Desde Río de Janeiro
Dice la ley brasileña que para las elecciones de octubre los partidos deben anunciar sus candidatos en julio y que la campaña electoral empieza a fines de agosto.
La campaña permanente
Lo que se observa en la vida real no tiene ninguna relación con la ley. Para empezar, el ultraderechista Jair Bolsonaro (foto) empezó a actuar como candidato a la reelección el mismo día en que ocupó por primera vez el sillón presidencial. Y quien sigue sus movimientos se da cuenta de que él ocupa tres cuartos de su tiempo en actos cuyo único objetivo es la reelección.
Sus viajes por el país sirven solamente para eso. Y con tal de cumplir con el objetivo, no ahorra esfuerzos: inaugura obras que no están listas, otras que fueron iniciativa de gobiernos anteriores y hasta un puente de madera con quince metros de extensión por cinco de largo.
Efecto Alckmin
Para burlar la ley electoral y evitar sus efectos, lo que hacen los partidos – sin excepción – es realizar “presentación de pre-campaña”. Exactamente lo que se anunció de parte del expresidente Lula da Silva y su “precandidato” a vice, el conservador Geraldo Alckmin, exgobernador de San Pablo.
Alckmin, en realidad, trae poquísimos votos para Lula. Los dos tienen electorados muy distintos. Su presencia como vice sirve, básicamente, para tratar de transmitir señales tranquilizadores al mercado y al campo, mientras configura junto a otros partidos un frente amplio por la democracia.
Lula sigue como franco favorito para las elecciones de octubre. Los analistas destacan dos puntos específicos en los sondeos y encuestas.
Encuestas
El primer punto: cuando manifiestan su “voto espontáneo”, o sea, sin que les hayan presentado una lista de nombres, Lula tiene un promedio de 40 por ciento de intención, contra menos de 30 por ciento de Bolsonaro. En el llamado “escenario estimulado”, o sea, cuando se elige entre los distintos candidatos , Lula mantiene un promedio de 45 por ciento contra el 31 por ciento de Bolsonaro.
Para la segunda vuelta, cuando solamente los dos nombres son llevados al entrevistado, el 54 por ciento dice que votarán por Lula, el 34 por Bolsonaro y 12 dice que ninguno, o sea, votarán blanco o anularán el voto.
El otro punto destacado es el rechazo de parte del electorado. De los encuestados, 60 por ciento dice que no votaría por Bolsonaro bajo ninguna circunstancia, y el 38 por ciento dice lo mismo respecto de Lula.
Beligerante
Semejante escenario lleva al ultraderechista a adoptar actitudes cada vez más radicales. Bolsonaro tiene alrededor de un 30 por ciento de electores fieles, y un 25 por ciento de votantes sumamente fieles.
Su discurso beligerante y amenazador tiene como blanco exactamente esa parcela del electorado.
Alimentos carísimos
Mientras, Brasil enfrenta una inflación acentuada, que seguro funciona y funcionará como barrera para que Bolsonaro crezca entre la parcela más pobre de la población, que forma la inmensa mayoría del electorado. Desde hace un largo par de meses la inflación anual se mantiene en poco más de 12 por ciento, con énfasis en el precio de combustibles y, como consecuencia, de los alimentos. En abril, la papa aumentó 18,28 por ciento, el coliflor 13,25 y el tomate 10,2.
Cuando se observan los aumentos acumulados en doce meses, el cuadro es asustador: la zanahoria aumentó 178 por ciento, el tomate 103, el café 67. Son alimentos que desaparecieron de la mesa de las clases más bajas y también de buena parte de la clase media-media.
Entre marzo de 2020 y octubre de 2021, la carne vacuna experimentó un aumento de 134 por ciento. Y el precio sigue aumentando, haciendo que haya desaparecido para siempre de la mesa de más de la mitad de los 212 millones de brasileños.
Canadá
Frente a semejante escenario, Bolsonaro no tiene otra salida que decir que en otros países la carne es mucho más cara que en Brasil. Suele mencionar a Canadá como ejemplo, olvidando un pequeño detalle: la renta promedia de un canadiense es más de cinco veces la de un brasileño.
Para la mayoría del electorado, el Canadá es nada más que un país lejano, mientras que Brasil es una realidad que duele cada vez más.