“Las bibliotecas populares tienen que ver con espacios democráticos, de resistencia –dijo el viernes pasado la escritora María Teresa Andruetto al ser honrada como Amiga de las Bibliotecas Populares en el acto de lanzamiento de la nueva edición del Programa Libro % en la Feria del Libro, donde los bibliotecarios compraron libros al 50 por ciento de su valor comercial–. 

Son un lugar deencuentro, contención y abrigo, para quienes se ven relegados por otras instituciones. En ellas se observa el esfuerzo de tantas personas para mantener vivos y vigentes espacios de sociabilidad y de irradiación de diversos saberes. En nuestro país han resistido múltiples crisis económicas, políticas y sociales”. No obstante, pese a ser una institución bicentenaria, fundada por Sarmiento en 1870, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) está ahora amenazada por una reforma tributaria que se hizo durante el gobierno anterior y que establece que a finales de 2022 el organismo dejará de recibir fondos especiales para su financiamiento. 

En la Argentina hay más de 1200 bibliotecas populares. Desde 2020, María del Carmen Bianchi (Lanús, 1948) preside la Conabip. La funcionaria había ocupado ese cargo entre 2003 y 2011, y en ese periodo realizó cambios decisivos para la modernización de la institución. Junto con lxs socixs de las bibliotecas populares, intenta ilustrar a lxs legisladores nacionales –que debaten en el Congreso la derogación del inciso que provocaría el desfinanciamiento de la Conabip y de otros organismos como el Incaa y el Inamu– sobre la importancia de preservar esos fondos. 

“Creo que muchos legisladores que se oponen no tienen conciencia del hecho de que varixs directivxs y socixs de las bibliotecas populares son sus votantes –dice Bianchi–. La indignación que les provocan sus respuestas es increíble. No entienden y recitanfórmulas generales”.

¿Qué dicen los legisladores sobre el futuro de la Conabip?

--Me resultaron preocupantes los argumentos del diputado Luciano Laspina, que dijo que prepara un dictamen de minoría del PRO, en donde plantea una visión absolutamente distante de la realidad de la biblioteca popular y del manejo del fondo especial. La defensa de esta política pública de lectura y de apoyo a las bibliotecas populares ya atravesó tres siglos porque comenzó en 1870 con Sarmiento, se perfeccionó en 1986 con Raúl Alfonsín y con la ley de bibliotecas populares. Los argumentos de Laspina son partidarios, electorales. Me dejó muy preocupada, no el hecho de que haya diputados y diputadas que estén en contra o piensen que no debe haber certeza para la programación cultural que proviene de la diversidad y de las propias comunidades como es el caso de las bibliotecas, porque eso es discutible si hay argumentos. Lo alarmante es la clase de argumentos que se usan, como si la Conabip fuera un invento del kirchnerismo. Laverdad es que acusar a Sarmiento de kirchnerista es un abuso. Me gustaría que podamos seguir construyendo el respeto que la discusión sobre una política pública cultural se merece.

¿Y qué esperan lxs biliotecarixs de la Conabip?

--Que las legisladoras y legisladores que en 2017 votaron por modificar esta situación que se sostenía desde 1986, y un poco antes de manera más informal, lo resuelvan porque es materia del Congreso. No es verdad que vence el 31 de diciembre; esa es la fecha que tiene puesta la ley 27.432 para entrar en vigencia este artículo, pero las sesiones ordinarias terminan el 30 de noviembre y sancionar una ley completa no lleva menos de un mes y monedas. Estamos en mayo y la intranquilidad y la zozobra que genera que se quiera plantear que cada año en el presupuesto nacional se vuelva a discutir el destino de las bibliotecas populares nos tiene muy consternadxs.

Una biblioteca popular es un espacio de encuentro y articulación de una comunidad. 

¿Por qué es importante defender las bibliotecas populares?

--Hay muchísimas razones que se me ocurren: una primera es que el movimiento de bibliotecas populares, estos treinta mil voluntarios que llevan adelante las comisiones directivas, que las sostienen y por las cuales abren y cierran todos los días y prestan sus servicios, es único en el mundo. Nos han pedido compartir la experiencia con muchos países. La Internacional Bibliotecaria le hace un lugar especial a la labor de las bibliotecas populares. Yo sé que a veces desde las grandes ciudades es difícil imaginar la vida con internet intermitente, sin librerías a la mano, sin cajero de banco, con todos esos servicios a 300 o 400 kilómetros del lugar donde se vive; así cuesta saber qué es una biblioteca popular. Una biblioteca popular es un lugar en el que, en muchos sitios de nuestro país, se construye la única oportunidad de lectura, de acercarse al conocimiento de manera libre o no curricular o acercarse a los hechos y eventos culturales como una obra de teatro o una película. Y es el centro de reunión de la comunidad para resolver problemas sociales, es donde se tratan problemáticas de género, las situaciones de violencia, donde hay encuentro con el delegado o delegada municipal, donde se acercan soluciones de la comunidad a los problemas que las aquejan, del agua, de la luz, de la telefonía, de internet. Es un espacio de reunión y de generación de cultura comunitaria y solidaria. Si yo tuviera que decirles a los y las lectores y lectoras por qué hay que defenderlas, les diría que hay que hacerlo en defensa del humanismo.