Este miércoles, tras la presentación del informe “Estado del clima mundial en 2021”, de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Antonio Guterres, el secretario General de la ONU, señaló “el fracaso de la humanidad para afrontar los trastornos climáticos” y que “la catástrofe climática está cada vez más cerca”.
Para los expertos, triplicar la inversión en energías verdes (el equivalente a cuatro billones de dólares al año) se ubica como una de las opciones que plantea el organismo internacional para disminuir los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Pese a que el calentamiento global es un fenómeno que involucra a todas las naciones del planeta, cada Estado posee sus particularidades. ¿Cuál es la situación de Argentina? ¿Qué acciones de mitigación ensaya en el presente?
A tono con esta situación mundial, Inés Camilloni, doctora en Ciencias de la Atmósfera y referente en la temática, comenta que el escenario nacional posee registros de similar preocupación a los difundidos por la OMM. En esta línea, recurre a datos reportados en 2021 por el Servicio Meteorológico Nacional para arrojar algunas pistas sobre la situación local. “Desde 1961, cuando comenzaron a realizarse las mediciones en el país y comenzamos a tener información sistematizada de las estaciones meteorológicas, el año pasado fue más cálido de lo normal. De hecho, el 2021 fue el 5° año más cálido en sesenta años”, subraya la Investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera.
Las regiones de Argentina más afectadas
Luego Camilloni continúa con la descripción de lo que sucede en cada región. “Entre las zonas que registraron algún récord estuvo la Patagonia, que exhibió números históricos. Entre enero y marzo afrontó un calor extremo; fue 1.1 grados más cálido con respecto al valor promedio, al tiempo que quebró el récord histórico de calor anual”. El récord anterior había sido registrado en 1998 con 0.8 grados y en 2021 fue de 1.1 grados, con lo cual, en promedio, fue varias décimas más cálido. El sur de Argentina es la zona que más se calentó, aunque –según la especialista– no existe “una razón unívoca” que explique el cuadro de situación.
“En proyecciones hacia fin de siglo, en un escenario complejo de emisiones de gases de efecto invernadero, una de las regiones del planeta que reportará los mayores aumentos de temperatura será el noroeste argentino. Allí los cálculos dan el máximo aumento: entre 4 y 5 grados de incremento promedio hacia 2100”, destaca Camilloni. Y remata su diagnóstico local: “Por un lado tenemos temperaturas por encima de lo normal y, al mismo tiempo, las lluvias se encuentran por debajo de los parámetros. Algunas latitudes estuvieron particularmente afectadas, como la Cuenca del Paraná y la Mesopotamia, que afrontaron una bajante histórica. La última bajante del río de esa magnitud había sido de 1944”.
Compromisos y voluntades
El trabajo de la OMM también indica que la cifra de concentraciones de gases de efecto invernadero alcanzó un nuevo máximo mundial en 2020, con 413,2 partes de dióxido de carbono (CO2) por millón (ppm) en el mundo, es decir 149 por ciento más del nivel preindustrial. Asimismo, debido a aceleración de la pérdida de masa de los hielos, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó un nuevo máximo en 2021 (aumentó una media de 4,5 milímetros anuales durante el período 2013-2021). Océanos que se calientan y que, producto de la absorción de una mayor cantidad de gases de efecto invernadero, se acidifican más; fenómeno que se traduce en una amenaza para la biodiversidad y la seguridad alimentaria.
En este marco, revisar los compromisos de cada país es fundamental. “Argentina forma parte de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y firmó el Acuerdo de París, que entró en vigor en 2016. Adhiere a que es necesario limitar las emisiones de gases y se comprometió a presentar las contribuciones nacionalmente determinadas, es decir, un proyecto específico para definir de qué manera puntual disminuirá sus emisiones”, relata la investigadora.
La propuesta presentada por Argentina, a la par con el resto de las presentaciones, hoy se revelan insuficientes para combatir el calentamiento global y no superar el incremento promedio del 1.5 grados en relación a la era preindustrial. “La propuesta local, pero también las demás, deberían ser más ambiciosas. Desde aquel momento, se fueron realizando ajustes pero el gran desafío vendrá en la Cumbre de Egipto (COP27) que se celebrará en noviembre de este año”, apunta. En esta instancia que menciona Camilloni, los Estados deberán rendir cuentas sobre lo que estuvieron haciendo en materia de mitigación de los efectos del cambio climático durante los últimos cinco años.
Frente a ello, surge la necesidad de modificar la matriz energética: el reemplazo de las fuentes basadas en combustibles fósiles por otras que no generen gases de efecto invernadero. El cambio, en este sentido, incluye una transformación en varios aspectos: las naciones, sobre todo las más industrializadas, deben modificar los modelos de desarrollo y los esquemas de producción. Los proyectos solares y eólicos ya existen, pero carecen del impulso necesario para que las intenciones locales realmente impacten en el conflicto global que supone el calentamiento planetario.
El desafío más grande
La humanidad habita el Antropoceno, precisamente, la época geológica en que los seres humanos ocasionan un impacto significativo sobre los ecosistemas terrestres. Desde aquí, aunque algunos jefes de Estado –como fue el caso del expresidente de EEUU, Donald Trump– busquen negarlo, las acciones de las personas contribuyen a calentar la Tierra. Las evidencias científicas reunidas por las centenas de investigadores e investigadoras que forman parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) son contundentes. Con la pandemia y la guerra de Ucrania el cambio climático como problema estructural volvió a quedar relegado de la esfera pública. Es clave, en este sentido, otorgarle su justa importancia. Tal como menciona Petteri Taalas, el jefe de la OMM, se trata nada menos que del “desafío más grande de la humanidad”.