La editorial Mundar presentó su primera publicacion el sábado 15 de mayo en la Feria Internacional del Libro, en el espacio de Santiago del Estero. La Antología Poesía Circular, contiene trabajos de diferentes poetas santiagueños.
El libro cuenta con un prólogo de Félix Demasi, y contiene poesías de autores como: Francisco Avendaño, Juan Avendaño, Aníbal Costilla, Sebastián Barrionuevo Sapunar, Ezequiel Alvárez, Francisco Barrionuevo Sapunar y Gastón Merino.
Un puñado de monedas de oro, Poesía circular (reseña realizada por Lucas Cosci)
Antología Poesía Circular es un libro colectivo cuyas páginas prometen una puesta al día de lo que se escribe en este medio en materia poética.
No sé si Santiago será tierra de poetas –como, no sin vanidad, suele decirse–; me permito por el momento poner esa afirmación en suspenso, me permito arrojar una sospecha sobre cierta jactancia provinciana; creo, sin embargo, que este territorio es morada experiencial de la poesía. El santiagueño habla y vive poéticamente, porque habitamos un mundo de símbolos. Un mundo de correspondencias luminosas.
En un conocido texto, Rodolfo Kusch distingue la palabra común de la Palabra Grande. La palabra común es aquella cuyo horizonte es la univocidad, la mayor precisión posible del significado. La Palabra Grande es aquella que estalla en una pluralidad incontenible de significaciones. La palabra común termina en la ciencia, como aquel lenguaje de mayor eficacia instrumental. La Palabra Grande termina en la poesía, como el lugar donde el lenguaje se inventa a sí mismo. Las palabras abandonan su ropaje de herramientas y se convierten en símbolos que brillan por la densidad de sus sentidos, en un brillo que se mira a sí mismo.
Y entonces el poeta es un orfebre que transforma el barro en oro. “Tú me diste barro y en oro lo troqué”, dice Baudelaire en el epilogo a Las Flores del mal. La poesía entonces funda templos resplandecientes, a donde solo había pantanos o desiertos. El poeta no copia la realidad; el poeta la funda desde abajo. Es hacedor de mundos.
El trueque del barro en oro nos remite a aquella metáfora de Gadamer según la cual la poesía es una moneda de oro, mientras que el lenguaje común es una moneda de hierro. Esta última tiene el valor de una promesa, un acto de fe. Una moneda de oro, en cambio, no necesita contar con esa promesa. Su valor descansa en ella misma. Es el equivalente a lo que representa su propio peso. Quiere decir que el sentido de la palabra poética está en ella misma, en el oro que ha creado a partir del barro, a diferencia de las monedas de hierro con las que hablamos en el mundo de la vida, donde el sentido se constituye desde fuera.
La Antología Poesía Circular se me figura como un puñado de monedas de oro, forjadas con los materiales que nos rodean: la ciudad, la tierra, nuestra memoria, nuestros ancestros, las cosas que pueblan nuestra experiencia.
Poesía circular es un colectivo de poetas santiagueños que comparte espacios de difusión en redes sociales y en recitales poéticos colectivos. Es poesía que circula, poesía en movimiento, poesía que sale de sí misma en busca de hacerse oír o leer por el mundo. Hay que reconocer en este colectivo el mérito de haber hecho de la poesía un culto y un oficio.
El movimiento es a la vez una a-puesta y una puesta. Una apuesta en esa moneda de oro. Se percibe la intención fundante de abrir un horizonte poético innovador, desde el suelo mismo santiagueño. Y es además una puesta en movimiento de la poesía, la poesía concebida como movimiento colectivo.
Cada poeta esgrime un estilo con sus propias marcas de orfebrería, a la vez que aporta un reguero de palabras al gran caudal de un suceso poético supraindividual.
De manera directa o indirecta, el nombre se asocia al título de un poema –que no es parte de esta antología- de uno de los autores, Francisco Avendaño, cuya Poesía circular declara; “Yo lanzo mis flechas al cielo de esta noche / y espero / El día beberá de los pájaros abatidos”. Poesía circular entonces son “flechas al cielo”. Probablemente en este título también se alojen resonancias de aquella inolvidable Poesía vertical de Roberto Juarroz.
Antología Poesía Circular es el nombre de una selección poética de siete integrantes del movimiento: Francisco Avendaño, Gastón Merino, Ezequiel Álvarez, Sebastián Barrionuevo Sapunar, Aníbal Costilla, Francisco Barrionuevo Sapunar, Juan Santiago Avendaño. El libro está prologado por Félix Demasi, integrante del mismo colectivo. En esas palabras define la propuesta como “el sueño colectivo de un grupo” y levanta una exhortación a “dejarse ganar por las palabras y a atreverse a recorrerlo con el vértigo”. La exhortación de Demasi, presupone la necesidad de que el lector se descubra frente a algo que irrumpe desde lo nuevo; algo diferente y colectivo, que el lector, en síntesis, se deje atravesar por las “flechas al cielo”.
¿Qué tienen de común los poetas que integran esta selección?
En principio señalemos las coincidencias que surgen de datos objetivos.
Los autores pertenecen a una misma generación. Casi todos han nacido entre los años 80 y 90. Publican en libros y en antologías aproximadamente a partir de 2010 hasta la fecha. Un dato que llama la atención es que casi todos ellos son de profesión abogados. Sin embargo, se reconocen y se piensan a sí mismos como poetas, casi no cultivan otros géneros. En el terreno literario tienen una trayectoria reconocible como finalistas de concursos, integrantes de antologías y autores de libros. Si bien es cierto no todos han publicado poemarios, tienen, sin embargo, una obra poética nutrida, difundida en antologías, en redes sociales, en recitales poéticos y en diversos canales alternativos. Es decir, todos han lanzado flechas al cielo. Son nombres que resultan conocidos en los círculos literarios santiagueños.
En lo estilístico, se observa un justo equilibrio entre lo individual y lo colectivo. La propuesta muestra algunas convergencias reconocibles en sus poéticas, que se modulan en matices propios de casa propuesta individual.
Como convergencias, puede observarse cierta cadencia narrativa en los poemas, una búsqueda de equilibrio entre la austeridad y el esplendor de la forma, la conjunción de tradición y modernidad, el tono melancólico, la situacionalidad del habla poética, una mezcla de elementos de poesía conceptual con el rescate de lo cotidiano, sumado a un repertorio de temas comunes, como la ciudad, las voces de la infancia, los efectos simbólicos de la pertenencia a esta tierra, las costumbres.
No hay costumbrismo, ni paisajismo, ni lo que podría denominarse poesía regional. Lo local en este caso, trasciende como lenguaje, como lugar de enunciación. Son poetas que han hecho propio el horizonte simbólico local y recuperan en registro poético el habla de nuestra gente.
En lo individual cada propuesta se recorta con un estilo y temas que son propios:
Francisco Avendaño nos ofrece una poesía de alta densidad conceptual, autoreflexiva, por momentos filosófica, que poetiza entre otras cosas el acto de escribir en sí mismo y los emplazamientos del autor: “y acaso sucedan /rauda / la hermosura. / De cualquier modo, / todo es tan fortuito / que los poemas /no debieran ser firmados”.
Gastón Merino, presenta una poética como trabajo de la memoria, en que se recupera la infancia, la reconstrucción de un credo roto, el canto a la propia tierra y a sus creencias, su folklore, sus costumbres, y la memoria de aquella ciudad en llamas que arde en nuestro pasado colectivo entre el canto de charatas y coyuyos de un diciembre ya lejano.
Ezequiel Álvarez nos presenta en sus poemas los “melcoches” de una ciudad oculta que nos reconecta con nuestro pasado, la muerte como experiencia existencial “Soy un muerto que desvive”, la salvación por la lluvia.
Sebastián Barrionuevo Sapunar nos invita a visitar la nostalgia de una experiencia del tiempo proyectado sobre los seres, el lenguaje preliminar del llanto, la sospecha sobre nuestras normalidades; “La normalidad lo cubre toda las mañanas y él hace / de aquella ceremonia un justo entierro”, el pasado que regresa.
Aníbal Costilla recupera en su poesía la memoria de la infancia en las voces de entrecasa, los juegos infantiles, la presencia de los muertos insepultos, el avance sigiloso de la muerte en el medio de la vida: “Es la muerte quien te encima las cobijas, / te cuida, te ceba el sueño, goza / verte dormido, como si estuvieras / preparado para no despertar”.
Francisco Barrionuevo Sapunar arroja una sospecha sobre nuestra “mirada” de autoadscripcion provinciana, “me estremece el puntiagudo orgullo de la pertenencia”, y la interpelación de una ciudad otoñal que convoca a la poesía.
Juan Avendaño, por último, ensaya una poetización sobre la lengua como experiencia propia, arraigada en el suelo y en el tiempo. Esta lengua “huérfana de historia”, “lengua de ruta sudamericana”, las disputas entre la vida y la muerte, el quiebre de todas las correspondencias.
La antología invita a asumir la circularidad del verso, a través de un recorrido por la voz de cada uno de los poetas. Nos convoca al conocimiento de un segmento importante de la poesía de Santiago. Una muestra de la producción de una generación, que se encuentra en su etapa más fecunda y que en este medio ha señalado un camino posible, junto a otros.
Antología Poesía Circular es, finalmente, un libro que existe desde siempre, ya que sus autores lo vienen girando por el mundo antes de encerrarlo entre sus páginas. Las monedas brillaban por sí solas.
Estamos invitados. Entremos al círculo.