Con una serie de conciertos intimistas, Jaques Morelenbaum regresa a Buenos Aires, la ciudad que él mismo define “del público exigente y entusiasta”. El jueves a las 20 y el viernes en doble función (a las 20 y 22.30), el original violonchelista brasileño se presentará con su Cello Sam3a Trío en Bebop Club, el reducto de Uriarte 1658. Con Morelenbaum estarán Lula Galvao en guitarra y el baterista Paulo Braga, para proponer los temas de Flor do Milênio, el disco más reciente del trío, además de su personal mirada sobre los clásicos de ese universo siempre cautivante que es el repertorio del samba y la bosa nova.

Criado en una familia de músicos académicos, Morelenbaum se formó entre los conservatorios --estudió en el New England Conservatory de Boston--, el rock progresivo y la inmensidad musical brasileña como sonido ambiente. Arreglador, compositor, director y productor, además de violonchelista, Morelenbaum es mucho más que el refinado arquitecto del sonido de un momento inspiradísimo de Caetano Veloso, o de trabajos con figuras notables como Gal Costa, Gilberto Gil, Maria Bethania, Milton Nascimento, Chico Buarque, Marisa Monte, Carlinhos Brown, por nombrar algunas, o, más acá, de la cantante portuguesa Dulce Pontes, la caboverdeana Cesaria Evora o el más pop David Byrne, entre otros.

Multifacético e incansable, figura de Morelenbaum se destaca en el panorama de la música latinoamericana por su versatilidad, capaz de traspasar los géneros y mancomunar los estilos, sin sacrificar su identidad brasileña. Fue músico de Antonio Carlos Jobim durante diez años e integró además el cuarteto de Egberto Gismonti. En 1995 formó el Cuarteto Jobim-Morelenbaum --con su esposa, la cantante Paula Morelenbaum, además de Paulo y Daniel, hijo y nieto del autor de “Chega da saudade”--, y luego M2S, con Paula y el pianista y compositor japonés Ryuichi Sakamoto. Hace aproximadamente doce años, creó el Cello Sam3a Trío, con la idea de darle al violoncello la dimensión de la voz cantante.

“Todo instrumento debe aspirar al canto, tener la voz humana como referencia”, asegura Morelenbaum. “Cuando hablamos de conversación musical, buscamos ese parámetro: el de la voz humana, la más sencilla y eficiente para lograr la emoción. El instrumento debe ser sólo un medio para llegar a eso y en este sentido al Sam3a Trío me da la posibilidad de caminar por esa música tan abierta y tan brasileña que es el samba, poniendo todo lo que musicalmente tengo. Lo abordo desde el lugar de un músico brasileño que tuvo la felicidad de emprender experiencias musicales de las más variadas en distintas partes del mundo y con músicos de diversos géneros”, agrega.

Morelenbaum cuenta que la inspiración directa para el proyecto del trío fue un disco de Joao Gilberto. “Es el de tapas blancas, que se llama Joao Giberto. Ese fue un disco muy importante para mi manera de entender la música. Ahí todo un universo musical se condensa en la voz, la guitarra y una percusión liviana. Así fue que entonces invité a Lula Galvao, un guitarrista de gran sutileza, y Rafael Barata en la percusión, para poner mi violoncello como voz cantante”, comenta Morelenbaum.

Lula Galvao y Rafael Barata –que en esta gira será reemplazado por Paulo Braga—grabaron en Flor do Milênio, el segundo disco del trío, en el que también participan Cristóvão Bastos, que toca el piano en la versión de su tema “Choro, chuva, chello”, además de Zeca Assumpção en bajo y Carlos Malta en vientos. “Estos son músicos muy importantes para mí y para la música brasileña”, dice Morelenbaum. “Flor do Milênio es un trabajo con temas propios, un poco en contraste con el primer disco del trío, que tenía que ver más con los clásicos del repertorio, que era la música que hacíamos en los conciertos”, continua el violonchelista. “Solo hay dos obras de otros compositores y tienen que ver con una idea precisa. Incluí ‘Você nao sabe amar’ de Dorival Caymmi y ‘A pesar de você’ de Chico Buarque, como una referencia al momento político que atravesamos en mi país. Es una especie de homenaje ‘al contrario’ a nuestro presidente, digamos una manera de contestación a la situación política de Brasil, que no me gusta en nada”, define.

Entre los temas del disco está también “Canción para Caetano”, un homenaje a Caetano Veloso a partir de una idea “que salió de una, mientras estaba en la ducha” y otros momentos inspirados en los que el violoncello despliega su voz profunda en busca del diálogo del trío, como “Firu haikai”, “Dó a Dó” o el tema que da nombre al disco. “En algún punto componer y arreglar son lo mismo, en ambos casos se trata de ordenar y transformar ideas. La diferencia está en que en la composición uno parte del propio mundo, conoce el origen y el por qué de esas ideas; en cambio, en el arreglo uno debe entender el mundo del que está partiendo, debe llegar a la raíz del material sobre el que está trabajando, buscar la comprensión de lo que hizo el compositor, penetrar su mundo para poder, en definitiva, servir a la canción”.