Cuando estaba irritado, el comediante Groucho Marx podía llegar a tomar medidas extremas. Luego de que la revista de escándalos y chimentos Confidential publicara una intrusiva historia sobre su vida privada, respondió enviando una severa carta a los editores: "Caballeros: si continúan publicando artículos difamatorios sobre mí, me sentiré obligado a cancelar mi suscripción."
Una vez, Groucho fue interrogado por su opinión sobre una puesta de Broadway que él no había disfrutado demasiado. ¿Qué pensaba? "Preferiría no decirlo", contestó. "La vi bajo circunstancias adversas, el telón estaba levantado."
Este, entonces, no era un hombre que se tomara las cosas a la ligera. Y era sin dudas seriamente gracioso. Su imagen perdura. Todo lo que un caricaturista necesita para evocar a Groucho es un mostacho, un cigarro y un par de gafas. Algunas de sus frases lo han sobrevivido. "No pertenecería a un club que me admitiera como miembro" es una de las piezas de sabduría marxista que sigue siendo citada a menudo en la actualidad.
Unos 45 años después de su muerte, Groucho (1890-1977) pronto estará de nuevo en la pantalla. El laureado actor australiano Geoffrey Rush firmó para interpretarlo en una nueva biopic del realizador Oren Moverman, Raised Eyebrows ("Cejas levantadas"), basada en el libro de memorias de Steve Stoliar Raised Eyebrows: My Year's Inside Grouch's House. Siena Miller coprotagoniza la película como Erin Fleming, la joven mujer que se convirtió en secretaria, compañera y manager de Groucho, y que más tarde fue acusada de aprovecharse de él y cometer desfalcos. Por fuera de su relación con Groucho, que se cree fue solo platónica, Fleming es más conocida por su cameo en la película de 1972 Todo lo que usted siempre quiso saber de sexo (y no se animó a preguntar), dirigida por Woody Allen, un ferviente fanático de Groucho Marx.
El proyecto, que en estos días está siendo presentado a potenciales financistas y distribuidores en el Festival Internacional de Cine de Cannes, cuenta cómo un deslumbrado joven fanático de los Hermanos Marx comenzó a trabajar para Groucho como su secretario personal en los últimos años del comediante, a comienzos de los setenta. Stoliar había crecido viendo las películas hechas por los hermanos (Groucho, Zeppo, Harpo y Chico), que habían estado entre los más populares actos de comedia en los Estados Unidos en los años '20 antes de convertirse en estrellas igualmente grandes en películas lanzadas durante los primeros años del cine sonoro.
Rush, que interpretó otro personaje igualmente complejo y mercurial en 2004 con Llámame Peter (sobre el legendario Peter Sellers), sigue siendo el actor al que los cineastas buscan primero cuando quieren contar historias con múltiples capas sobre comediantes problemáticos. Aún queda por verse, de todos modos, si será capaz de capturar el encanto increíblemente vivaz que Groucho mostró en la pantalla. El comediante del libro Raised Eyebrows es una mera cáscara de la figura que los fanáticos recuerdan de sus películas y shows televisivos. Para el momento en que Stoliar lo conoció, Groucho ya estaba en sus ochenta años y con una salud muy deteriorada. Había aún algunos trazos de su viejo ingenio, pero estaba física y mentalmente frágil. Sus hermanos habían muerto y sus viejos amigos estaban cayendo uno a uno. Incluso había abandonado los cigarros por cuestiones de salud.
El director Overman le dijo al periódico de negocios Deadline cuán "entusiasmado" estaba de "traer de nuevo a Groucho al cine". De todos modos, es una manera bastante morbosa de ponerlo de nuevo en la pantalla. La mayoría de sus fans preferirían por mucho verlo en su esplendor antes que como un hombre viejo y enfermizo en sus años de declinación.
El comediante neoyorquino era agudo, ácido, rápido en sus pies y siempre listo para la improvisación, razones por las que disfrutó una exitosa carrera tardía en radio y en programas de televisión de concursos y entrevistas mucho después de que aquellos títulos clásicos de los Hermanos Marx dejaran de exhibirse en salas de cine.
Groucho y sus hermanos fueron empujados al show business por su madre. Empezaron sus carreras principalmente como cantantes de vodevil. En 1912, su performance en la Opera House de Nacogdoches County, Texas, fue interrumpida por un hombre que irrumpió a la carrera en el teatro, gritando sobre una mula que se había escapado y creando una gran conmoción. Todos parecían mucho más interesados en la mula de lo que habían estado en lo que sucedía sobre el escenario. Los hermanos estaban tan exasperados que empezaron a lanzaer invectivas a los espectadores. Fue cuando los espectadores empezaron a reírse que se dieron cuenta de que quizás habían tropezado con una mina de oro cómica.
Cuando se trataba de los hermanos desatando el caos cómico, Groucho era la fuerza impulsora. Era también un hombre complejo y contradictorio. A comienzos de los años sesenta sostuvo correspondencia con el autor y poeta T. S. Eliot. El patricio escritor de La tierra baldía y el comediante judío tuvieron una férrea admiración mutua, a pesar de provenir de contextos tan radicalmente diferentes... y a pesar del antisemitismo de Eliot.
El autor Lee Siegel aseguró que el comediante hubiera preferido por mucho ser una figura literaria en vez de un entretenedor. "Groucho estaba impulsado por la culpa por su falta de educación formal, ya que había dejado la escuela en séptimo grado. También estaba traumatizado por haberse contagiado gonorrea de una prostituta, cuando estaba de gira a los 15 años", escribió Siegel.
Quizás Groucho no había estado en la escuela secundaria, pero era inteligente y tenía amor por las palabras. Sus réplicas lo habilitaban a entrometerse, y era una manera de desviar la atención. "Groucho" no era su verdadero nombre (se llamaba Julius Henry Marx), pero era un componente clave de una persona cómica cuidadosamente construida. Incluso su mostacho estaba pintado. En una de las grandes metamorfosis de la historia del show business estadounidense, el pibe que había crecido en una relativa pobreza en un edificio sobrepoblado del Upper East Side de New York de algún modo se las arregló para transformarse en el subversivo urbanita, la figura bromista que desata el descontrol en las películas de los Hermanos Marx. Groucho era hijo de un sastre cuyos ingresos, tal como escribió en su autobiografía, "oscilaban entre los 18 dólares por semana y nada". El, de todos modos, se convirtió en millonario.
Hay un diabólico disfrute en la manera en que Groucho acostumbraba atormentar a la matrona Margaret Dumont en esas películas clásicas de los Hermanos Marx, como un astuto pescador arponeando a una ballena. "Desarrolló el insulto hasta convertirlo en una forma de arte", escribió The New York Times en su obituario. Allí donde se cruzaba a alguien pomposo, su instinto inmediato era lanzarse al ataque. Su humor, de todos modos, nunca era realmente cruel. O al menos nunca sonaba cruel. Podía pronunciar frases atrozmente ofensivas en una forma leve, suave, como al pasar, que oscurecía su significado. Con sus cejas levantadas y su semisonrisa, siempre parecía más benigno que malicioso.
A fines de los sesenta y comienzos de los setenta, durante la era de la contracultura, los Hermanos Marx disfrutaron un reverdecer, cuando una joven generación se entusiasmó con su humor fuera de registro y su irreverencia. Tenían un encanto del que carecían otros comediantes de la pantalla de la era dorada. En Una noche en la ópera o Un día en las carreras no hay nada del sentimentalismo que a algunos espectadores les costaba digerir de, por decir un nombre, el trabajo de Charles Chaplin.
La reputación de Groucho como uno de los más grandes comediantes de Estados Unidos aún permanece. De todos modos, las películas de los Hermanos Marx han desaparecido de la vista. No se las exhibe en la televisión comercial como solía hacerse con frecuencia. Su anarquista surrealismo debería resonar en los espectadores actuales. El incansable anti-autoritarismo de Groucho no tiene edad. Aún así, las películas tienen elementos que pueden hacer sentir incómodas a las audiencias contemporáneas. Harpo Marx, quien nunca habla en pantalla, puede lucir beatífico cuando está tocando el arpa, pero también se comporta un poco como un obseso sexual, persiguiendo mujeres por ahí mientras les toca bocina. Los sutiles one liners de Groucho no se deslizan tan fácilmente como antes. "Pero eso es bigamia", le dicen cuando le propone matrimonio a dos mujeres al mismo tiempo en Animal Crackers (1930). "Sí, y es muy grande para mí también. Es grande para todos nosotros. ¡Seamos grandes, para variar!", responde al instante.
La gloria de los Hermanos Marx, de todos modos, es que son a la vez vulgares y sofisticados, inocentes y en el límite. Sus películas están llenas de un slapstick muy gracioso y juvenil, pero también hay líneas narrativas y gags escritos por autores y humoristas tan respetados como el dramaturgo George S. Kaufman -ganador de un premio Pulitzer- y S. J. Perelman, premiado con un Oscar.
En la nueva película de Moverman, Geoffrey Rush está destinado a mostrar el lado oscuro del comediante, el conflictuado y angustiado hombre detrás del bigote más famoso de Hollywood. Pero si esta nueva película viene a recordarle al público aunque sea una pequeña parte del genio de Groucho, es una buena excusa para que sea realizado.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.