“Orgasmos múltiples”, “clítoris”, “penetración”, “masturbaciones”, “arriba”, “abajo”, “lubricante”, “calentura” y “coger” son algunas de las palabras que aparecen como luciérnagas en la oscuridad al ritmo de las voces de 5 mujeres septuagenarias que protagonizan el documental “Viejas que hierven”, de Violeta Tapia. La oscuridad tal vez sea lo que una de ellas define en una frase cruda y contundente: “lo que se hace con la sexualidad de los viejos es una masacre”. Es Rosa Rodriguez Cantero, poeta y hacedora con su voz del hilo conductor del film, con métrica gauchesca y rima picaresca cuenta sus avatares sexuales.
Las viejas que hierven son cinco, Rosa (72), Tili (75), Clarisa (73), Griselda (71) y Norma (77), ellas no sueltan los relatos de un solo saque, los sirven lento como se sirve una taza de té bien caliente. Hirviendo. Hablan de desmoronamiento, de piernas “así” , de la piel que sobra y de las rodillas que no resisten, pero desde esas ruinas que el mercado tacha de descartable, el deseo sexual de ellas se ilumina y pide pista.
La directora de la película es Violeta Tapia, tiene cuarenta años menos que las protagonistas de su documental, es radicalmente de otra época y se interesó por hurgar en un tema tabú: “En el cine y en lo audiovisual, la representación de la sexualidad de lxs viejxs es casi nula, incluso dentro del feminismo, a quienes se apunta para hablar de sexualidad es a la gente joven. También comencé a ver que lo único que había en las películas eran parejas de viejxs y siempre estaba todo muy centralizado en su pureza y su dulzura, pero nunca se lxs representaba como sujetos deseantes”.
Su documental se presentó en la última edición del Festival Internacional de Cine de Buenos Aires (BAFICI) en la sección Pasiones: “Consumimos publicidades, cine y series y lo único que nos dicen es 'tenés que ser joven', 'usá está crema para las marcas de la expresión', 'hacé esto para levantar los glúteos', 'mantenete delgada', 'tensá tu piel', 'mirá esta chica perfecta que ves acá, tenés que ser como ella', y eso, a mí y a cualquier mujer nos limita. Es muy difícil desligarse de esos prejuicios, pero me parece trascendental que hagamos mucho para poder ir cambiando algo. Un camino es empezar a hacernos preguntas: ¿Por qué este cuerpo no es 'lindo'? ¿Por qué las lindas son sólo ciertas mujeres? ¿Por qué tenemos que ser todas iguales, jóvenes, con nariz pequeña, con piel de seda, con tetas grandes y levantadas?", explica Violeta que estudia Artes Audiovisuales en la UNA y Realización de Cine en la ENERC.
Otra de las protagonistas del documental es Norma, militante y primera lesbiana en casarse con otra lesbiana aún antes de aprobada la ley de matrimonio igualitario: “Yo siempre quise hablar de los temas que me interesaban, y la sexualidad siempre me interesó, pero siendo lesbiana también fue mucho mas difícil. Somos pocas las lesbianas mayores que hablamos de sexualidad públicamente, y en un punto es porque durante mucho tiempo hablamos de nuestra sexualidad en base a mentiras”. Las mentiras de las que habla Norma son mitos puestos al servicio de un desmoronamiento del deseo sexual de lxs viejxs: la flacidez, la sequedad y la hegemonía de la belleza en la juventud.
“Las tetas no me las veo caídas pero porque me puse prótesis, una se encapsuló, entonces ahí también tengo un problema porque si viene algún caballero y me toca la teta va a encontrar que toca una pelotita de tenis", dice Tili en el documental, se ríe de sí misma pero también reconoce la dificultad que tuvo en los últimos años para poder reconocerse como una mujer deseante y deseada: “Recurrí a una ginecóloga y le dije que tenía una sequedad vaginal que hacía que me doliera mucho cuando me penetraban. Y me dijo que para eso se podía hacer un tratamiento, me dió unos óvulos y una crema”. Sin embargo, en su derrotero sexual descubrió que la penetración no era lo que le provocaba los orgasmos: “Me exito mucho más a través del clítoris y estando yo arriba. El peso de todo mi torso sobre los genitales masculinos y en ese balanceo que una realiza es como que evidentemente se estimula mucho más clítoris. O sea que yo disfruto mucho más con eso que con la penetración”.
Los relatos del documental se van tejiendo para hacer contraste con lo que no suele decirse sobre la sexualidad en la vejez, ilumina e inspira, pero no sólo a quienes pasaron los 70. La directora confiesa que pensar en su vejez fue una de las motivaciones que la llevó a realizar la película: “Me motivó hablar de las viejas. Y de nosotras, que vamos a ser viejas en el futuro. ¿Por qué casi en ningún lado podemos ver y escuchar a mujeres grandes en primera persona hablando sobre sexualidad, deseando, hirviendo? ¿Por qué viene siendo un absoluto tabú? Creo también que la sexualidad es algo completamente intangible, híbrido y subjetivo; que es muy importante y vital para cualquier persona y que tiene relación directa con la vida, con la ternura y la alegría”, dice y agrega “tal vez algún día cuando tenga 80 años, mire este corto y pueda cobijarme en las palabras de estas mujeres, y ojalá otras mujeres puedan hacerlo también. Que puedan encontrarse en alguna de ellas, que puedan mirarse al espejo y abrazarse, y no sentirse solas más allá de que estén casadas, viudas o solteras. Es clave pensarnos entre todas, a presente y a futuro. Es clave empezar también a mostrar cada vez más otros cuerpos, que no son los que vemos siempre”.
“Viejas que hierven” puede verse online durante dos semanas en este link