Esta semana sorprendió la noticia de la aparición de un Puma (Puma concolor) dentro de una vivienda en un barrio periférico de la ciudad de Salta. En la misma línea trascendió el conflicto de los vecinos de la urbanización “Pereyra Rosas” con los zorros (Pseudolapex gymnocercus) y las bolsas de basura.
Aunque muchas personas y medios se vieron sorprendidos, en realidad la presencia de animales silvestres en áreas urbanas es un fenómeno muy frecuente en el mundo y en nuestra región.
La presencia de leopardos (Panthera pardus) es ya “normal” en barrios de ciudades como Mumbai en India o de Monos en Gibraltar (Macaca sylvanus) o Río de Janeiro (Cebus capucinus), y nuestra ciudad tampoco es la excepción, más si la observamos en su contexto ecoregional al estar emplazada en una zona de transición y conexión entre el Chaco y las Yungas.
Entonces ¿Existe una solución a este conflicto? La respuesta es compleja porque el problema es sumamente complejo y transdiciplinario, y sobre todo dependiente del desarrollo de políticas públicas adecuadas. Las palabras fundamentales son: planificación, ordenamiento y competencia profesional.
La planificación incorpora la idea de elaborar o establecer el plan conforme al que se ha de desarrollar, significa implícitamente tener una idea estratégica de desarrollo, un horizonte al que se pretende llegar.
En relación al ambiente no pareciera ser que exista un plan provincial, o al menos explícitamente no está. El desarrollo territorial no incorpora la base ambiental necesaria para que las decisiones tomadas sean sustentables a largo plazo. El deterioro de los ecosistemas es aceleradísimo y no se desarrollan medidas de mitigación o remediación de los efectos negativos de este deterioro.
En el caso puntual de poblaciones de organismos silvestres, hasta el momento, no existe ningún planteo de la previsión de corredores de fauna ni siquiera en ríos o arroyos, los cuales son invadidos, indistintamente, por urbanizaciones precarias o exclusivas, bloqueando el movimiento estacional de muchas especies de fauna con el consecuente conflicto.
Esto nos lleva directamente al siguiente punto, el ordenamiento territorial. Es claro que sin un plan de desarrollo no existe un ordenamiento lógico. La definición es muy parecida a la planificación, ordenar significa encaminar una cosa (plan) con un fin determinado, un objetivo. Ordenar implica tener de antemano los elementos a ubicar, y si existe un total desconocimiento de la forma, dinámica y funcionamiento de estos elementos se hace muy difícil el ordenamiento territorial.
Las poblaciones de fauna en su funcionamiento tienen desplazamientos estacionales que deberían incluirse en la planificación y ordenamiento urbano. Los corredores de fauna en el caso de la ciudad de Salta deberían unir las serranías del este con las del oeste, lo más simple sería implementar y manejar los sistemas riparios como corredores protegidos. De hecho la herramienta existe porque son áreas consideradas rojas por la ley de bosques, por lo tanto deberían ser intangibles.
Y los conceptos anteriores nos llevan al punto de preguntarnos ¿Quién o quienes están capacitados para asesorar estos procesos? La respuesta en este caso es mucho más simple, los profesionales en ambiente son los capacitados. Por suerte en la región existe una importante comunidad de profesionales en ciencias naturales, especialmente biólogos, que buscan el conocimiento de manera sistemática e integrada sobre los sistemas naturales, aplicando y desarrollando herramientas para entender y manejar el ambiente desde una formación holística y ecosistémica.
A estos profesionales se suman desde lo técnico diferentes ingenierías en ambiente (agronomía, recursos naturales, hidráulica, etc.) que poseen la formación para aplicar los conocimientos científicos generados desde la biología para la invención, diseño, perfeccionamiento y manejo de procedimientos nuevos o preexistentes. Ni siquiera es necesario buscar en otros lugares profesionales competentes, mejor que sean locales ya que conocen la realidad inmediata.
Aquí es clave que los organismos decisores y reguladores incorporen en sus equipos de asesoramiento a profesionales en ambiente, estos profesionales son los únicos capacitados para incorporar conceptos y conocimientos en procesos tan complejos como el ambiente y su biodiversidad.
Ahora estamos en condiciones de contestar la pregunta, y decir que sí existe solución a estos conflictos. En el “mientras tanto”, los ciudadanos debemos informarnos y entender que estos animales no representan ningún tipo de peligro directo, entender también que están tratando de responder con sus capacidades a un problema nuevo, y sobre todo se debe tener claro que no se debe intervenir de manera directa intentando traslocarlos, alimentarlos, ni ahuyentarlos. Los procesos naturales encontrarán su forma y se estabilizarán a través de migraciones y muertes.
Charles Darwin entendió el proceso y lo explicó, “No es el más fuerte el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”, está en nosotros no representar un obstáculo infranqueable y permitir esa “adaptación”.
*Doctor en Biología, investigador y docente de la Cátedra de Biología de la Conservación, Facultad de Ciencias Naturales y Consejo de investigación de la Universidad Nacional de Salta