Allá en la Kingston de 1969, cuando el reggae apenas había sido bautizado y ya se disponía a conquistar el mundo, el hoy legendario sello Studio One, fundado en los años cincuenta por el productor Coxsone Dodd, organizaba todos los domingos audiciones públicas para cualquiera que quisiera probar suerte en ese mismo lugar donde Bob Marley y los Wailers habían dado sus primeros pasos. Las sesiones arrancaban a mediodía y podían durar hasta bien entrada la tarde, las colas daban la vuelta a la manzana y los candidatos eran en su mayoría cantantes que desde temprano por la mañana se guardaban del sol más intenso del planeta bajo el toldo de un negocio o la sombra de algún árbol. Una banda con músicos estables del sello los esperaba en el patio del frente, donde decenas de aspirantes a estrellas se jugaban su suerte a todo o nada. Solo pasaban adentro en contadas ocasiones, cuando el mismo Dodd, que pocas veces presenciaba él mismo las audiciones, decidía grabar a alguien para guardar un registro de lo que le había gustado.

Horace Andy era por entonces un adolescente de dieciocho años criado junto a seis hermanos y cuatro hermanas en un barrio humilde de Kingston. Lo habían apodado “Sleepy” (“Dormilón”) por su facilidad para quedarse dormido a cualquier hora y en cualquier lugar. Pero por mucho que le gustara abandonarse a esas mieles, para esa época ya había escrito un puñado de canciones que solía cantar para sus familiares y amigos, que lo alentaron hasta que uno de esos domingos finalmente decidió acercarse a Studio One y mostrar lo suyo. Al llegar su turno, luego de tres horas de cola, ya estaba bastante nervioso cuando de pronto vio que el mismo Coxsone Dodd (“El Sr. Dodd”, como todavía lo llama) estaba presenciando la audiencia. Y las cosas no mejoraron cuando los sesionistas escucharon a Horace cantar una de sus propias composiciones con una voz alejada de los estándares masculinos de la época. Uno a uno bajaron sus instrumentos y comenzaron a reír a carcajadas ante ese timbre dulce, agudo, con algo de femenino y algo de otro tiempo, pero la burla se convirtió en asombro cuando Coxsone les dijo que pasaran adentro para grabar al chico.

Hoy, más de cincuenta años después, Horace Andy es reconocido como uno de los cantautores legendarios de la historia del reggae. Sus más de veinte discos de estudio recorren con altura las variaciones del reggae en la línea de tiempo que va desde comienzos de los setenta a nuestros días, paseando por el roots, el dub, el lovers rock o el dancehall. Trabajó con músicos y productores como Augustus Pablo, King Tubby, Mad Professor o Joe Strummer, y desde los noventa cobró fama mundial por ser la voz principal de Massive Attack en algunos de los temas más exitosos de la banda, entre ellos “Man Next Door” o “Angel” (que, a su vez, están basados en temas que Andy grabó en los años setenta). Desde entonces se convirtió en el colaborador principal del combo de Bristol participando en todos sus discos, desde Blue Lines (1991) hasta Heligoland (2010), y su voz se convirtió en una marca registrada de la banda, para la que continúa siendo un miembro estable en todas sus giras. Esa influyente carrera por estos días se revitalizó: poco después de su cumpleaños número 71 y a diez años de su último disco, el pasado abril Horace Andy lanzó Midnight Rocker, producido por el británico Adrian Sherwood, figura y actor esencial del dub desde finales de los setenta. Una colección de clásicos reversionados y composiciones nuevas que ambos vienen cocinando a fuego lento desde hace más de cinco años y que está siendo celebrada como uno de los puntos más altos en toda la trayectoria del artista jamaiquino.

CLÁSICO Y CONTEMPORÁNEO

“Estamos muy orgullosos de presentar en U-Sound un disco verdaderamente maravilloso, grabado junto a uno de los cantautores más grandes en la rica historia de la música de Jamaica, Horace Andy, en una de sus performances más memorables. Estoy muy orgulloso de este disco”, escribió Sherwood para la presentación en público de Midnight Rocker, editado en su sello y grabado junto a una selección de maestros veteranos del reggae y el dub entre los que se cuentan los guitarristas Skip McDonald (más conocido como Little Axe) y Crucial Tony (African Head Charge, Dub Syndicate), con más de setenta años de edad cada uno. A eso se suma la carga emocional de un músico fallecido días antes del lanzamiento: el bajista George Oban, fundador de Aswad y ladero de Sherwood desde finales de los setenta.

Nunca antes Andy y Sherwood habían trabajado juntos, pero para el productor es la segunda vez que se involucra en un disco tardío de una leyenda jamaiquina. La anterior fue en 2019, cuando produjo los celebrados Rainford y Heavy Rain, de Lee Scratch Perry. La metodología fue la misma: para cada tema Sherwood se encerró durante meses con los músicos en los estudios de su sello, perfeccionando sin apuro cada performance y cada arreglo, y luego envió las tomas a Jamaica, para que Andy grabara allí las voces. El resultado final da cuenta de esa minuciosa labor. Cada una de las canciones de Midnight Rocker –desde las reversiones de los clásicos “This Must Be Hell”, “Materialistic” o “Mr. Bassie” a las flamantes “Easy Money” o “Today Is Right Here”– resuenan contemporáneas sin perder su anclaje en la tradición, mientras que las interpretaciones instrumentales permiten en su vuelo el espacio necesario para que la sutil pero intensa teatralidad de la voz de Andy –cada vez más atemporal y rasgada, como surgida de las entrañas mismas de esa tierra a la que regresó luego de tres décadas viviendo en Inglaterra– se robe el show.

“Estábamos determinados a hacer que este disco fuera todo lo bueno que podía ser”, contó Sherwood. “Horace es una leyenda viviente. Su voz suena mejor que nunca, y eso queda claro en el resultado final. Tiene esta voz increíble, reconocible al instante, así que quería que su performance sonara clara, dejándola cruda pero con muchas capas detrás, y para eso era importante tener la combinación adecuada de intérpretes. Y fueron las últimas sesiones que grabó George Oban, un amigo muy querido que falleció en enero pasado, así que este es un disco extra especial para mí. No podría estar más orgulloso”. Andy se muestra igual de entusiasmado: “Adrian es muy inteligente, conoce la música y tiene las mejores orejas. Eligió algunas de mis viejas canciones de Studio One y también hicimos algunas nuevas. Fue genial trabajar con él. Le gusta tomarse su tiempo. Y a mí también”.

UN NIÑO GRANDE

“Todos se reían, man. ¡Bajaron sus instrumentos y no paraban de reír! Nunca me había pasado algo así. Pero es lo que pasa cuando alguien aparece con algo nuevo, ¿no? Todos ríen y se preguntan, ‘¿¡Qué es eso!?’”. Así recordaba Horace Andy hace un tiempo su sesión iniciática en el patio de Studio One en una época en que el reggae estaba en su punto exacto de hervor: por aquellos primeros años de independencia jamaiquina luego de tres siglos de colonialismo británico, las letras con fuerte carga social del reggae nacieron de (y a la vez influyeron en) la revaloración del pueblo de sus raíces originarias y la creciente adopción religiosa del movimiento rastafari. Y a nivel musical, el reggae se afianzó en aquellos efervescentes años como una condensación de los ritmos autóctonos populares de ese siglo. “Si el ska fue el nacimiento de la música popular de Jamaica y el rocksteady su adolescencia, el reggae asomó como su maduración, distinguiéndose de los estilos anteriores a partir de la libertad que les concedía a los músicos de la isla”, escribió el musicólogo afro británico Lloyd Bradley en su libro Bass Culture.

En ese contexto, el productor Coxsone Dodd, fallecido en 2004, fue quien mejor supo interpretar y difundir la nueva movida (surgida de los soundsystems callejeros en los que el pueblo se juntaba a bailar al ritmo de DJs que eran estrellas de su tiempo) a través de su estudio de grabación y sello Studio One. Tras la partida de Marley a CBS, Dodd vio en Horace el potencial y lo adoptó en su semillero. “Studio One fue mi primaria, mi secundaria y mi universidad. Ahí aprendí todo”, contó el cantautor. “Todos los que entraron ahí salieron mejores. Siempre estaba lleno de gente, en el patio, en el fondo, todo alrededor. Si los veía en el estudio sin hacer nada les decía ‘Mostrame bla bla bla en el bajo’, o ‘¿Me enseñás Sol en la guitarra?’, y ellos me enseñaban. Todo lo que quería era aprender, aprender, aprender. No es que estuviera bajo el ala de alguien en particular, me la pasaba preguntando a cualquiera. Y como eran profesionales y la vibración en el lugar era tan buena, ellos ayudaban a todos los jóvenes que quisieran aprender. Era como si se enorgullecieran al guiarme en todos los aspectos de la música. Entonces yo me quedaba practicando con algún bajo que no estuvieran usando. O con el piano. Y una vez que aprendí a tocar, ahí empecé a arreglar mis temas”.

En 1972, con veintiún años recién cumplidos, el sello editó su primer disco, Skyarking. Con clásicos como “See a Man’s Face” o el tema que da nombre el disco, el debut de Andy fue un éxito de ventas, y desde entonces comenzó un recorrido que lo llevó a influir en todas las etapas del reggae con álbumes hoy considerados de lo mejor del género, como los fantásticos In the Light (1978, lanzado a la par de su remezcla dub) o Dance Hall Style (1982). A mediados de los ochenta se mudó a Londres, y ya llevaba cinco años instalado y grabando allí cuando los Massive Attack se contactaron con él. Esas colaboraciones significaron para Horace no solo un reconocimiento más grande a nivel mundial sino también una posibilidad de experimentar con los nuevos sonidos de la época, mientras que para la banda significó la legitimación de las fuertes raíces jamaiquinas presentes en sus influencias. “Pasé de escuchar música infantil a graduarme en la adolescencia con el catálogo de Studio One”, contó alguna vez Robert Del Naja, miembro fundador del combo de Bristol. “Trabajar con Horace fue y sigue siendo uno de los gustos más grandes de mi carrera. Es el niño más grande con el que te vas a cruzar alguna vez, y lo digo de la mejor de las maneras posible. Por eso sigue siendo tan creativo y abierto de mente. En lugar de decir ‘solo hago reggae’ le gusta experimentar, y creo que esa es la mejor manera de mantener tu cabeza alerta, joven e inocente hasta el punto justo”.

Horace rinde tributo en Midnight Rocker a sus amigos con una fantástica reversión de “Safe From Harm”, el tema que abre el primer disco de Massive Attack, Blue Lines, cantado en su versión original por Shara Nelson y Del Naja, mientras que las nuevas letras del disco recorren los temas que lo obsesionaron a lo largo de toda su obra, desde las vivencias cotidianas en la lucha de su pueblo a las derivas románticas o la espiritualidad rastafari. “Mi favorita del disco es ‘Today Is Right Here’”, contó Andy, que visitó nuestro país en tres ocasiones: dos junto a Massive Attack en 2004 y 2010 y una como solista en 2017. “Les va a encantar a todos, porque trata sobre las subidas y bajadas de la vida y van a poder conectarse con eso. Es una de las canciones espirituales de Midnight Rocker, aunque todo el disco en general tiene algo muy espiritual”. En una entrevista reciente que concedió a la revista británica Mojo le preguntaron qué aprendió tras cincuenta años en la música: “Aprendí a ser humilde y paciente”, respondió Andy, cuyos setenta y un años no lo detienen y se encuentra más activo que nunca: durante abril salió de gira como solista por Europa, y en los próximos meses hará lo mismo junto a Massive Attack. “Desde que nací pasé por todas las tribulaciones que te puedas imaginar. Estar sin nada de plata, armas en mi cara... En 1981 quedé atrapado en un tiroteo en medio de una fiesta en un sótano en Norteamérica y me pegaron un balazo. Pero sobreviví y es una bendición seguir. Ahora voy a salir de gira, y ya grabé algunas canciones para el nuevo disco de Massive Attack. ¡No veo la hora de que salgan!”.

Midnight Rocker, el nuevo disco de Horace Andy