Facundo Campazzo es genuino. Tanto como exigente y realista. Por eso, mientras transcurre sus días en Córdoba, mechando entrenamientos y vida social con familiares y amigos, no se ubica en ningún extremo cuando tiene que analizar su segunda temporada en la NBA en charla con Página/12. Hace autocrítica y evita poner excusas por una segunda parte que lo encontró sin el nivel esperado ni con los minutos que pretendía. Pero, a la vez, mientras le escapa a la victimización, entiende las decisiones del entrenador de los Nuggets y asegura que no todo fue color negro durante los últimos meses. “Quizá de afuera pueda verse como una temporada no tan buena, como una situación difícil, pero yo lo viví con naturalidad. Queriendo de jugar, buscando ser parte del día a día, de la rotación del equipo, porque es lo que quiere todo jugador, pero sin ver todo mal ni estando triste. Traté de focalizarme en lo que estaba a mi alcance: estar bien físicamente, entrenado, con confianza y preparado por si me tocaba volver a jugar. Así todo fue más llevadero”, fue su primera respuesta.

-La NBA es dura, hasta cruel, no jugar es bravo, se te deben pasar mil cosas por la cabeza. ¿Cómo fue para vos internamente? ¿Flaqueaste en algún momento?

-En una temporada larga tenés altibajos, pero en los momentos bajos yo intenté buscarle la vuelta, tratando de seguir, estando lo mejor que podía por si la chance llegaba. Pero no es que estuve triste o enojado. Quería jugar y cuando perdíamos, me sentía frustrado por no poder ayudar y, cuando ganábamos, quería ser parte. Pero tampoco es que fue difícil porque el entorno influye y dentro del equipo, incluso con el entrenador, que siempre me habló y me dijo que estuviera listo, la pasé bien. 

Campazzo tuvo buenos y malos momentos durante su segunda temporada. (AFP)

-¿Entendiste el no jugar, el “no hay lugar para vos, hay otros mejores”? ¿O internamente decias “en este equipo yo debería jugar”

- Claro que me puse en la piel del entrenador. Y si hubiese sido él, también habría buscado variantes para que la segunda unidad sea más ofensiva y tuviera mayor fluidez. El debía buscar opciones y la que encontró, le funcionó, el equipo estuvo más dinámico y no tuvo tantos altibajos. Y empezó a ganar. Y el equipo, siempre, está por encima de todo y yo tuve que adaptarme a esa situación. Nunca lo tomé como algo personal, hubiese sido un pecado de mi parte.

-¿Hiciste autocrítica de tu temporada?

-Claro. Lo primero que hice fue autocrítica. Oportunidades tuve, a veces las aproveché, sobre todo en la primera parte de la temporada, cuando pude dar soluciones y ayudar al equipo, y luego ya no... Ahí fue cuando me puse en el lugar del entrenador y lo entendí a la perfección. Si la alternativa que encontró le funcionó, ¿por qué iba a merecer yo jugar más que el resto? Además, cuando di este paso a la NBA, tenía claro que esto podía pasar, que mi rol no iba a ser grande. De hecho, de no haber tenido tantas lesiones el equipo, seguramente no hubiese jugado tanto en la primera temporada. Fue una sorpresa. Y, bueno, ahora me tocó esto. Para bien o para mal, la NBA es así y hay que adaptarse.

-¿Por dónde pasó la autocrítica que hiciste?

-En mi carrera siempre me tocó tener la pelota en la mano, tomar decisiones y equivocarme. Mi desafío en la NBA era poder hacerlo sin la pelota, cometiendo menos errores, siendo más eficaz. Por momentos pude y, por momentos, no. En la NBA la dificultad aumenta, no es sencillo hacerlo bien todo el tiempo.

-Vos generalmente has sido muy mimado por la gente y los hinchas. ¿Cómo tomaste las críticas? Sobre todo las más lapidarias de que no podés jugar en la NBA o algunos que te apodaron Rotundo Fracazzo.

-Críticas hubo siempre, pero yo intento leer poco, cerrarme en mi círculo, con familia y amigos, y gastar mi energía en lo que sé hacer: entrenar y mejorar, ser parte de equipo y pelear por un lugar. Considero que tanto las críticas buenas como las malas, cuando son en exceso, son malas para los deportistas que las consumen. Yo estoy en las redes y las he visto, pero trabajo que no me influyan o para que me entren hasta cierto punto. Uno debe convivir con esto, sabiendo que no se podrán cambiar y que, en muchos casos, son de personas anónimas que lo hacen sin su nombre real, detrás de un escondite, para molestar. 

-El 1° de julio, cuando sea la apertura de la agencia libre, si te viene a buscar un equipo, ¿qué te tiene que decir para convencerte o seducirte? ¿Qué rol aceptarías para ir a un equipo determinado?

-Es difícil que venga un equipo y me diga en detalle lo que me puede dar, porque la temporada de la NBA es muy cambiante, muy día a día. No sé qué podrán decirme, tengo más claro lo que no vendrá a decirme un equipo… No vendrá a decirme que quiere que sea titular o que sea el segundo que más tome decisiones desde el banco, que esa segunda unidad se va a basar en mí… No espero algo así. Yo creo que, adonde vaya, voy a seguir teniendo que ganarme un lugar durante toda la temporada. Es lo que espero. No tengo la actitud de pedir minutos o un rol, el decir no acepto “menos que eso”, por caso. Todo me lo voy a tener que ganar. Pero no me molesta. Por eso voy a seguir intentando.

-Está claro que querés seguir en la NBA, es tu objetivo. ¿Pero te sentís que sos un jugador NBA, que sos alguien que pertenece a esta elite?

-Yo creo que ser un jugador o no NBA dependerá de la construcción de mi mejor versión y que vale la pena intentarlo. Siento que, en estas dos temporadas, hubo momentos que ayudé, que lo fui, siendo titular hasta en los playoffs, y en otros momentos que no. Me quedo con la primera sensación y me dejo llevar por eso para seguir intentando estar allí.

-¿Qué necesitás mejorar para ganarte ese lugar? ¿En qué estuviste trabajando estas semanas con Mariano Sánchez –DT de desarrollo individual- y Dave Love –coach de USA, especalista en el tiro-?

-Estuve trabajando en la parte ofensiva, probando cosas que en la temporada no pude trabajar. Con Dave Love fueron detalles para que cada entrenamiento del tiro sea bueno. Buscando sumar tiempo, horas, ser consistente en eso para poder seguir mejorando el lanzamiento. Con Mariano, lo mismo, buscando tocar cosas que no entreno, sumar herramientas, para resolver con más naturalidad distintas situaciones del juego y del ataque. También todo esto me ayuda a mantenerme en forma. Nunca tuve vacaciones tan largas y quiero estar lo mejor posible.

-Se viene la Selección desde fines de junio, con las ventanas, y luego la Americup. ¿Te genera ilusión de volver a jugar y, de paso, volver a ser el Facu del 2019? Tal vez te pueda servir también para eso.

-No voy a ir a la Selección a buscar algo individual, a buscar minutos, ser el de antes o sumar confianza. Yo no busco eso de la Selección. Pretendo que, en esta etapa, todos estemos a disposición para jugar y ganar los partidos. Con esa mentalidad voy, sin temas personales de por medio. Si voy a ganar confianza, no sería la manera adecuada. En este momento, ya sin Luis (Scola) ni Sergio (Hernández), necesitamos el compromiso de todos para seguir armando lo que veníamos trabajando, buscando una identidad. Eso me motiva a ir, también el estar con compañeros y un nuevo entrenador. Queremos seguir construyendo. Y, además, pensando en Tokio, donde no jugamos como esperábamos, reencontrar lo nuestro.

-Por último, te pregunto por Luka Doncic, tu ex compañero en el Real que ahora ya no domina la fase regular sino también en playoffs y hasta en un Juego 7. ¿Te sorprende esto o pensaste que podías hacer tanto?

-Nadie tiene la bola de cristal, para saber qué podía hacer, porque es muy difícil, pero con 15, 16 o 17 años lo veíamos como alguien muy especial… Porque para hacer lo que hacía en un club así, en Europa, un jugador normal necesita años y él lo hacía siendo muy chico. Con 15 años ya veíamos la confianza, la soltura, la inconsciencia. Está claro que tenía un talento increíble, lo veíamos, notábamos que era alguien super especial, sobre todo cuando se hizo el dueño del equipo en Madrid. Notamos que su techo era muy alto pero ahora lo veo y pienso que todavía no llegó a su techo, que puede ir por más, porque a lo que es hay que sumarle que es un jugador de equipo, que hace mejores a sus compañeros, que quiere ganar títulos y que hará lo que haga falta para lograrlo. Hoy lo vemos manejar todas las situaciones y un poco tuvo que ver con los modelos que tuvo en el Real, como Felipe Reyes, Sergio Llull, Rudy Fernández o el mismo Chapu (Nocioni). A todos nos marcaron.