Hace unos días, antes del partido postergado con Atlético Tucumán, Marcelo Gallardo se vio obligado a decidir por quién y en qué momento utilizar el articulo 225, ese que permite que un jugador pueda actuar pese a estar sancionado mientras otros futbolistas del plantel estén afectados a una selección nacional (para el caso la juvenil). Estaban suspendidos Moreira, Alario y Maidana, y Gallardo optó por poner al lateral y al delantero contra los tucumanos y reservó a Maidana lo que implicó que Moreira y Alario no pudieran jugar ante San Lorenzo. EL DT confiaba básicamente en el poder goleador de Driussi y un poco menos en los delanteros suplentes. No contaba naturalmente con la lesión de Driussi, que se produjo a los 25 minutos del primer tiempo. Con la chapa puesta es tan relativo asegurar que se equivocó Gallardo por no guardar a Alario como elogiarlo (pasó alguna vez) cuando acertó en un cambio y el gol ganador lo hizo el jugador que llegó desde el banco.
Lo real es que a River se le encadenaron los contratiempos: ausencia de Alario, ausencia de Moreira que va al ataque mejor que Mayada, lesión de Driussi, poca efectividad de Auzqui y escaso aporte de Alonso y Larrondo(entró un ratito). Y en esa falta de poder de fuego es una de las claves del resultado. Con balas de fogueo siempre es más difícil.
River, sin embargo, fue más que San Lorenzo en casi todo el primer tiempo, básicamente porque sus jugadores ejercieron una asfixiante presión del medio hacia tres cuartos de cancha. Belluschi y Ortigoza normalmente salían con limpieza de esa presión, pero sus compañeros no, y entonces la pelota estuvo siempre más cerca de Navarro que de Batalla. River hizo un gol (Driussi, de penal, por mano de Angeleri tapando un remate de Martínez) y pudo hacer uno más en una buena jugada colectiva que no pudo resolver el mismo Martínez. No llegó claramente con frecuencia, pero siempre dio la sensación de pararse mejor y de estar más cerca del gol. San Lorenzo se había puesto en ventaja en una jugada de curiosa precisión: lateral de Pablo Díaz, pase de espaldas de Belluschi a un lugar en el que podía estar Blandi y remate del centrodelantero de volea, como venía. La pelota se podía haber ido a las nubes, pero terminó en la red. Un poco de justeza, un poco de casualidad y otro poco de complicidad de los defensores de River, que no vieron llegar a Belluschi en el saque de costado, dieron como resultado el 1 a 0. Esa jugada y algunas gambetas de Merlini fueron el mejor aporte de los locales al espectáculo hasta ahí.
En el segundo tiempo, una mala salida de Batalla le permitió a Pablo Díaz marcar el 2 a 1 de pechito. Extrañó la forma, pero no sorprendió que San Lorenzo se pusiera en ventaja porque había salido a jugar el complemente con otra actitud, con más agresividad, más convencido de sus posibilidades. Había tenido antes una buena chance en una llegada colectiva y el tiro de libre que originó el gol se dio después de una falta a Belluschi que antes de eso le había estampado dos fenomenales caños a Ponzio y a Fernández.
River pudo empatarlo enseguida cuando Auzqui quedó mano a mano, pero pateó al cielo (obvia tentación de suponer que Alario o Driussi no hubieran fallado en esas circunstancias), pero también pudo recibir un par de goles más porque jugado a empatar y en la medida en que Gallardo metía cambios desesperados, a San Lorenzo se le abrían demasiados espacios.
Los de Núñez no perdían en el campeonato desde la 13a fecha, cuando cayeron en el Monumental ante Boca. Después de aquello (diciembre del 2006) le ganaron a Olimpo, Lanús, Belgrano, Godoy Cruz, Quilmes, Tigre, Temperley, Boca, Gimnasia y Atlético Tucumán y empataron con Unión. Sarmiento y Central. Una racha extraordinaria, cuando pocos creían en ellos.
Ayer River perdió un partido importante, perdió aire, perdió a Driussi por un par de fechas y perdió la chance de saltar a la punta. Lo que no va a perder es la idea de seguir siendo protagonista, en el torneo local, en la Copa o en todo lo que juegue.