En mi libro Jugar en equipo escribí sobre una nueva propuesta para pensar y planificar el deporte argentino, basada en el “Círculo Virtuoso del Deporte”, constituido por cuatro pilares y eslabones fundamentales que son el deporte en la escuela, los clubes, las federaciones y las universidades. Sin duda, la base del deporte argentino son los 12 mil Clubes de Barrio que hay a lo largo y ancho de nuestro país; por eso son la institución que más atención de parte del estado necesita y es necesario que los gobiernos nacionales, provinciales y municipales tengan políticas específicas de apoyo económico, de capacitación y formación dirigencial, de mejora de infraestructura, de facilidades para su administración, pero fundamentalmente, necesitamos que estas políticas sean universales y lleguen a cada uno de los clubes.

Por ser un espacio que está en permanente debate, creo que la mejor manera de analizar y pensar las políticas públicas, es sobre la base de datos y estadísticas. En el año 2021, desde la Federación del Deporte Universitario Argentino (FeDUA) –institución que presido– en conjunto con 27 Universidades Nacionales, realizamos un “Relevamiento Nacional de Entidades Deportivas”, un trabajo realizado a pedido del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, que al día de hoy desconocemos los motivos por los que no fue publicado y socializado. Si bien el informe y la devolución es más extensa, comparto parte de la información que me pareció más relevante.

Según nuestro trabajo, que incluye clubes con y sin personería jurídica, hay unos 11.870 clubes distribuidos en todo nuestro territorio, un promedio de 3 cada 10.000 habitantes; siendo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la que menos Clubes por cantidad de habitantes tiene y la Provincia de Santa Cruz la que más tiene por cantidad de habitantes.

Conocer los periodos históricos en los que surgieron los Clubes y su sustentabilidad en el tiempo, nos da cuenta de la vasta historia que hay detrás de estas instituciones. Podemos encontrar clubes con más de 100 años y otros constituidos en el año 2021. En este sentido, es importante destacar que el 80 por ciento de los clubes y entidades deportivas tienen más de 20 años. También nos permite identificar las distintas etapas en las que mayor o menor políticas de Estado fueron asociadas a la promoción y creación de los Clubes de Barrio. Siendo los gobiernos populares de Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y Cristina Fernández de Kirchner los gobiernos donde más Clubes se fundaron.

El deporte es un puente de sociabilidad y los Clubes de Barrio son la principal institución de referencia luego de la Escuela, el deporte comunitario y social es una de las herramientas más efectivas para generar y fortalecer esos lazos sociales de convivencia que necesitamos; para promover prácticas solidarias, robustecer el trabajo en equipo y generar ese sentido de comunidad, tenemos que trabajar para que esos potreros informales donde encontramos miles de pibas y pibes, se conviertan en clubes formales e incluirlos con mayor institucionalización. Esto no es nuevo, ya se hizo principalmente entre los años 1945 y 1955 y entre los años 2003 y el 2015; tenemos que volver a hacerlo, ya que es ahí donde vamos a encontrar a quienes se alejaron de la Escuela en tiempos de crisis sociales y pandemia.

El deporte es un derecho y el Estado debe garantizarlo. Un país no puede pretender tener buenos resultados y menos, exigirles a las y los deportistas que los tengan, si no hay políticas deportivas que perduren en el tiempo, que se evalúen y perfeccionen constantemente. En este sentido creo que en Argentina tenemos una deuda histórica con los Clubes. Tenemos que jugar mucho más en equipo, conformar un sistema deportivo fuerte y terminar con las gestiones personalistas.

Mucho hablamos de la importancia que tienen los Clubes de Barrio en la sociedad Argentina sobre todo por su rol social, son el ámbito más dinámico que tiene el deporte en términos participativos y políticos, son, fueron y serán espacios de lucha permanente; por ello, es llamativo que aún no se haya logrado la reglamentación de la Ley 27.098 de Régimen de Promoción de los Clubes de Barrio y de Pueblo sancionada a fines del 2014, con un amplio consenso y acompañamiento de la militancia y dirigencia deportiva, luego de muchos debates y movilizaciones. Su implementación hubiera sido un gran punto de apoyo para los clubes durante estos últimos 8 años, donde lejos de estar mejores, sufrieron el acoso de los tarifazos y el abandono de políticas universales que los contenga en toda la variedad de sus necesidades. Que distinto hubiera sido también, la realidad de los clubes y del deporte, si se hubiera implementado la Ley 27.201 de Asignación Universal por Hijo en el Deporte, sancionada y reglamentada en el año 2015; la misma hubiera significado una gran inyección económica en los clubes y una masiva política de inclusión donde miles de niñas, niños y adolescentes tendrían garantizado por parte del estado ese derecho al deporte por el que tanto militamos.

Hasta que no haya una política universal para todos los clubes, con un fuerte acompañamiento por parte de los gobiernos para regularizarlos y formalizarlos; mientras continúe prevaleciendo una burocracia que excluye de cualquier beneficio a miles de clubes por la falta de un papel, pero después usan ese mismo lugar para la foto política. Mientras quienes toman las decisiones se convenzan entre sí mismos de que están haciendo historia, con un buen programa como “Clubes en Obra”, pero que en realidad con una inversión de 1.800 millones de pesos en dos años y medio solo llego a 3200 Clubes (casi un 27% del total), lo que significa un promedio de $562.000 por club, en 30 meses de gestión, dejando afuera de ese “beneficio” al 73% de los clubes de la Argentina, seguiremos teniendo una deuda con los clubes que tan importantes son para nuestras comunidades.

Somos muchos las y los que teníamos una gran expectativa que con el cambio de gobierno en el 2019 íbamos a lograr reglamentar las leyes, implementarlas y saldar una deuda de nuestra democracia que es la de darle alivio y estabilidad a todos los Clubes. Parece mentira, que toda esa dirigencia que tanto trabajóo y militó por estas leyes, que tanto resistió y luchó contra los tarifazos en el gobierno de Mauricio Macri; que todos esos Clubes, sus socias y socios que hicieron un trabajo solidario enorme en plena pandemia, siga dependiendo de las decisiones de un ministro, que lejos de dialogar, manda a vallar sus sedes de policías, ante las protestas cada vez mayores de los socios de su Club Atlético San Lorenzo de Almagro, porque no puede dar explicaciones de la situación caótica en la que se encuentra su club, siendo el su actual vicepresidente. Que podemos esperar y que mensaje le estamos dando a toda nuestra sociedad, si quien tiene que administrar los recursos del estado destinados al deporte, es todos los días una mala noticia por como administra la de su Club.

La única verdad es la realidad y a la realidad no hay marketing que la tape, ni influencers que la resuelvan por más buena voluntad que tengan; el Estado es irreemplazable y es el único garante de nuestros derechos y quien debe velar por que los clubes continúen siendo instituciones de bien público en manos de sus socios. Necesitamos terminar con los parches y de una vez por todas, tener una política deportiva que de forma universal llegue a cada uno de los 11.870 clubes y a cada pibe y piba que forma parte de ellos. Esa es nuestra verdadera deuda con el deporte y somos muchas y muchos los que vamos a seguir debatiendo y luchando, para algún día saldarla.

* Autor del libro Jugar en Equipo. Claves para transformar la realidad desde el Deporte.