Raquel dejó la cosecha de yerba mate hace diez años. “Dejé de tarefear --dice-- y me largué a piquetear”. Está sentada en la 9 de Julio, frente al Obelisco, es mediodía. Llegó en uno de los micros que viajaron desde Misiones. Su marido tarefea todavía, por eso sabe que pagan de ocho a diez mil pesos a la semana, si trabaja de lunes a viernes, los días de lluvia no pagan. ¿Te dijo lo que cobran por la cosecha?, se mete Marcelo, coordinador del Movimiento Teresa Rodríguez, histórico misionero. “Te lo digo para que veas lo que se llevan los que se llevan la tarasca”, dice y hace cuentas: cuatro mil pesos los mil kilos de yerba le pagan al marido de Raquel, eso es cuatro pesos por kilo. Y claro, el kilo vale de 400 a 500 mangos en cualquier góndola. “Playadito, o cualquiera --dicen los dos--: de ahí salen todas las marcas”.
Cerca de las cinco de la tarde entran a la Plaza de Mayo las últimas columnas piqueteras, avasallan el centro de poder. ¡Queremos informar que están a una cuadra!, dice el escenario. Basta de pobreza, no queremos más ajuste, queremos trabajo genuino para todos, vuelven a decir. Mientras los datos de la última cifra de inflación aparecen en todos los portales y dicen que es el número más alto de los últimos treinta años, las banderas quedan plantadas ante el vallado que esta vez, quedó pegado y corrido, justo al lado de las rejas de la Casa Rosada.
Venimos a tomar la Plaza de Mayo, vuelve a decir el escenario. Y alrededor aparece el mapa de eso que dicen: arriba, una enorme bandera cuelga la consigna: Marcha Federal por Trabajo y por Salarios contra el hambre y la pobreza. Al lado, otra bandera negra de pocas palabras: Trabajar 6 horas para trabajar todxs sin bajar los sueldos. A un costado están las tres banderas centrales de esta marcha federal: Movimiento Barrios de Pie y el MST Teresa Vive. Atrás, el Polo Obrero. Las tres, ejes de Unidad Piquetera, el espacio donde confluyen decenas y decenas de organizaciones bien distintas en todo el país. Dos pantallas radiografían el resto: marcha federal, cita con los tres días de movilización 10, 11 y 12 de mayo, y un mapa con líneas de puntos desde Tierra del Fuego, a Jujuy, Cuyo y la Patagonia que confluyen esto que es la última tarde en el lugar de eso que una y otra vez llaman, la plaza del pueblo.
Hay jubilados insurgentes que enviaron adhesiones. Está la coordinadora socioambiental contra la minería, una asamblea de inmigrantes paraguayos en Argentina, docentes en lucha por la escuela pública, obreros de Zanon. El escenario menciona a Myriam Bregman, Nicolas Del Caño y Alejandro Vilca. Hay adhesiones de la Agrupación Petrolera Ahonikenk, Junta gremial de ATE del Incaa, dice el escenario y agrega: recientemente reprimida. Los bombos estallan. Nora Cortiñas manda adhesión. Dicen que enseguida podrán un video. Y Hebe, dicen, también manda adhesión Hebe de Bonafini. “Repudiamos el encarcelamiento de nuestros compañeros”, agregan arriba. Todavía entran más columnas. Chorolquee detenido en Misiones, y otros en Jujuy, Neuquén, y en toda la Argentina.
– Hay diferencias con el 2001 --dice Martín Segovia del Frente Resistencia y Lucha--. Antes tenías a todo el mundo desocupado, ahora te hacen causas penales.
Alberto Fernández es, en esta plaza, Fernández a secas. Y la coalición de gobierno es “el gobierno de los ricos”. Los que están del otro lado también son los “banqueros”, los “sojeros”, el FMI. “Todos los gobiernos nos llevaron a una situación de hambre y de miseria”, se va a escuchar en seguida. O: “Nos quieren sacar de la calle, pero no de la pobreza”.
Los organizadores esperaban cien mil personas en la Plaza. Tardaron. Pero tal vez cuando todos entraron, eran más. Hay que calcularle dos estadios de River, dijo alguien. Por el escenario pasaron primero los representantes del bloque federal: el NEA con hombres y mujeres de cada organización, luego subió el NOA, enseguida Córdoba, Cuyo, el sur de la Provincia de Buenos Aires, Neuquén y la Patagonia. Más tarde, subió el bloque sindical, organizaciones que disputan la conducción de sus gremios o son secretarios generales de espacios ganados. Y al final, entraron los referentes más conocidos de esa Unidad. No más de dos minutos por pasada, a grito pelado, con tonadas o sin ellas, y el corazón en la mano.
“Venimos hasta el lugar que ellos llaman el centro de poder para decir que este pueblo piquetero le dice basta a la pobreza”, dijo Lili Lamas del NEA, apenas arrancaron los discursos. “Exigimos tierras para construir, educación, calidad en la salud y no al FMI porque nuestro pueblo no firmó nada”. Lili habló al “gobierno de los ricos”. Y luego estableció una filiación: “Somos nietes del Cordobazo, hijes del Argentinazo, hermanos de Teresa Rodríguez”. No podrán con el pueblo movilizado, agregó, y la unidad piquetera.
El acto
Cuando pasaban las cinco y media de la tarde empezó el acto central organizado originalmente para las tres. A esa hora, un hombre vendía sanguches baratos. Una vidriera exhibía carteles a tono de época y todo tipo de sistemas financieros: 6 cuotas sin interés con American Express, 18 cuotas con Macro; 25 por ciento de descuento más 3 cuotas con el Hipotecario y 6 y 9 cuotas con Tarjeta Naranja. Medicamentos gratis, decía un cartel del PAMI con la palabra “cumplimos”. Cambio dólar, cambio, susurró uno al paso. Raquel entraba a la Plaza.
“Salieron los pobres a hacer ruido por la Ciudad”, dijo Segovia mientras caminaba. Al lado, Mirta González, 42 años, piquetera hace 20 y 30 de su primera toma, 1 de mayo de 1987, Berazategui, recordaba que el Gobierno no cumplió con eso de llenar la heladera. Y que sólo se come carne de pollo, o más bien, dijo: alitas, menudos. Su organización sumó hace poco una enfermera: de enfermera a piquetera, sigue Mirta. Y no dice pero ahí está ese país de trabajadores con sueldos por debajo de la línea de pobreza y arquetipos de clase media venidos abajo.
El escenario sigue. Arranca Emanuel Belardo, de Córdoba. “Estamos terminando esta gran jornada”, dice y la Plaza explota de cantos. “Pero no nos sorprende la magnitud porque estuvimos en los masivos actos de estos días y en la movilización que recorrió todo el país. La consigna no es de un sector, es por trabajo, por eso, esto es un acto que toma en cuenta a todos, al conjunto de los trabajadores, con los problemas de la clase obrera argentina y también latinoamericana”.
Suben de Mar del Plata. Y alguien menciona el primer Cutralcazo. Suben de Cuyo, y dicen: “El Gobierno nos miente”. Suben los gremios. Suteba dice que el capitalismo no va más, pero pide aprovechar las herramientas políticas que “tenemos para que seamos los trabajadores los que gobernemos este país”. La Plaza responde. Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, y sigue. Sube Alejandro López, de Zanon. “Imposible conseguir lo que conseguimos nosotros hace 22 años --dice-- sin que los trabajadores ocupados pusieran el cuerpo”. Por eso, dice: estar acá es una obligación.
Cae el sol. Y el escenario se llena de luces. Suben las caras más conocidas. Abre, Silvia Saravia, de Barrios de Pie. “Queremos decirles que en cada acto, que en cada rincón donde se construyó esta marcha federal, está el germen de una Patria más justa”. Y enseguida hace un balance. “En nuestra primera acción logramos que se actualizara el monto de la Tarjeta Alimentar, en la segunda logramos que el Gobierno anuncie un bono para jubilados y trabajadores informales. Cuando empezó esta marcha federal el Gobierno tuvo que anunciar el aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Eso es muy bueno, pero es insuficiente. Por eso las consigas de esta marcha son por trabajo, por salario, contra el hambre y la pobreza: porque el número que anunció el Indec significa que mucho más de la mitad de los miles y miles de nuestro país entero son pobres. Y eso, esta unidad piquetera y esta marcha federal, lo está poniendo hoy en primer plano. Ese es nuestro primer triunfo”.
Eduardo Belliboni, del Polo Obrero, hizo el cierre. Abajo, luego, repitió eso que dijo arriba. En diálogo con Página/12 explicó lo que viene: una marcha que tenía entre sus destinatarios también a la CGT a la que las organizaciones le reclaman ponerse al frente con un paro nacional. “Concluimos una marcha federal extraordinaria con miles y miles de personas en todo el país”, dijo. “Saliendo de Jujuy, de Tierra del Fuego, catalizando los reclamos populares en cuatro consignas: trabajo, salario, contra el hambre y la pobreza. Es decir, una enorme movilización que planteó la necesidad de que la CGT deje de apoyar al Gobierno y lance un paro. Le exigimos un paro nacional contra el ajuste. A la CTA lo mismo. Y lo vamos a construir por abajo con plenarios nacionales. La CGT no tiene mandato para decir que está en contra de una movilización popular como la que tuvimos hoy. Y por lo tanto le reclamamos que defienda los salarios de los trabajadores que han perdido el poder adquisitivo brutalmente con Macri y ahora con Fernández, entonces hay que salir a luchar y hay que plantear un paro en toda la Argentina”.