Es muy fácil distinguir si esa multitud que vemos moverse por calles, rutas, bondis y trenes está yendo a ver a La Renga: en cualquier momento, invariablemente se oirá un cantito que le solicitará a la banda que "con huevos vaya al frente". Bastará que uno lo cante para que el resto se pliegue… "y en toda la Argentina comienza el carnaval". No existe otra identificación semejante.

No se sabe con precisión en qué momento se construyó y se instaló ese salmo, y si es previo o posterior a la autodenominación de "los mismos de siempre". Probablemente ambos conceptos sean contemporáneos, y ya. Como sea, el grupo ayudó a posterizarlo cuando incluyó la toma al final de Bailando en una pata, el vivo grabado en Obras en junio de 1995 para compensar el audio limitado de Esquivando charcos y A dónde me lleva la vida, sus primeros discos.

Santo y seña y diatriba a la vez, la canción popular recuerda también a Walter Bulacio, asesinado por la policía en ocasión de un show de Los Redondos en 1991, también en Obras, quiebre absoluto en la relación entre la cultura rock y el Estado (en este caso, representado por sus fuerzas represivas). La trova pide rocanroles y un porro pa’ fumar. Y establece la condición angular de todo ese exordio: "Una bandera que diga Che Guevara". Así, se mantuvo inalterable hasta estos findes recientes, como banda sonora en las adyacencias del Estadio Único de La Plata.

► Black Sábados

La Renga planeó una trilogía de una semana que se extendió a dos porque, en el medio, Chizzo cayó con un cuadro febril y obligó a reordenar calendarios. Así, lo que en inicio iba a ser sábado 23, miércoles 27 y sábado 30 devino en una saga sabatina cuando el miércoles, cancelado, se recompuso el pasado 7 de mayo.

Así las cosas, esa quincena en la que duró esta auténtica toma de La Plata (con la ciudad dividida entre el comercio beneficiado con decenas de miles comprando y consumiendo en los comercios, y otras tantas tantas cagando y meando en las veredas) dejó canciones y pasiones, olores y colores, épicas y polémicas, todo envuelto en el manto de esas insignias colgadas por la larga rambla de calle 32 más allá de las faenas en un estadio que de Único no tiene ni siquiera el nombre (para unos es Ciudad de La Plata, para otros es Diego Armando Maradona).

La capital bonaerense quedó escrutada por la efigie de barba, boina y una estrella en la frente, tal como simbólicamente plantó un trapo enorme de Solano sobre 32 y 19, la esquina central de las previas rengueras en todo banquete platense.

Alguna vez el Chizzo Nápoli viviseccionó en un viejo fanzine todo el atractivo que le generó la imagen y figura del Che, su vida y obra trasladada en el tiempo hasta la actualidad: "Para mí fue un tipo valiente que, dentro de las posibilidades humanas que un hombre pueda tener, eligió esa. Y me pareció alucinante. Me gustó mucho su historia desde que arranca de Córdoba en moto y hace todo ese viaje por América Latina siendo apenas un estudiante de medicina".

Foto: Leonardo Italiano

Casualmente (o no), fue en esa misma provincia donde, a fines de febrero, La Renga volvió al redil después de tres años, en el inicio de una gira que ya acumula siete estadios llenos en cinco provincias (serán ocho en seis cuando sume Corrientes a fin de mayo) y cuyas distancias, además, fueron recortadas por los músicos y su círculo íntimo en moto.

"Más allá de si era comunista, para mí el Che fue el último guerrero del siglo XX; y también el último romántico, porque tenía toda esa rebeldía que lo llevó a ir por encima de toda postura política. Es más: el mismo partido por el que dio la vida fue el que lo abandonó en la selva de Bolivia. Se trata de una imagen y un espíritu de libertad que cada uno lo puede interpretar cómo quiera", reivindicó Chizzo.

"Entiendo que para muchos fue aberrante lo que hizo, pero él lo canalizó por ese lado. Yo me lo imagino como aquellos grandes guerreros que hubo en otras civilizaciones, donde se combatía cara a cara en el campo de batalla. Es decir: nada de estar viendo cómo hacerle la cama a uno o cagar a otro, sino ir de frente". Toda una declaración de principios que puede ser leída como si fuera dicha hoy, actualizada además al momento que la banda decide reponer en su repertorio El revelde. "No me convence ningún tipo de política, ni el demócrata ni el fascista”, vuelve a barruntar Chizzo meses después de que Javier Milei intentara montar su circo alrededor del león de Panic show.

► La Plata va y viene

Entre el ritual y las negocietas, la banda y su comando tuvieron que ser muy precisos con las fichas que movían para poder volver a La Plata después de once años. Atrás quedó el intento frustrado de 2016, que sumado a la prohibición del show pensado para Mar del Plata en 2018 completa ahora un tríptico en la escala fallida de Neuquén, reprogramada a último momento en Río Negro para evitar otra cancelación forzosa. La Renga podría contar su historia tan solo por las ucronías de los conciertos organizados y finalmente prohibidos, una cuerda que sigue tensa así pasen los años.

Foto: Leonardo Italiano

Pero mientras el grupo pulsa los conflictos por fuera, también debe actuar con repentismo para ordenar los internos. Desde Nápoli pidiendo a sus seguidores que "por favor, no hagan pis en las veredas" hasta llevar al micrófono un reclamo que jamás se había escuchado en shows de esta magnitud: que dejen de manosear y abusar de las pibas en situación de conciertos. Un drama que, hasta el momento, permanecía invisibilizado dentro de la ritualidad.

La iniciativa comenzó justamente en estos banquetes a partir del colectivo platense "Un paso atrás, no me toques" (como dice la letra de Hielasangre, canción del disco "Detonador de sueños"). Los reclamos escalaron luego de los dos primeros recitales, entonces Chizzo lo hizo público promediando el tercero, acaso buscando una nueva sintonía en tiempos donde ya no se discute al rock como un hecho político, sino (en todo caso) cuál será la frecuencia sobre la que busque modular.