El abogado del Lincoln (estreno de Netflix el pasado viernes) reúne dos instituciones estadounidenses como el drama judicial y el coche referido en el título. Su protagonista es Mickey Haller (Manuel García Rulfo), abogado de palabra justa y aspecto impecable, famoso por moverse en las calles de Los Ángeles en un clásico de cuatro ruedas que le sirve de oficina. También es el hombre de ley indicado por tomar la clase de casos que sus colegas evitan. ¿Sus defendidos? Una caterva de presuntos culpables con muy mala prensa. En esta ocasión deberá defender a un millonario acusado de matar a su esposa y amante.
Debajo de esa fachada de tiburón de los estrados, Haller está en medio de una crisis de mediana edad, pesa sobre su conciencia alguna que otra mochila ética y tiene el objetivo de “reconquistar a su familia”. La ficción, producida por David E. Kelley (The Practice, Ally McBeal) y Ted Humphrey (The Good Wife), recorre esos carriles con eficacia y sin salirse de las convenciones de su tipo. La primera temporada es una adaptación de El veredicto, segundo libro de la saga escrita por Michael Connelly. Con cinco novelas más publicadas sobre el mismo personaje hay grandes chances de que el Lincoln siga girando en la plataforma de streaming.