El Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 8, condenó este martes a Julieta Bonanno a prisión perpetua como una de las autoras del crimen de un ciudadano mexicano y de su hijo, asesinados a balazos en 2018 en un departamento situado de Belgrano, en el marco de una supuesta venganza narco.
La mujer ira a la cárcel por los "homicidios doblemente agravados por el uso de arma y por haber sido cometido con alevosía”, de Rodrigo Alexander Naged Ramírez, de 59 años, y de su hijo John Alexander Naged Aguilar, de 30, informaron fuentes judiciales.
La coautoría se refiere a que junto a Bonnano actuó al menos otra persona, un sicario que mató a las víctimas y que nunca pudo ser identificado. La lectura del veredicto del juicio que se inició el 2 de marzo de 2021, fue transmitida por Zoom. La acusada fue representada por los abogados Leopoldo Murúa y Nicolás Proz,
Antes de conocerse la sentencia, la mujer aseguró que “lo único que quiero aclarar es que el Estado no puede cometer delitos con el afán de obtener un resultado, una sentencia", dijo. Y se refirió a los peritajes que se realizaron en la investigación y argumentó que la “incriminaron” en el expediente judicial. Sobre los análisis que detectaron presencia de pólvora en una de sus manos y en unos pantalones secuestrados en su casa, dijo que “esa pericia está claramente adulterada”.
Los jueces María Gabriela López Iñíguez, Nicolás Toselli y Sabrina Namer, que forman el tribunal, anunciaron que los fundamentos de la sentencia se darán a conocer el próximo 1 de agosto.
Cómo fue el doble crimen narco
El mexicano Naged Ramírez y su hijo Naged Aguilar fueron asesinados a balazos el 4 de junio de 2018 en un departamento de Belgrano. Ramírez era cliente de Bonanno en una causa conocida como “Bobinas Blancas”, donde se investigó el intento de contrabando a Europa de dos toneladas de cocaína ocultas en bobinas de acero.
La abogada fue detenida días después del hallazgo de los cuerpos, a raíz de contradicciones en su declaración. Se la acusó de haber seguido directivas de una narcotraficante y haber permitido que un sicario ingresara en la vivienda de su cliente.
Las cámaras de seguridad de la vivienda la sitúan el día del crimen en la puerta de la casa de las víctimas. En las imágenes se puede observar que la abogada llegó a la puerta del edificio la noche del crimen, tocó timbre y, segundos después, se acercó el presunto sicario y se ubicó detrás de ella, para luego ingresar al inmueble.
Ella declaró que el hombre “la obligó a entrar bajo amenaza de arma de fuego, y luego la encerró en el lavadero, tras lo cual oyó disparos y pidió auxilio por la ventana”.
Sin embargo, los investigadores cuestionaron “por qué el asesino dejaría vivo a un testigo que lo puede identificar”, y agregaron que, en las imágenes, "la abogada no mira hacia atrás en ningún momento para ver quién está detrás de ella".