Diego A. Fleischer agradece estar vivo, “ahora que el mundo es otro, y que una vez más la verdad engañó a nuestras cabezas con su veneno”, dice en su flamante libro Esplendor, el volumen inicial de su poesía que reúne la lírica de los primeros treinta años de su vida amorosa, signada por el despertar homosexual durante el cambio de milenio en la Argentina.
Nacido en Santa Fe en el año 1976, el del golpe de estado de la última y más cruenta dictadura militar, el escritor comenzó a escribir estos versos durante la adolescencia a fines de los 80, cuando ser gay era algo que aún se mantenía en secreto por los riesgos a la integridad personal que implicaba.
La belleza de los textos, que ahora aparecen como un tríptico dantesco y que dan cuenta del vertiginoso cambio de milenio a través de un erotismo trágico, surge de una escritura descarnada. “El lenguaje”, nos dice, “lumínico como el Diablo, nutre gusanos de luz bajo mis pantalones. Quisiera ser la iguana gorda junto a la orilla, prudente, quieta y muda como la muerte. Ahora el lenguaje tiene la forma que yo quiero. Despiadado, hambriento, poderoso”.
Esplendor está dividido en tres momentos y comienza en sentido antihorario con el Tercer Ciclo, La corrección del alma, que abarca desde el 2021 hasta el 2001, una etapa opaca, marcada por las drogas y la nocturnidad en Buenos Aires, de búsqueda interior, lucha personal judeocristiana y deconstrucción del otro idealizado. De 2000 a 1999 nos hará vivir un intenso impasse en el Segundo Ciclo, Flores turquesas, un año rebosante de amor platónico, juventud, inocencia, inexperiencia, el descubrimiento de la naturaleza litoraleña con sus ríos, camalotes, texturas y colores variados de su geografía natal. Finalmente, Fleischer, en esta línea que va del presente al pretérito, da a conocer el comienzo de su vida erótica entre 1998 y 1989 en el Primer Ciclo, Poemas de amor y mugre, una década de experimentación con la palabra, el despertar homosexual y la exploración del cuerpo.
Una biografía poética
Esplendor es tanto una biografía poética como un retrato de época de la región, que llega a su clímax en el epílogo. “La poesía me devolvió el cuerpo pecoso, pelirrojo, de barba anaranjada y ojos turquesas, piel blanca, dientes alineados por la tortura de la ortodoncia, un poco flaco de piernas… y la nariz quebrada: por primera vez a los veinte años, cuando me golpeé contra el portón de vidrio en (la discoteca) Pachá -que no vi sobreexcitado por el efecto de las pastillas de éxtasis- y, por segunda vez, dos décadas después, al recibir el puñazo de un novio celópata”, cuenta.
“Dulce olor a oscuro y calor de feto/ membrana suave debilidad del cuerpo/cosquillas de cabeza con mucho peso/ ya no hay nada enhiesto/otra voz otros huevos/ no es un conejo blanco es un blanco sapo verde”, dan cuenta de la presencia constante de una materialidad, la física y la química contundente de sus poemas. “Te miro dormir y es tu hombro una manzana verde entre los que mis ojos no llaman sábanas sino espadas y es peligroso observarte”, escribe.
Camino de autoconocimiento y construcción del yo, lo mueve la ambición por comprender a la humanidad y no enarbolarse en su estupidez con la demanda de un manto de soberbia inevitable. Nueve de sus guiones de terror han sido llevados al cine. Las películas independientes Clementina, Mujer lobo, Pompeya, La sabiduría las furias y Matar al dragón surgieron de sus textos y fueron protagonizadas por actores como Sofía Gala, Juana Viale, Paloma Contreras y Guillermo Pfennig, y dirigidas por Tamae Garateguy, entre otros.
Justamente, el autor arriesga que quizás fue la narrativa cinematográfica, tan efímera y condicionada por la tecnología, lo que le permitió revalorar el código del verso y reiniciar este lazo con la literatura. “No se puede ser indiferente cuando aparece la verdad”, advierte. Gombos, título de la editorial que funda con este libro, era el nombre de su abuelo, un hombre que luchó durante la Primera Guerra Mundial para el imperio austrohúngaro, y que solía sacar fotos y escribir poesía en la trinchera. Tras graduarse como Ingeniero Hidráulico en la Universidad de Brno y perfeccionarse luego en Suiza, se radicó en nuestro país en donde trabajó en la construcción del Subterráneo Lacroze de Buenos Aires y luego como jefe de Obras del Puerto de Rosario. El logo de la editorial es una imagen de Daemon, el perro y compañero fiel de D. A. Fleischer.
Nieto también de un refugido cuya familia fue asesinada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, durante los primeros años de su vida Diego comenzó a forjar una identidad mientras otras identidades se esfumaban. “Soy el resultado de guerras y exterminios cristalizados en un adolescente judío y homosexual, en una secundaria estatal de los noventa, en donde todos los estudiantes usaban guardapolvos grises como en una fábrica comunista.
Esplendor es la transposición al papel de la piel de un niño mimado con latigazos silenciosos. El verso sobrenatural intercedió así en su vida: “el terror no es un recurso del género, es una realidad primitiva de nuestra especie.” Esplendor es un poemario artístico latinoamericano y contemporáneo, una pieza creativa en la que confluyen varios artistas argentinos que trabajaron en su diseño.
Fleischer vive en Buenos Aires en donde publicó tres novelas que combinan el género fantástico y el thriller: La codicia celeste (Editorial Catálogos, 2005), Corfirias (Editorial Catálogos, 2001), y Vistiendo a Jimmy Dean (en una editorial fantasma en 1999). Estrenó una obra de teatro existencialista de ciencia ficción titulada Años luz en la sala Beckett, en 2015.
Esplendor es, como señala el editor Ignacio Zubillaga, “la obra de un artista experimentado e irreverente, sumamente emocional, humano, que expone su raíz, el punto de partida de su existencia amorosa. Empedernido luchador, protesta por la injusticia que proclama el mismísimo encuentro con el otre, desde su ausencia. Un escritor contemplando lo que se mueve en las sombras de ese amor rechazado/negado”, pero que al mismo tiempo apuesta por eso tan excitante que está por venir.
La presentación de Esplendor es el jueves 12 a las 19 en Miranda Bosch Gallery (Montevideo 1723, Ciudad de Buenos Aires) con lecturas de Walter Quiroz, Paloma Contreras, Martín Slipak y Antonella Saldicco y música en vivo.