Desde Cannes
Después de dos años de daños pandémicos (el 2020 fue cancelado y el 2021 se realizó presencial básicamente para acreditados europeos, los únicos vacunados apenas una temporada atrás), el Festival de Cannes –el más influyente del calendario cinematográfico internacional- está celebrando a partir de este martes y hasta el sábado 28 sus primeras 75 ediciones al modo de la vieja, anhelada normalidad. No es que las cosas sean exactamente como antes -Francia tiene un promedio de 36.500 casos de Covid-19 semanales-, pero el festival está dispuesto a festejar a cara descubierta: las mascarillas no son obligatorias (apenas si se recomienda su uso) y no hay tests de antígenos diarios ni pases sanitarios como hubo el año pasado. “Dado que el pase de salud ya no se aplica en Francia, los invitados no tienen que mostrar un test o certificado de vacunación para ingresar al Palais des Festivals”, señalaron las autoridades. Tampoco lo necesitó el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que apareció sorpresivamente en la ceremonia de apertura con un video desde Kiev en el que pidió que el cine "no se calle" ante la "guerra más terrible desde la Segunda Guerra Mundial" (ver recuadro abajo), además de citar a El gran dictador, de Charles Chaplin, como ejemplo del compromiso que debería tener de la industria audiovisual en el contexto bélico. "Necesitamos a un nuevo Chaplin que demuestre que el cine no está mudo", exigió.
Esa controvertida intervención de Zelenski -que antes de ser presidente fue comediante y productor- apartó, al menos en la gala de apertura, la atención sobre la programación de Cannes 2022 que ha sido saludada tanto por la prensa local como por los medios especializados internacionales como “promisoria”. No es para menos, considerando los nombres de los cineastas involucrados, muchos de primera línea, empezando por aquellos que ya tienen una Palma de Oro y aspiran a llevarse otra a sus casas. Por ejemplo, el japonés Hirokazu Kore-eda, el rumano Cristian Mungiu, el sueco Ruben Östlund y los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne, que ganaron dos Palmas a falta de una, la primera por Rosetta (1999) –un film cuyo ascendiente no decrece con el tiempo- y la segunda por El niño, en 2005. Y que ahora vuelven a Cannes (para ellos pareciera que no hay otro festival) con Tori et Lokita, la historia de dos adolescentes africanos que llegan a Bélgica y deben enfrentar solos todas las dificultades de la inmigración.
En cualquier caso, si hay algo que puede advertirse a priori en la competencia oficial es que allí hay escaso margen para la sorpresa. Se trata esencialmente de realizadores consagrados por el propio festival y con una selección eurocéntrica con un fuerte acento local, empezando por la película de apertura, Coupez!, una comedia con zombies dirigida por Michel Hazanavicious, un director “inventado” por Cannes. Para que las cosas queden más claras: entre producciones y coproducciones, Francia tiene la friolera de diez largometrajes entre los 21 que concursan por la Palma de Oro (ver listado completo al pie).
Si a eso se le suman los seis títulos de Un certain regard, los cinco de Fuera de competencia, los seis de Cannes Premiere (la nueva sección del festival), los tres de Proyecciones Especiales y los diez de Cannes Classics, se puede tener una idea de la importancia que tiene el festival como plataforma de lanzamiento para la producción francesa. Y eso sin contar las secciones paralelas, como la Quincena de los Realizadores (14) y de la Semana de la Crítica (6). La bandera tricolor es predominante también en el jurado oficial, presidido por el gran actor francés Vincent Lindon e integrado, entre otros, por el director Ladj Ly, nacido en París de familia maliense.
A su vez, la francesa Claire Denis es una de las cinco directoras mujeres que compiten por la Palm d’Or, todo un récord para Cannes, un festival al que le cuesta mucho alcanzar la equidad de género. La realizadora de obras maestras como Bella tarea y 35 rhums presenta su segundo largometraje rodado en inglés después de High Life (2018), titulado The Stars at Noon, una historia de amor y guerra ambientada en Nicaragua en tiempos de la revolución sandinista. Mme.Denis viene pisando fuerte porque apenas tres meses atrás ganó el premio a la mejor dirección en la Berlinale por su film inmediatamente anterior, Avec amour et acharnement (Con amor y ensañamiento), que acaba de verse también en el Bafici porteño.
Otra directora de peso que está en la competencia oficial es la estadounidense Kelly Reichardt, con Showing Up, protagonizada por Michelle Williams como una artista plástica que busca en el caos cotidiano su fuente de inspiración. Será el regreso de ambas a Cannes desde la consagratoria Wendy & Lucy, que fue una revelación en la sección Una cierta mirada de 2008. Las tres directoras restantes en concurso son la italo-francesa Valeria Bruni Tedeschi, la belga Charlotte Vandermeersch y la francesa Léonor Serraille, cuyo primer largometraje Jeune Femme ganó la Cámera d’Or a la mejor opera prima en Cannes 2017.
Además de la película de Kelly Reichard, habrá que prestar atención a la nueva obra de otro cineasta norteamericano largamente celebrado en Cannes, James Gray, que ahora llega con Armageddon Time, protagonizada por Anne Hathaway, Anthony Hopkins y Jeremy Strong y que está inspirada –como Roma de Alfonso Cuarón y Belfast de Kenneth Branagh- en la juventud del realizador. No es el caso de Crimes of the Future, la nueva película del canadiense David Cronenberg, que no tiene nada de autobiográfica, pero que a los 79 años promete regresar a las fuentes de su cine más catártico y visceral. Con un elenco encabezado por Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart, Crimes of the Future lleva el mismo título de un film del propio Cronenberg de 1970, pero no es su remake y el propio director ya admitió que probablemente provoque estampidas en el Palais en busca de las puertas de salida, porque está inspirada en algunas de sus pesadillas más perturbadoras.
Lo que entusiasma de Thierry Frémaux -responsable artístico de Cannes desde hace 21 años- de la película de Cronenberg es no sólo su calidad (“Es un film maravilloso”, ya adelantó) sino también su potencial de alfombra roja, con Mortensen, Seydoux y Stewart posando para los paparazzi y generando tendencia en las redes sociales. “Con este tipo de películas, con el cine de autor, nos preguntamos: ¿Todavía tenemos un público para estas películas?”, confesó Frémaux al portal Deadline. “Estamos en 2022, el año 23 del siglo 21. Cuando hablamos de Fellini, nos remontamos 60 años atrás. Es una de las preguntas que tuvimos durante el proceso de selección. Sobre la relación entre el público, la prensa y el cine de autor. Solíamos tener una cultura común, pero ¿en qué forma está esa cultura después de la crisis de la pandemia y en medio de un futuro incierto?”. Para responder en parte a esa pregunta el Festival de Cannes sumó este año, como uno de sus principales auspiciantes, a la red social TikTok, especializada en la circulación de videos de corta duración.
Otra estrategia de Cannes para sumar prensa y difusión ha sido siempre la de programar, fuera de competencia, películas de Hollywood de gran impacto popular. Y este año no es la excepción. El director de Romeo + Juliet (1996) y Moulin Rouge! (2001), Baz Luhrmann, vuelve ahora a Cannes con un nuevo musical, Elvis, mientras que Ethan Coen (por primera vez sin su hermano Joel) trae su documental Jerry Lee Lewis: Trouble In Mind. Pero sin duda el tanque de Hollywood este año en la Croisette es el estreno mundial de Top Gun: Maverick, con Tom Cruise acaparando a partir de este miércoles todas las miradas y los flashes. “Es un hombre que abraza plenamente su estrellato”, lo elogia Frémaux. “Es un defensor del cine en las salas y es sobre todo un actor y productor. Incluso su trabajo más promedio pone la vara alta. Todos sus proyectos, empezando por Misión Imposible, que es una franquicia extraordinaria, tienen una calidad artística muy alta. Eso es también lo que queremos reconocer: no solo que es una estrella, sino que es una estrella que hace buen cine”.
De esa rara convivencia entre distintas concepciones del cine se trata finalmente el Festival de Cannes. Y de esos debates y contradicciones se alimenta. ¿La presencia de Tom Cruise ayuda a echar luz sobre las nuevas películas de directores tan demandantes como el catalán Albert Serra o el veterano polaco Jerzy Skolimowski, que también tendrán sus estrenos en el Palais? ¿O los sepulta bajo el ruido mediático? ¿Acaso un documental como Mi país imaginario, del chileno Patricio Guzmán (una de las dos únicas películas latinoamericanas en la sección oficial, junto a la guatemalteca Domingo y la niebla) tendrá más visibilidad o menos? Son preguntas que en Cannes se vienen formulando hace décadas y que la propia dinámica del festival se encarga de responder con la potencia de su convocatoria. No por nada en esta edición cumple 75 años y sigue siendo el centro del mundo cinematográfico.
Ucrania y Rusia en la Croisette
Todo indica que, pandemia mediante, el Festival de Cannes se llevará a cabo en un momento que todavía es incierto y muy desafiante para el cine, ya que el público en salas para películas de autor todavía no alcanzó a recuperar los números de antaño, mientras las plataformas de streaming se han fortalecido pero también parecen haber encontrado su límite. Y como un desafío adicional, la guerra en Ucrania también proyecta su sombra en las celebraciones del 75 aniversario del festival, como lo prueba la aparición sorpresa en la gala de apertura del presidente Volodimir Zelenski. De hecho, dos cineastas ucranianos forman parte de la selección oficial: Sergei Loznitsa con The Natural History of Destruction, un documental con material de archivo basado en los bombardeos a poblaciones civiles durante la Segunda Guerra Mundial, que está llamado a provocar una analogía con lo que sucede ahora en Ucrania, y el debutante Maksim Nakonechni con Butterfly Vision. “Es la historia de una joven que va a la guerra y es hecha prisionera, tiempo durante el cual es torturada y violada y luego regresa a casa. Uno pensaría que fue filmada hace un mes en el Donbás”, adelantó Frémaux. Y hay una tercera película ucraniana en Cannes, Mariupolis 2, de Mantas Kvedaravicius, un realizador lituano que ya había hecho en 2016 un film titulado Mariupolis y que en abril pasado, al regresar a la ciudad, “fue capturado y ejecutado por el ejército ruso”, según informa el festival. Su compañera, Hanna Bilobrova, quien lo acompañaba, pudo traer el material rodado allí y montarlo con Dounia Sichov, la editora habitual del director.
A su vez, en la competencia por la Palma de Oro figura La esposa de Tchaikovski, del director disidente ruso Kirill Serebrennikov. “No queremos boicotear a los artistas rusos”, explicó Frémaux. “Queremos expresar la fuerza de nuestro apoyo al pueblo ucraniano y nuestra oposición a la guerra de agresión que libra Vladimir Putin. Pero un cineasta disidente como Serebrennikov, a quien en años anteriores se le impidió venir a Cannes porque no se le permitía viajar, ahora que está exiliado en Berlín podrá regresar al festival”.
Quienes no pueden volver son los críticos y periodistas rusos. “Aprobamos solo los medios de comunicación que están en línea con la posición del Festival con respecto a la situación en Ucrania”, dijo un portavoz del festival al portal TheWrap, pero que no respondió a una pregunta sobre si Cannes había acreditado a algún periodista ruso. La posición del festival sobre Rusia quedó clara en un comunicado publicado el 1 de marzo. Decía: “A menos que la guerra de invasión termine en condiciones que satisfagan al pueblo ucraniano, se ha decidido que no daremos la bienvenida a las delegaciones oficiales rusas ni aceptaremos la presencia de nadie vinculado al gobierno ruso”. ¿Esto implica, entonces, que los periodistas a los que se les negó la acreditación están “vinculados al gobierno ruso” o son representantes oficiales del país de alguna manera? “Señalé que mi sitio web no tiene vínculos con el gobierno, pero probablemente no haya forma de que verifiquen esa información”, dijo a TheWrap la periodista Ekaterina Karslidi, que viene cubriendo el festival desde 2015.
Presencia argentina
A diferencia de otros años, la presencia argentina este año en Cannes es limitadísima, producto de la crisis que vive el cine nacional, que ha menguado en su producción o se ha volcado a las películas y series concebidas para las plataformas de streaming. En la sección Cannes Classics, abierta no sólo a películas recientemente restauradas sino también a documentales sobre cineastas famosos, está Tres en la deriva del acto creativo, la película póstuma de Fernando “Pino” Solanas, sobre su amistad con el artista plástico Luis Felipe Noé y el dramaturgo Eduardo Pavlovsky, estrenada en Argentina en diciembre pasado. La última película de Pino –que en 1988 ganó aquí en Cannes el premio a la mejor dirección por Sur- será presentada por dos de sus hijos, Victoria y Juan, que participaron activamente en su producción. Y en la Quincena de los Realizadores está el cortometraje The Spiral, dirigido por María Silvia Esteve y producido por Laura Mara Tablón, la misma dupla que el año pasado ganó el Pardino d’Oro en el Festival de Locarno por otro corto, Criatura. A su vez, Esteve es la realizadora del largometraje documental Silvia, realizado íntegramente con videos familiares y estrenado en 2018 en el Festival de Amsterdam (Idfa).
La competencia oficial
- Armageddon Time (EE.UU.), de James Gray
- Boy from Heaven (Suecia), de Tarik Sareh
- Broker (Corea del Sur/Japón), de Hirokazu Kore-eda
- Close (Bélgica/Francia), de Lukas Dhont
- Crimes of the Future (Canadá), de David Cronenberg
- Decision to Leave (Corea del Sur), de Park Chan-wook
- Eo (Italia/Polonia), de Jerzy Skolimowski
- Frère et soeur (Francia), de Arnaud Desplechin
- Holy Spider (Francia/Alemania), de Ali Abbasi
- Le otto montagne (Italia/Bélgica), de Charlotte Vandermeersch y Felix van Groeningen
- Leila's Brothers (Irán), de Saeed Roustayi
- Les Amandiers (Francia), de Valeria Bruni Tedeschi France
- Nostalgia (Italia), de Mario Marton
- RMN (Rumania/Francia), de Cristian Mungiu
- Showing Up (EE.UU.), de Kelly Reichardt
- Tchaikovsky's Wife (Rusia/Francia), de Kirill Serebrennikov
- The Stars at Noon (EE.UU./Francia), de Claire Denis
- Tori et Lokita (Bélgica/Francia), de Luc y Jean-Pierre Dardenne
- Tourment sur les îles (Francia/España), de Albert Serra
- Triangle of Sadness (Suecia/GB), de Ruben Östlund
- Un petit frère (Francia), de Léonor Serraill