Jane Fonda con sus videos de gimnasia. Peinados batidos. Flashdance. Sí, aunque en vez de danza hay revolcadas, cortitos, la Doble Nelson y el ruidoso “¡1, 2, 3!” con manotazos sobre el ring. En esas coordenadas se mueve Glow (Netflix estrenará sus diez episodios de media hora el 23 de junio). Entrega que necesita poco más que su premisa para dar cuenta de qué se trata. La expresa irónicamente un sujeto en uno de sus episodios: “Luchadoras femeninas, lo entiendo. Las mujeres pueden hacer lo mismo que los hombres. Blah, blah, blah”. Y la ironía es doble porque la propuesta lleva el sello de Jenji Kohan (Orange is The New Black), que vuelve a combatir al sexismo y los estereotipos con humor. “¿Qué es lo que vamos a darle al público?”, pregunta un personaje. “¡Sangre!”, grita una chica. “¡Tetas!”, se suma otra. “Una historia que contar…”, responde el primero y por elevación se lo dice a quienes elijan esta propuesta a medio camino entre la comedia y el drama.
Es 1985. Son los días de la Hulkmania, del fitness, del neón fosforescente sobre el Sunset Strip de Los Ángeles. Ruth Wilder (Alison Brie) es una actriz que se pasea sin suerte por castings. Rara vez la eligen porque suele equivocarse en las lecturas de los guiones (notable la escena en la que lee el parlamento para un varón y luego el que le tenían asignado como una secretaria). Sin poder pagar las cuentas, la última chance antes de abandonar su vocación es la de presentarse en una selección para “mujeres poco convencionales”, según su agente. Así dará con Glow. Acrónimo de la liga femenina (“Damas hermosas de la lucha libre”), término que significa brillo, y excusa ideal para hacer un piloto televisivo con mujeres musculosas, hacer foco en sus cuerpos con mallas enterizas, entre piñas, patadas y derribadas. Están las bonitas, las amazonas y las otras. Se los dice el conductor del programa: “Vos vas a ser la chica sexy y fiestera, vos vas a ser la árabe, vos vas a ser la negra grandota”, las señala una por una. “¿Qué carajo estás diciendo?”, reprende una de las aludidas.
“Fue muy atractivo poder contar estas pequeñas historias sobre las mujeres, la amistad y la lucha. Además de tener este escenario loco que nos sirve para una narrativa diferente e increíblemente teatral”, planteó una de sus creadoras, Liz Flahive. La recreación de época es cruda, impactante y efectiva. “Nos quisimos resistir a la tentación de hacer una falsa versión de los ‘80. Si le das un look realista, tiene bastante de los ‘70 entrando en esa década”, dijo Carly Mensch, otra de sus productoras. Muy en línea con Boogie Nights y su retrato de la industria pornográfica. La película de Paul Thomas Anderson es una referencia central para Glow en cuanto a la puesta en escena de un submundo olvidado, menospreciado y por eso atractivo. Influencia patente, quizá más supuesta, y menos explícita que G. I. Jane (con Demi Moore interpretando a una aspirante a una unidad militar de élite), Whip It (sobre el mundo del Roller Derby) u otras producciones de la plataforma on line en tónica “chicas superpoderosas” como Girlboss. Es decir, aquí no faltarán esnifadas de cocaína sobre un portarretrato con Ronald y Nancy Reagan, pero lo importante es otra cosa. Lo detalló Marc Maron, el actor que encarna a Sam, un director clase-B que lleva adelante la cruzada de las titanas: “Son personas singularmente dolorosas que podrían no haber encontrado su lugar en este mundo, así que encuentran su lugar aquí de alguna manera. Ellas pueden perderse en estas diferentes identidades y todos encontraremos un propósito más alto a través del montaje de este espectáculo”.
La Lobizona; Beirut; Británica; Cascarita; Galletita de la Fortuna y La reina del Bienestar serán algunas de las nuevas compañeras de Ruth. “Nosotros somos las poderosas, somos las heroínas”, le da confianza en un pasaje Cadena de Chatarra. Otro personaje importante es el de Debbie (Betty Gilpin), como la amiga-enemiga que también entra en la troupe de luchadoras. Parafraseando el hit de Michael Sembello, aquí hay maníacas en un ring y están luchando como nunca han luchado antes.