La comunidad kolla San Felipe, del municipio de Santa Victoria Oeste, denunció el abandono de las autoridades del Ministerio de Educación de la provincia de Salta hacia los adolescentes y jóvenes que asisten al Colegio Secundario Rural N° 5229. Desde hace un año los estudiantes tienen aulas que no cuentan con puertas ni ventanas, y además se decidió que para este año cursen clases en esas instalaciones.
En abril del año pasado se iniciaron las obras de dos aulas para el secundario, puesto que no tenían un lugar propio desde que su creación en 2016. Precisamente, en los años previos, el dictado de las clases se hacía en las instalaciones de la escuela primaria. Y hasta el día de hoy se sigue usando la sala de jardín de infantes para algunas clases.
El municipio está ubicado en la Puna salteña, en el epartamento de Santa Victoria, donde las temperaturas suelen bajar a los 2 grados en gran parte del año, ya que se ubican en una zona cordillerana.
El presidente de la comunidad San Felipe, Florenio Abán, mostró a Salta/12 las reiteradas notas con los pedidos que envió a la cartera de Educación que dirige Matías Cánepa. Allí no sólo reclama la creación de un edificio propio para el secundario, sino que también se apuntó al nombramiento de personal de maestranza y administrativo y la entrega de elementos básicos como bancos y asientos para cursar.
"Se ha creado el colegio sólo en papeles porque no tiene ni aulas ni nada", denunció Abán. En ese sentido, relató que cuando se puso en marcha del secundario, se contó con la buena voluntad de las autoridades de la escuela primaria, que cedieron aulas, y de la iglesia del lugar, que prestó su capilla. Con el correr de los años se trasladaron directamente al edificio de la primara.
En una de las notas de septiembre de 2020, la comunidad pedía la infraestructura del colegio rural, un preceptor, un secretario, una ordenanza y un cocinero. "Desde su creación, no contamos con edificio propio, las clases los profesores la están dictando en la capilla y al aire libre libre. Tampoco contamos con mesas, sillas, etc.", decía la nota.
Ya para marzo de 2021, y con el regreso paulatino a la presencialidad en las instituciones educativas, la comunidad volvió a presentar otra nota. Esta vez no sólo se reclamaba por el edificio sino que se postularon nombres para los cargos que venían solicitando. También pedían "conectividad urgente para que los alumnos puedan hacer sus tareas".
De todas las demandas, Abán dijo que lograron que se contrate una ordenanza, pero a través del convenio que los municipios tienen con Educación de la provincia. En relación al edificio, en abril empezó la construcción de dos aulas, pero hasta la actualidad no se concluyó con la obra. Aún así se decidió el dictado de las clases en el lugar, donde para cerrar un poco la entrada del aula, al carecer de puertas, los docentes colocan una chapa.
Lo único que supo Abán es que se iban a hacer las refacciones que faltaban, pero "ahí nomás se dejó todo". "Dan clases ahí cuando llueve, los chicos se mojan porque está mal techado", repudió el presidente kolla. Desde el Ministerio de Educación provincial no supieron responder a las consultas de este medio.
Debido a la falta de soluciones, la comunidad empezó un pedido de donaciones para que se concluyan las obras y se acondicione el lugar con los elementos que faltan.
Con la llegada de la pandemia, la comunidad seguía insistiendo en el pedido de infraestructura, y tras los diversos reclamos lograron reunirse con Cánepa de manera virtual. El ministro les dijo que presenten notas y las envíen con alguna persona que llegase a Capital, en este caso el intendente Víctor Quispe, pero tampoco obtuvieron respuestas al planteo presentado.
Abán sumó otra problemática relativa a la alimentación de los jóvenes. Actualmente en el colegio asisten alrededor de 20 estudiantes, de 8 a 13, pero algunos deben caminar por tres horas hasta el lugar, por lo que un gran número asiste sin desayunar.
"Los docentes y los chicos juntan plata para tomar algo temprano", relató. En el caso del almuerzo, gracias a las cocineras de la primaria pueden recibir una porción diaria, porque el secundario no tiene personal ni infraestructura para preparar los almuerzos.