Cuando Luchi de Gyldenfeldt se licenció en 2017 con honores nunca se imaginó que un día iba a ser la titular de una cátedra y mucho menos de Canto disidente, la primera materia de estas características en el mundo. “En ese momento no había hecho una transición ni vocal, ni identitaria. Me recibí bajo las reglas clásicas y binarias del canto lírico. Pero cuando me recibí empecé a hacer más opera queer que nunca y eso cambió el rumbo de mi vida. Yo pensaba que mi camino era seguir como barítono y hacer lo que haría cualquier cantante lírico: una carrera internacional, viajar, perfeccionarme por el mundo, pero me di cuenta de que mi lugar estaba acá, en la militancia y en el artivismo”, dijo Luchi a Soy.
CUIRIZANDO LA OPERA
Desde Ópera Queer empezó a hacer que la ópera fuera popular, graciosa y para todes. “En ese proceso de deconstruir el género lírico terminé deconstruyendo mi identidad y mi vocalidad. En realidad mi primer objetivo fue problematizar los temas que se trataban en la ópera desde ópera queer pero empezó a crecer y empezamos a encontrar muchísimas aristas en ese espectáculo. Encontramos que era un espectáculo para todas las edades, para gente mayor, para contemporánexs y también para las infancias que se divertían cuando de repente empezábamos a incorporar canciones de Disney o de la Bella y la Bestia, pero deconstruyendo el amor romántico”, cuenta Luchi.
Un día, mientras que preparaban su espectáculo, Luchi y Ferni (su hermana gemela que fue finalista en el Festival de Cosquín y logró que se cambiara su estatuto) cayeron en la cuenta de que Ópera Queer estaba atravesado por la educación sexual integral, “entonces nos dimos cuenta de que era una herramienta. Nos empezaron a llamar de escuelas, universidades, espacios de formación docente, para participar y para reflexionar sobre eso y justo en ese momento se comunica conmigo Victoria Gandini, secretaria académica de Artes Musicales de la UNA, a cargo del área de vinculación entre la universidad y la sociedad y que dirigía también el programa de música y género, entre otros, y ahí tuvimos con Ferni una entrevista en 2019 y nos invitaron a ir a dos escuelas, una en La Boca y otra en Recoleta”, recuerda Luchi.
Empezaron a hacer Opera Queer en ese marco y fue maravilloso, cuentan: “fue un antes y un después en nuestras vidas. Problematizaba la ESI, la música y el género en la práctica y fue muy especial lo que pasó, fuimos al Moyano también y en la suspensión de las actividades de la pandemia, Ferni me dijo que ella no podía seguir porque tenía muchas horas de clase y entonces seguí yo”, dice Luchi.
Fue en esas presentaciones, cuando Luchi hablaba, que la decana de la carrera de Música de la UNA, Cristina Vázquez, la contactó. “Ella se emocionaba, sobre todo cuando yo hablaba de la situación del colectivo travesti trans y todo lo que habían vivido en plena pandemia, yo contaba que la estaban pasando muy muy mal, con desalojos y hambre. La universidad tenía una oportunidad histórica en pensar políticas inclusivas y poder ir en contra de que la palabra inclusión fuera vacía y de pinkwashing, hacer algo por eso para que todes tengamos acceso a las herramientas y a la música y su llamada fue muy emocionante porque significó abrir los espacios. Me dijo -llorando- Luchi, me acabo de dar cuenta de que vos tenés que ser la profesora de la primera cátedra de canto disidente. Yo estaba militando, como con ópera queer, que salgo y digo cosas y su respuesta y su sensibilidad me emocionó, es la mejor decana del universo”, recuerda de Gyldenfeldt ese principio.
BINARISMO Y REGISTRO VOCAL
Las primeras clases de la cátedra fueron virtuales, en plena pandemia de 2021. Tuvieron 4 alumnes, ahora son 10. “Dividíamos el trabajo virtual, individual y nos fuimos conociendo, charlando con la pianista de la cátedra que es Jazmín Tiscornia, que es también la pianista de Opera Queer, que además es socióloga y ella preparó charlas también para poder problematizar otras cosas. Trabajamos para poder corrernos del eje binario que dice según tu genitalidad, tu registro va a ser tal o cual, y sabemos que no es así hoy en día y si bien falta mucho para que se popularice esto, estoy convencida de que cada persona tiene su vocalidad, con sus múltiples posibilidades y ésta puede tener el nombre que cada persona quiera ponerle. Corrernos de esta herencia cultural y biológica que tanto ha marcado al canto lírico es un montón”, dice Luchi.
Los contenidos de la cátedra son los propios del canto lírico de la Universidad, es una materia troncal como lo propuso la decana: “fue una apuesta institucional muy fuerte”, dice Luchi. Cada alumne tiene una cantidad de obras que interpretar técnicamente, y desde la dicción porque cantan en 4 o más idiomas”.
“En el momento histórico que atravesamos, con la creciente reivindicación de derechos de la comunidad LGTTBIQ, es un orgullo para la Universidad Nacional de las Artes y el DAMus presentar la primera cátedra de Canto Disidente”, se lee en la página web de la UNA. “Este espacio es un lugar de encuentro, arte y artivismo para hacer y hacernos en el canto. Un entorno para constituirnos en una cátedra pensada desde el amor, el respeto y la lucha por el acceso de todes al arte y a la música”, se lee y se explica que los contenidos de la materia, la técnica vocal y el repertorio se rigen por el programa vigente de la Carrera de Licenciatura en Música con Orientación en Canto y que el repertorio está formado por el canon de obras tradicionales de cámara, oratorio, zarzuela y ópera.
“Por otro lado, la cátedra fomenta un espacio en el cual se organizan talleres y charlas, relacionados al arte y las disidencias, al arte queer y al artivismo, así como espacios de reflexión para la lectura de una bibliografía complementaria sobre teoría queer y música y género para contextualizar y problematizar la historia de la ópera y sus personajes, la tradición del repertorio clásico y las posibilidades vocales de cada personas”. Que esta materia haya llegado a una Universidad Nacional, es, sin dudas, producto de la lucha de la comunidad LGTBIQ y del movimiento transfeminista en su conjunto.