Jorge Vasconcelos, un histórico investigador de IERAL en la Mediterránea, y Nadín Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), que saltó a la fama por el famoso informe, muy cuestionado en su precisión, de que en Argentina el sector privado paga 166 impuestos.
“Carlos le va a entregar su programa al que gane”, especulan en su entorno, donde admiten que Macri está particularmente interesado. El expresidente no parece tener dudas acerca del rumbo y sigue consustanciado con buena parte de los que ya fracasaron en la gestión.
El lunes por la noche, antes de sentarse a comer en la cena de la Fundación Libertad junto con Mario Vargas Llosa, se reunió con Nicolás Dujovne, su ministro fetiche y quien tomó el crédito histórico con el Fondo Monetario (FMI). El economista, dedicado a los negocios privados en el Uruguay y los Estados Unidos, volvió sólo para este convite, pero habla más con Macri que cualquier dirigente de Juntos.
Otro de los cercanos es Luis “Toto” Caputo, el creador del bono de 100 años que, para Macri, sigue siendo el “Messi de las finanzas”.
La elección de Larreta y el factor Milei
Horacio Rodríguez Larreta también conversa con Melconian, pero con una diferencia. La primera opción del alcalde porteño es Hernán Lacunza, y Melconian es un cuadro para escuchar.
Según varias fuentes de Juntos por el Cambio, el jefe de Gobierno está sumido en la trampa de la indecisión. En contraposición a Macri, no piensa que el Gobierno esté derrotado en el 23, y por eso espera para ubicarse, lo que en una dinámica de polarización le hace perder terreno. En los últimos meses, se vio obligado a correrse a la derecha no sólo por la preponderancia económica y política de Macri y Bullrich, sino por el fenómeno Javier Milei.
Este diario accedió a datos producidos por la consultora Fixer, que recogió que el libertario que es furor en los medios creció 9 puntos en intención de voto en los últimos cuatro meses, con niveles de imagen estables. Lejos de los que especulan con que le roba escaños al Frente de Todos, esquilma por derecha a la oposición de manera peligrosa.
Larreta cree que Milei no parará de crecer, pero que eso no exige tomar decisiones y agrandar una figura nueva, sino construir opciones alternativas. El alcalde también entiende, en base a datos que le hicieron llegar hace unos días, que Macri sigue midiendo muy mal en el Conurbano bonaerense, a pesar de la crisis inflacionaria y de distribución que tiene el Gobierno Nacional.
Todo eso condiciona sus movimientos, más aún con el rol cada vez más preponderante de Macri. “El próximo Gobierno no tiene 100 días, tiene 100 horas”, dijo el Larreta en la Mediterránea, y lo contraatacó Bullrich asegurando que ese tiempo tiene que ser usado para ir a fondo.
El jefe de Gobierno padeció en carne propio el rechazo al perfil negociador e indefinido en el evento que organizó el dueño de IRSA, Eduardo Elsztain, en el hotel Llao Llao. Allí, los empresarios más poderosos le marcaron que no se puede no jugar hacia una política similar a la que impone Macri.
Pero Larreta sigue creyendo que una cosa es llegar y otra gobernar, y que eso requiere consensos. A su favor tiene al Frente de Todos, que en la práctica del poder confirma la teoría del alcalde. Pero los Bullrich prevalecen. Hoy, en el Summit de AMCHAM, la cámara de empresas estadounidenses, la líder del PRO fue la más aplaudida cuando le quitó peso especifico al diálogo como herramienta.
Los radicales y la producción
Larreta tiene en su equipo, además de a Lacunza, el exBCRA Guido Sandleris, recordado por las tasas de inflación, y al santafecino Luciano Laspina, espada en el Parlamento, quienes participan en los almuerzos con empresarios. También cuentan con aval económico de la Bolsa de Comercio de Córdoba, bastión PRO.
Como ya se ha dicho, en un segundo grupo, jugando solo aparece Melconian; y en un tercer pelotón Ricardo López Murphy, que tiene un plan -con cada vez más ascendencia- más orientado al ultra liberalismo.
El cuarto grupo es el experimento de la UCR: con Eduardo Levy Yeyati a la cabeza, se alistan allí Martín Lousteau y Martín Tetaz, bajo el mando político de varios cuadros pero, sobre todo, del gobernador jujeño Gerardo Morales.
Los radicales son hoy, desde lo económico, el principal problema que tiene Juntos para triunfar en las próximas elecciones. Fuentes del espacio dijeron a este diario que las internas de la alianza opositora definirán quién gana, pero eso no quiere decir que el que pierde acompañe.
El radicalismo planteó un repudio a la revalorización del menemismo que quiere Macri e insiste en que todos los polos económicos de Cambiemos adolecen de un plan productivo, que es una de las cosas que llevó al colapso al macrismo.
Solo Patricia Bullrich se ha acercado al exministro de Industria, Dante Sica, pero muy de costado. Para la UCR, sin la industria no hay futuro posible y la salida para ganarle al peronismo no puede ser por derecha.
La interna económica de Cambiemos, hoy tapada por la interna pública del oficialismo, promete batallas descarnadas donde no sólo se dirimen liderazgos, sino modelos radicalmente opuestos en un escenario donde el próximo gobierno no tendrá mayor margen de maniobra para ir a los extremos.