Si bien las mujeres tienen la rutina de ir al ginecólogo y suelen controlar su salud reproductiva con mayor disciplina, no sucede lo mismo con los hombres que, en muchos casos, ni siquiera conocen la especialidad a la que deben recurrir. Los ginecólogos de los hombres son los urólogos y, específicamente, los andrólogos: profesionales que estudian, exploran e investigan las funciones hormonales, sexuales y reproductivas masculinas. Diagnostican y tratan problemas en jóvenes y adultos, relacionados con la fertilidad, la erección y la eyaculación; patologías asociadas al pene, malformaciones genitales y enfermedades de transmisión sexual. ¿Cuáles son las consultas más comunes que reciben los andrólogos? ¿De qué manera influye la cultura y el mandato de virilidad que empuja a los hombres a no asistir al médico con la misma frecuencia con que lo hacen las mujeres?

Las consultas más comunes

“Atendemos temas diversos como los trastornos reproductivos, la infertilidad y la anticoncepción masculina que hoy se relaciona mucho con la vasectomía, el envejecimiento reproductivo y sexual; así como también, los trastornos del deseo, relacionados con la erección, la eyaculación y el orgasmo”, señala Gastón Rey, jefe de Andrología y Reproducción del Hospital Italiano. Asimismo, desde su punto de vista, otras de las consultas más recurrentes se vinculan con patologías genitales, como la varicocele (várices a nivel testicular), la fimosis (estrechez del prepucio), el HPV (Virus del Papiloma Humano) y las curvaturas peneanas.

Buena parte de los andrólogos realizaron sus estudios previos de urología como disciplina médica de base, que se encarga del aparato urinario y genital en general. Sin embargo, con la hiperespecialización que caracteriza los campos académicos, la andrología procura cada vez ganar más espacio como una subespecialidad con entidad propia. Bajo esta premisa, uno de los temas que funcionan como primer contacto con los andrólogos es la fertilidad. Al hombre suele pedírsele un espermograma, es decir, un análisis de semen. A partir de una muestra en condiciones específicas (recolectada al poco tiempo de la eyaculación, luego de días de abstinencia) se evalúa la cantidad y la calidad de los espermatozoides.

Así lo relata Conrado Avendaño, bioquímico y doctor en Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Córdoba: “Evaluamos la cantidad porque ello repercute en las chances de embarazo, la movilidad, los movimientos que realizan y sus formas. A diferencia de otros animales, una persona fértil tiene entre el 5 y el 10 por ciento de los espermatozoides ‘normales’. A pesar de que nuestra calidad seminal es muy baja, logramos el embarazo”. También existen otros motivos por los cuales los hombres pueden y deben consultar a los andrólogos. “A mayor edad sobre todo, aparecen fenómenos como la disfunción eréctil, que suele relacionarse con una disminución de hormonas andrológicas. De manera que si la persona consulta con un endocrinólogo- andrólogo será bien orientado”, destaca Avendaño.

Así como el cáncer de próstata tiene mayor incidencia en los adultos que superan los 50 años, en los más jóvenes el cáncer de testículo es uno de los más frecuentes. De la misma manera que los ginecólogos buscan enseñar a las mujeres a palpar las mamas, los hombres deben aprender a hacer lo propio con sus testículos.

¿Por qué los hombres consultan menos?

Una hipótesis que podría explicar por qué los hombres no conocen demasiado sobre la andrología es porque se trata de una subespecialidad relativamente joven. Recién durante los 50 se realizaron los primeros reportes clínicos, mientras que en los 70 y los 80 aparecieron las sociedades científicas: a nivel doméstico, la Sociedad Argentina de Andrología (SAA) existe desde 1976. “Es cierto que no se trata de una subespecialidad muy diseminada. De hecho, en Argentina no llegamos a 200 en todo el país y la gran mayoría reside en Buenos Aires”, admite Avendaño. En efecto, si alguna persona requiere la atención por parte de un profesional en el rubro debe, seguramente, trasladarse a capital.

Luego, Avendaño hilvana una respuesta al interrogante planteado. “En general es la mujer la que suele consultar más y no tanto los hombres, quizás por miedo o tabú. Cuando las mujeres consultan por temas como la fertilidad, el ginecólogo que la atiende pide exámenes tanto para ella como para su pareja. A los laboratorios, los pedidos médicos para los hombres nos llegan por parte del ginecólogo, por iniciativa de la mujer”, explica el especialista.

Mario Pecheny, investigador principal del Conicet en el Instituto Gino Germani (UBA), elabora una serie de razones que podrían explicar esta situación desde una perspectiva sociológica. En primera instancia, plantea que la carga de cuidado está feminizada. “Mucho de la relación con el sistema de salud pasa por la maternidad y la salud de los chicos, y eso está en manos y dentro de la carga mental de las mujeres”, expresa. Por otra parte, desde su punto de vista, durante décadas se promovió la prevención, atención y control de la salud de las mujeres aun sanas y de los niños y niñas, no así de los hombres. “Los varones solo van al médico cuando les duele algo, incluso cuando el dolor o inhabilitación para seguir con la vida (es decir, con el trabajo) ya es insoportable, en urgencia o casi obligados. Tiene que ver con esto la relación entre la vulnerabilidad y el género: ser varón es ser o parecer invulnerable”, subraya.

Otra razón que plantea Pecheny es que, tanto desde la salud pública como desde el género, siguen invisibles las vulnerabilidades, las violencias y las morbi-mortalidades de los varones en tanto varones. Se los piensa únicamente como privilegiados: “Las personas aprenden a ‘ser pacientes’. Desarrollan un capital de paciente, conocer por ejemplo los vericuetos de la obra social o del hospital. Esto lo van haciendo, sobre todo, como pacientes ginecológicas o con los embarazos, y llevando a los hijos/as. Los varones, cuando necesitan algo en relación con la salud, están más perdidos. Tienen menos herramientas”.

Falta pero va mejor

A pesar del tabú y de los problemas señalados por los especialistas consultados, los temas de andrología son cada vez más conversados socialmente. “Aunque falta, pienso que ha habido un cambio: en el pasado no nos consultaban para nada. Ahora, como aparecieron muchas terapéuticas, los hombres comenzaron a compartir más estos problemas. Hablamos en el bar del viagra o de la vasectomía con muchísima más liviandad que antes”, dice Rey. Los avances científicos y las chances de acceder a nuevos tratamientos, de alguna manera, empujaron a que la comunicación fluya de otro modo. Al viagra y la vasectomía, se suman los medicamentos para la eyaculación precoz, así como también las terapias con testosterona para compensar el déficit que se produce con el paso del tiempo.

También influye el cambio en la expectativa de vida de los hombres. Al extenderse, emergen situaciones que antes no se contemplaban. Desde aquí, remata Rey: “Sencillamente, la gente se moría antes de tener andropausia, disfunción eréctil o lo que fuere. Afortunadamente, cada vez hay más tratamientos que ayudan a solucionar los problemas con los que vienen nuestros pacientes y eso nos produce alivio”.

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