En pleno 2022 decir que no hay preservativos para vulvas, que no se consiguen, que no se usan ni se conocen, que no se fabrican, que no se piensan ni se diseñan. Una ausencia que es toda una declaración política. Tribadismo, sexo oral y tantas otras prácticas entre personas con vulva quedan excluidas no sólo del imaginario sexual y sus posibilidades, sino también del derecho a la salud. ¿Invisibilización o disciplinamiento?
Así como en medio de una pandemia fueron netamente políticas las decisiones de acceso a la salud y vimos cómo se expresó la desigualdad alrededor del mundo de manera contundente, de la misma manera, política, es la construcción de una sexualidad cuidada para todes. La desigualdad se hace evidente, ante todo en la ausencia. En un mostrador de una farmacia ya se sabe quiénes pueden gozar y quiénes no, quiénes se pueden cuidar y quiénes no, y quiénes importan a la industria (porque pueden comprar) y quiénes no. Político es el acceso al goce, sano, y responsable. Y política también la jerarquización de una genitalidad construida culturalmente durante milenios como la dictadura de todo sexo: la pija, si es masculina, claro.
Un pequeño glosario para comenzar esta lectura es que ante todo nos vamos a referir a “personas con vulva” contemplando toda la gama de identidades que las porten. Una vulva (que no es una vagina) es aquella fuente de placer invisibilizada como tal en una cultura falocéntrica. Es el terror de la escuela pornográfica de la humillación y la pasividad asociada a “lo femenino” porque no contempla a la penetración como pieza fundamental. Los preservativos son dispositivos de barrera utilizados durante una relación sexual para reducir la probabilidad de contagio de infecciones de transmisión sexual o de embarazo. No hay absolutamente ningún tipo de característica ontológica que una a un preservativo con “lo femenino” o “lo masculino”, con lo cual, decir llanamente preservativos para penes o para vulvas es suficiente.
Por último es importante saber que hablaremos de infecciones en la mayoría de los casos y no enfermedades, combatiendo el estigma y sobre todo el miedo, el silencio y la culpa que bordea el tabú más grande de la sexualidad.
Todo tipo de industrias desde la farmacológica, hasta la audiovisual, haciendo una mención especial a la pornografia, pasando por el desarrollo robótico para ‘los juguetes’ y hasta la industria cultural enuncian cómo se coge. Cientos de imágenes, relatos, poemas, fotos, graffitis, desde el dibujo de un pene en la silla de la escuela secundaria hasta las banderas en la popular de cualquier cancha del país, desde las zambas hasta el trap repiten y repiten cómo es que se coge: relatan prácticas donde la penetración vaginal y anal está validada y dimensionada como todo aquello que se llama “sexo”, sí y solo sí, existe un coito. El cual con suerte será consentido, no violento y cuidado. Pero eso es tema aparte.
¿Si no hay penetración no hay sexo?
Qué pasa si las pieles comienzan a rozarse, las manos buscan con rabia debajo de cualquier tela más lugar donde apretar, en vaivén, y de pronto esos besos jugosos ahora resbalan por cuellos, pechos, pezones, sexos, si las lenguas y los labios aprietan con furia y reciben fluidos, orgasmos, suspiros. Si estar arriba o abajo da igual, porque el encuentro entre humedades se acomoda y también se siente adentro, bien adentro la calentura. Qué sucede cuando, sin ropa, entre los cuerpos que tiemblan ya no queda lugar sin mojar, enchastrar, ni rincón de piel sin frotar ni estremecer… ¿Es sexo? Si, mi ciela. Es sexo
“Todas las prácticas sexuales que involucran genitales y/o ano requieren protección para evitar transmisión de infecciones”, responde la Doctora Andrea Donati Castro, médica tocoginecóloga (MN 126993) y agrega, “sin embargo, lo único que tenemos son preservativos peneanos, que para las prácticas sexuales que involucran penes y/o dildos están bien. Pero para otras prácticas como las orales sobre ano, rozamiento del ano sobre genitales o frotamiento entre vulvas, no”. “Lo que tenemos a mano es ‘adaptar’ un preservativo peneano, recortarlo y hacer un campo, y digo adaptar entre comillas porque no se adapta, porque no está pensado así” , “No tenemos por qué estar adaptando algo para poder protegernos”. concluye.
Hay una soledad y un abandono insoportable en el mero acto de estar recortando un dispositivo con otra forma, sosteniéndolo en la incomodidad de que no sea algo que le quepa o encaje con tu cuerpo y tu deseo, para poder finalmente obtener placer seguro. La confección de esta artesanía, brutal, es una denuncia andante.
La ausencia de métodos de cuidado es solo la punta del ovillo de una cantidad de violencias que se expresan en diferentes ámbitos. En consultorios, y aulas el denominador común es la invisibilidad, un limbo en el que no se consiguen respuestas a aquello que no se permite preguntar. Sin embargo el flagelo recurrente es el de la desinformación, en donde una autoridad sanitaria da respuestas erróneas, irresponsables, y violentas desde cualquiera de las aristas odiantes a aquellos cuerpos no hegemónicos.“El gran problema es el cisexismo y la heteronorma sobre todo, junto a la gordofobia y el capacitismo también. Hay algo muy grave en todo esto y es cuando estos conceptos, estos prejuicios, esta ignorancia, también es reproducida por el personal de salud”, reflexiona Donati Castro.
Proyecto preservativo para vulvas
Uno de los referentes principales al hablar de los preservativos para vulvas es el proyecto homónimo, conformado por un equipo interdisciplinario que nace al calor de estos interrogantes urgentes. “Proyecto preservativo para vulvas” (PPV) es una de las pocas organizaciones que se dedica a brindar información segura y elaborada colectivamente en la cual se contemplan una multiplicidad de miradas y perspectivas tanto de la sexualidad como de la salud. Los ejes en los que trabaja la organización incluyen el diseño industrial, la promoción y distribución de un nuevo dispositivo, la distribución gratuita y urgente de los preservativos existentes aunque insuficientes, la elaboración de protocolos de salud para profesionales y efectores que sean respetuosos con todas las prácticas e identidades, así como también la investigación y divulgación de información sobre la prevención de infecciones de transmisión sexual.
“Parece loco pero no existe absolutamente ningún tipo de preservativo para el rozamiento entre vulvas siendo que es una de las prácticas más realizadas. Por eso y a pesar de que las posibilidades de transmisión no son tan altas como en el caso de la penetración siempre es fundamental realizarse los controles serológicos con frecuencia” advierte Sofia del Proyecto Preservativo para Vulvas.
“Nuestra postura siempre es ‘ojala puedas decidir si cuidarte o no’, no trabajamos imponiendo sino buscando tener las herramientas y la información necesaria para que lo puedas decidir”, cuenta Jesica Herández, una de las impulsoras de PPV. “Aparece resistencia porque comercializar otros productos, otros tipos de preservativos es habilitar otras prácticas, dar un abanico de posibilidades. Si vieras en la góndola un desplazamiento de preservativos tendrías opciones, y no dar a conocer esa información es una postura, la información es poder”, concluye
A su vez Sofía Helena, lesbiana, no binaria, y otra de las impulsoras de PPV hace referencia a la enorme necesidad de des-generizar las genitalidades. “Decimos personas con vulvas, porque no todas las mujeres tienen vulvas, y por otro lado hay hombres, no binaries, intersex, o gente queer con vulva, y es terrible que siempre se queden afuera”.
En una charla sin tapujos, Jesica Hernandez y Sofía Helena desplegaron una gama de posibilidades ni siquiera imaginadas a la hora de pensar estrategias para el sexo seguro, además haciendo gala de una inventiva increible al ponerlas en acción y hacerlas apetecibles para otres. Estos métodos están construidos a base de imaginación y genética de resistencia popular. Los usos son probables, no son implacables, sin embargo mejores que ninguno. Hay que recordar que cada preservativo se usa una sola vez por genital y que el lubricante de base acuosa facilita su uso y puede hacerlo más placentero.
Si nos organizamos, nos cuidamos todes
La herencia de la comunidad LGBTIQ+ es la resistencia que continúa de generación en generación tomando diferentes formas. Así como el orgullo y la rebeldía fueron legados en los 70’s y 80’s, en los 90’s con la llegada de la “peste rosa”, la epidemia de VIH, también el cuidado y la demanda de acceso a la salud de manera gratuita e igualitaria se volvieron parte de una herencia que generó y genera conciencia. Como se escucha en las calles “la guerrilla de la subversión sexual” esta vez es fuera del closet y disputando los ámbitos públicos y privados de producción, de investigación, legislación, exigiendo que se amplíe la democracia sexual a través de un derecho tan básico como la salud sin tabúes, sin juicios y sin jerarquías.
Erotizarlo todo. Constituir el acto de cuidar al o a les otres en una práctica erótica, volverlo una ética amatoria que despliegue sensualidad. Transformar el impedimento, la torpeza, el apuro en expresión de deseo, de modo tal que mirar mientras la otra persona despliega un campo lo que caliente sea la potencia de ese gesto político. Chupar la frontera sin romperla, un ejercicio clásico de calentura; coqueteo y rebeldía ante un sistema que condena a gozar con miedo.
Que esa nueva superficie de placer sea borde de orgasmo y militancia (que tantas veces van de la mano), al saber que así como la furia trava o el orgullo puto, regalarnos cuidados, salud y comodidad también es revolucionario.
Profilaxis del futuro
Hubo pocos antecedentes destacables en avances en la materia, pero entre ellos podemos nombrar al proyecto “Profilaxis para todxs” presentado en 2020 por Lucía Cámpora, legisladora del Frente de Todos en CABA en conjunto con PPV. El proyecto propone la distribución gratuita de campos de látex y la incorporación de contenidos específicos sobre estas prácticas en los materiales de ESI.
Hoy en día investigaciones varias e incipientes se están llevando a cabo. Estas contemplan el estudio de campo, la proyección de estadísticas y por otro lado el diseño y comercialización de un preservativo integral.
Entre los proyectos que entusiasman se encuentran dos programas del Ministerio de Ciencia y Tecnología. El programa "ImpaCT.AR” es una convocatoria orientada a la promoción de iniciativas conjuntas entre instituciones científico-tecnológicas y organismos públicos como ministerios nacionales, empresas públicas, etc. El objetivo es trazar un diagnóstico dimensionando la situación actual de la cual no hay ningún tipo de estadística y a partir de ahí comenzar a elaborar políticas públicas e insumos a lo largo de 3 años.
Otra de las iniciativas alentadoras es el programa Proyecto asociativo de diseño (PAD) 2021, el cual se está llevando a cabo en este mismo momento, y se trata del diseño en sí del preservativo. Se está desarrollando en conjunto con la Cooperativa de diseño, el Laboratorio Farmacoop (el único laboratorio cooperativo del país) y el programa GADU (género, arquitectura, diseño y urbanismo) del Instituto de la Espacialidad Humana de la FADU-UBA.
“Hay que hacer muchas pruebas porque es un material médico y además se suma la complejidad de que se tiene que adaptar a todos los cuerpos”, cuenta Sofía Helena en relación al proceso que se viene llevando a cabo, sin embargo anticipa con un halo de misterio que en breve habrá novedades.
Glosario para el sexo seguro
¿Qué es un preservativo campo?
También conocido como campo de látex debido a que generalmente se fabrica manualmente al cortar un preservativo peneano. El campo puede generarse también con otros materiales incluyendo las variables por ejemplo de alergia al látex. Este es el método mas común al realizar sexo oral a vulva o ano
¿Cómo se fabrica un campo de latex?
1. Cortando un preservativo peneano: Apenas se extrae de su envoltorio se corta la puntita, luego sin desplegar se introducen los dedos por el cilindro y ahí se realiza el corte transversal, luego se extiende con ambas manos y queda abierto el campo.
2. Cortando un guante de nitrilo/ látex: Al guante sin colocar se le cortarán los cuatro dedos superiores a la altura de los nudillos dejando completo y sin cortar el pulgar. Luego desde el canto opuesto al pulgar se realiza el corte transversal, quedando el campo y además el orificio para el pulgar donde podrán introducirse juguetes o dedos para una full-experience
3. Con un dique de goma: Es un material odontológico que no está diseñado para transmitir temperaturas ni intensidades, se trata de una barrera de látex considerablemente más gruesa que el material que se usa para condones, pero de una medida similar. Su acceso es simple, se compra por caja de 10 o 12 unidades.
El papel film, a la cocina: El famoso “film” no sirve como barrera de ninguna de las sustancias líquidas con las que interactúa. Es endeble a la fricción intensa y lo que es aún más peligroso es que libera moléculas plásticas que contaminan los genitales siendo nocivo para zonas de gran sensibilidad. Por lo tanto es urgente destruir el mito popular del papel film incluso en muchos casos recomendados hasta en consultorios ginecológicos.
¿Cómo nos cuidamos si hay penetración?
1. Preservativo peneano: Este método se suele utilizar para penetraciones vaginales y anales, con dildos, dedos, penes, juguetes sexuales, etc.
2. Guantes de nitrilo/látex o dedales de gastronomía: Completos, sin cortar. También se utilizan para penetraciones, juguetes y distintos contactos
3. Preservativo vaginal: Es un cilindro semejante al del preservativo peneano, el método es similar solo que la autonomía la porta la persona con vulva. Solo protege la zona vaginal durante la penetración.