“¿Quién ocuparía la jaula ahora?”, se pregunta un escultor a instancias de Ezra Pound, el poeta estadounidense que a la caída del fascismo fue objeto de escarnio por su abierta exaltación del régimen caído. “El alba anuncia que ya nunca más podrás vivir el día que pasó”, recita a su turno el amante de Maria, poeta polaca que 40 años atrás adoptó las bellas colinas toscanas como segunda patria, cuando en su país se impuso la ley marcial. Entre el vivir cada día como si fuera el último y la figurada jaula de la intolerancia tendrá lugar la vida de Maria, atrapada en la histeria antiárabe de la Europa actual y, tal vez, la condena social del adulterio, en un país de raíces tan católicas como Italia. Es allí donde el título original, traducible como “dulce fin del día”, revela toda su carga de amarga ironía, en tanto lo que se cierne sobre la protagonista es una noche oscura.
El comienzo encuentra a la escritora polaca Maria Linde (la reaparecida Krystyna Janda) en el pináculo: es feliz en el pueblito de pescadores donde vive, tiene con ella a su marido, su hija y sus nietos, celebra su cumpleaños… y acaba de ganar el Premio Nobel. Hasta el comisario fuma porro y festeja esa noche junto a Maria y sus invitados, con la dueña de casa majestuosamente tendida sobre un sillón y la hija fumando con ella. En ese momento, el representante de la policía aparece como una caricatura, alarmado con la noticia de que un grupo de inmigrantes sin papeles se desplaza desde la isla de Lampedusa hacia allí. Pero la cosa comienza a enturbiarse cuando el nieto de Maria desaparece y la investigación policial apunta sobre el amante de su abuela, de origen copto. Habrá un atentado y como consecuencia de ello Maria hará un discurso incendiario ante los miembros de la Academia. En la plaza seca de Volterra la jaula alegórica empieza a abrirse, en busca de quien la ocupe.
Filmada con elegancia y actuada por Krystyna Janda con la autoridad de una veterana que lleva muy bien sus años (y que sigue fumando tanto, y tan nerviosamente como en tiempos de El hombre de mármol y El hombre de hierro), la película dirigida y coescrita por Jacek Borchuk tiene un andar tan fluido como el descapotable blanco que Maria conduce relajadamente por las rutas toscanas. Pero se traba en un par de detalles esenciales. El primero es la desaparición del nieto de Maria, que se va una tarde y es hallado a la madrugada: nunca se sabrá el porqué, abriendo en medio de la narración un bache de tamaño considerable. El segundo, crucial, es el discurso que da la protagonista ante la Academia sueca, donde califica un cruel atentado con bombas en el centro de Roma como “una obra de arte”, achacándole el origen del siniestro a la vieja Europa. ¿Puede un atentado ser una obra de arte? De la respuesta a este enigma depende la credibilidad entera de Dolce fine giornata.
DOLCE FINE GIORNATA 6 PUNTOS
Polonia, 2019
Dirección: Jacek Borchuk
Guion: J. Borchuk, Marcin Czeko y Szczepan Twardoch
Duración: 92 minutos
Intérpretes: Krystyna Janda, Kasia Smutniak, Antonio Catania, Lorenzo de Moor
Estreno exclusivamente en salas de cine.