Chica, serás una mujer, pronto. (Suena bastante feo en español pero en inglés suena bien.) De casualidad yo llevaba el pelo cortado como Uma Thurman en Pulp Fiction cuando empezamos a salir con Diego, y ésta fue de las primeras películas que vimos juntos. Él me pasaba a buscar en un Torino marrón y paseábamos, conociéndonos y seduciéndonos a la vez o viceversa. A su vez, pasábamos mucho tiempo separados por mis giras de tres meses año tras año con De La Guarda. El último año de gira, el tercero de estar juntos, tocó hacer temporada en New York. Me fui cinco meses pero a Diego le mentí: en un principio le dije que me iba a ir dos.
No creo tener canciones preferidas. Me gustan demasiadas como para hacer una lista. Entre los 14 y los 18, escuché un millón de veces “El capitan Beto”, “Muchacha”, “Durazno sangrando” de Spinetta,  “Woman” de Lennon, “Angie” de los Stones, Duran Duran, temas de los Smiths y The Cure, y más, más y más y de nuevo todo y en cassette.
Tengo un arsenal de canciones guardadas por todas partes del cuerpo, de esas que me teletransportan directamente al momento en donde las escuché por vez primera, o al momento donde sucedió algo extraordinario. Casi siempre son lugares algo nostálgicos pero muy emocionales, sensaciones primeras, emociones jóvenes. Hay un momento de la adolescencia donde uno “es” las canciones y las canciones “son” la única compañía del alma solitaria.
Volviendo al tema en cuestión, resulta que yo estaba haciendo Villa Villa en New York. Vino a visitarme Diego por una semana, Diego era mi novio entonces y hoy es mi concubino, compañero, padre de mis hijos. Una semana en cinco meses es poco tiempo para que pase algo tan grande.
En ese momento además de actuar, estábamos entrenando a una segunda compañía que continuaría las funciones en Union Square. Llegó un día en que tocó volver, cargada de valijas y cosas inútiles que compré por un dólar. Después de haber trabajado cinco meses corriendo literalmente por las paredes, zapatear bajo la lluvia y volar por el aire ocho funciones por semana, y aunque todo fuera muy glamoroso, me reconocieran por la calle los neoyorkinos, haber levantado por el aire a Leonardo Di Caprio, tener plata y hablar mejor inglés, volvía a casa agotada y sin entender por qué. Yo sabía bien que la adrenalina es poderosa y te mantiene alerta y despierta. No entendía qué me pasaba. No era cansancio mundano, era otra cosa.
Ni abrí las valijas, me daban asco. El olor a nuevo me daba arcadas. No repartí los regalos que había traído. Ya no quería vestirme, ni ponerme la ropa nueva, ni salir, ni nada. Logré meterme en la cama de la casa de Diego todo el día durante varios días, sólo quería dormir, lo único que quería era dormir y él no entendía nada, pensaba que estaba deprimida, ¿quizás?
A la semana sentí cosas raras en el cuerpo y me enteré de que estaba embarazada. Qué locura. No entendía como había pasado. No sé cuantas miliunidades de embarazo, varias. El bebé estaba tan pero tan agarrado que la madre saltó como una loca e hizo todo lo contraindicado y sin embargo el óvulo firme diciendo acá me quedo y voy a nacer. 
Le conté al padre. Se volvió loco de emoción, ahora era él quien rebotaba de alegría por las paredes. Puso música para festejar. Empezó a sonar “Girl, You’ll Be a Woman, Soon”, interpretada por Urge Overkill de la banda de sonido de Pulp Fiction. Diego es músico, y en este caso también perfecto ambientador emocional, y claro, sabía qué tema poner. 
Entonces empieza la subjetiva de una cámara que me tiene en el centro y hace zoom y se aleja. Todo se amplifica. Soy una niña, soy una chica, soy una mujer, con millones de emociones mezcladas: angustias, impulsos, ansiedades, emoción extrema. Pasa de todo y mucho en un segundo. 
Y bailamos lento, llorando y riendo al mismo tiempo. “Girl, You’ll Be a Woman, Soon”. Lo pondremos una y otra vez y varios días seguidos. Ese tema alternado con “Chan Chan” de Buena Vista Social Club. Yo tenía 27 años y estaba viviendo repentinamente uno de los momentos más románticos de mi vida y de nuestras vidas, nuestra propia película. Una ficción palpable y real.
Días después, moríamos de risa imaginando que nacía negro y hablando en inglés con acento rapero, o que salía rubio y con acento british. Yo me reía, y Diego actuaba todo tipo de personajes, exorcizando miedos.
Creo que fui preparada de algún modo para dar a luz de un modo muy natural, o mejor dicho, de un modo muy animal.
Mi mamá siempre me dijo que no dolía, (¡gran mentira!), que mi nacimiento fue hermoso, fácil y placentero. Allá en los 70 quizá todo era así mas flower power. Mi abuela materna, siria, parió cinco hijos en su propia casa. Hice lo mismo. Parí como una animal un 1º de mayo: en nuestra casa, en el living, me dolía como la puta madre pero León salió vivito y con el ojo en compota, todo perfecto. A veces el dolor es puro placer. Otro momento de llanto y risa. Todo asociado a la vida del amor.
“Girl, You’ll be a Woman, Soon”. Lágrimas en los ojos al día de hoy que volví a escucharla. Música feliz.


Mayra Bonard  es bailarina/performer, coreógrafa y directora. En sus creaciones dialogan de modo personal los lenguajes de la danza, las artes plásticas, el texto, el teatro, la música y la performance.  Fundó e integró El Descueve, prestigioso grupo en la escena independiente de Buenos Aires. Participó en la creación e interpretación de Villa Villa del grupo De La Guarda, espectáculo de gran repercusión internacional. En noviembre de 2015 fue invitada por la Universidad de Berkeley y Joe Goode Performance Group a presentar sus obras Selección Natural y Cariño en San Francisco, California, y  dar conferencias y workshops. Actualmente trabaja sobre una nueva performance que también interpretará. Selección natural se presentará en el Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires el 8 de diciembre a las 19 en la Usina del Arte.