El planeta Saturno está perdiendo sus singulares anillos de una manera muy rápida, de acuerdo a la información aportada de las naves Voyager 1 y 2, las únicas que salieron del Sistema Solar a explorar Universo. Y la NASA puso la fecha aproximada de vencimiento para que eso suceda: en 100 millones de años debido a la gravedad del planeta y a una lluvia de partículas de hielo.

Según James O'Donoghue del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA,  el flujo de agua que se genera desde los anillos hacia el planeta es suficiente como para llenar una piscina olímpica en tan solo media hora. Solo con esta situación, el sistema de anillos podría desaparecer en 300 millones de años. 

Sin embargo, se comprobó que el material que cae es aún mayor, lo que hace especular a los científicos que los aros saturninos podrían esfumarse en menos de un centenar de millones de años. Para la ciencia, eso significa un plazo relativamente breve, teniendo en cuenta que hablamos de un planeta bastante viejo, con más de 4.000 millones de años. 

Los anillos de Saturno se encuentran a más de 280 mil kilómetros del planeta, un espacio en el que podrían caber seis Tierras juntas. Según Business Insider,  los llamativos aros alrededor de Saturno, los más grandes y brillantes del sistema, están desapareciendo a velocidad, en este preciso instante, con una "lluvia de anillos"  de  10.000 kilos que caen sobre el planeta por segundo.

Se trata de restos de la desintegración que contienen trozos de hielo y roca que son constantemente bombardeados por los rayos ultravioleta del sol y por pequeños meteoritos. Estos aros, de hecho, están conformados mayormente por trozos de hielo de agua que varían en tamaño, y que están atrapados entre la atracción de la gravedad del planeta y su velocidad orbital. 

En un estudio publicado en a revista Ícaro, los científicos se preguntaron si Saturno se formó con los anillos "puestos" o los adquirió con el paso del tiempo.  Esta última ópción parece ser la acertada de acuerdo a lo que acontece ahora con el planeta. Y más, el que se identifica como "anillo C" tardaría 100 millones de años en  convertirse en lo que es hoy, suponiendo fue tan denso como el anillo B. 

"Tenemos la suerte de poder ver este sistema en medio de su vida útil. Sin embargo, si los anillos son temporales, tal vez nos perdimos los gigantescos sistemas de Júpiter, Urano y Neptuno", sostuvo O'Donoghue.

De hecho, estos anillos pudieron haberse formado con el choque de pequeñas lunas heladas que había alrededor del planeta, cuando sus órbitas fueron sacudidas por la fuerza gravitacional de un asteroide o un cometa que pasaba.

Qué es un agujero negro

Los agujeros negros son los objetos más misteriosos del Universo. En abril de 2019, el consorcio internacional Telescopio Horizonte de Sucesos (EHT) dio a conocer imágenes  de esos lugares del espacio de donde nada puede escapar, ni siquiera la luz. Esto se debe a su poderosa fuerza de gravedad. Si la luz, que es lo que más rápido viaja en nuestro Universo no puede salir, entonces nada puede hacerlo.

Se forman por estrellas muy masivas que, al agotar su vida, colapsan sobre sí mismas y en ese desplome forman un pozo en el espacio: un agujero negro. En cambio, si las estrellas no son tan masivas, la materia puede detener el colapso y formar una estrella que apenas brilla, conocida como enana blanca o una estrella de neutrones.

Los agujeros negros se distinguen por su tamaño. Los estelares son los que tienen masas comparables a la del Sol y radios de decenas o cientos de kilómetros.  Aquellos cuyas masas son millones o hasta miles de millones de veces la masa del Sol, son los agujeros negros supermasivos de los núcleos de las galaxias.

También es posible que existan agujeros negros intermedios, de centenares de miles de masas solares, y agujeros negros primordiales, formados al comienzo del Universo, con masas que podrían ser muy pequeñas.