Diarios de Otsoga 6 puntos
Diários de Otsoga, Portugal/Francia, 2021
Dirección: Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes
Guión: Mariana Ricardo, Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes
Duración: 102 minutos
Intérpretes: Crista Alfaiate, Carlotto Cotta, Joao Nunes Monteiro, Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes.
Estreno: Disponible en Mubi.
Un cartel anuncia el día 22. En un ambiente festivo, tres jóvenes, dos varones y una mujer, bailan de noche en el salón de una casa. Uno de los varones deja el grupo para buscar un trago y al regresar se sorprende al encontrar a los otros dos besándose. Otro cartel: día 21. Los tres jóvenes están acostados dentro de una van y uno de ellos propone hacer una fiesta. Alguien dice que no vendrá nadie. Ella besa en el cuello a uno de ellos. Al otro. Luego, los tres están en un invernadero mirando a unas mariposas salir de sus capullos. Siguiente cartel. Día 20. 6 minutos le bastan a Diarios de Otsoga, de los portugueses Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes, para revelar su mecanismo narrativo y el modesto misterio de su título.
Los directores cuentan la historia en reversa, empezando por sus efectos, para recién al final, con todos los elementos expuestos, conocer las causas. Pero a diferencia de la baraja francesa, cuyas figuras se ven iguales al derecho y al revés, acá la percepción del objeto cambia al realizar el ejercicio mental de restaurar su cronología. ¿Efecto Thatcher? Algo así. Gomes ensaya una explicación al promediar la película, cuando los tres actores que interpretan a los jóvenes del comienzo le piden explicaciones. Al invertir la secuencia lógica deja de existir la cuestión de qué es lo que hará cada uno en la escena siguiente. Por lo tanto ya no hay nada que resolver, dando respuestas al espectador antes que a los personajes.
Como se ha visto, en Diarios de Otsoga ficción y “realidad” se cruzan de forma constante. De modo tal que las escenas de la película propiamente dichas se mezclan con otras del rodaje, en las que los actores dejan sus personajes y actúan de sí mismos, junto a los directores y el equipo técnico, haciendo que por momentos ambos planos se vuelvan indistinguibles. Con una estructura similar a “Nota al pie”, brillante cuento de Rodolfo Walsh, la ficción plena del día 22 le va cediendo espacio a la realidad, que irá acrecentando su presencia conforme se avanza hacia el día 1, el final. El hecho de que la pandemia haga su entrada, complicando el rodaje, le agrega otra capa de complejidad al juego metacinematográfico.
Con la belleza de apariencia simple, pero de difícil factura, que es marca registrada de Gomes, Diarios de Otsoga es un juego de ingenio y a la vez una indagación sobre el oficio y el arte del cine. Un dispositivo que por momentos deja demasiado expuestos los hilos de su inteligencia, revelando su intención reflexiva, como lo muestran un par de escenas demasiado explicativas. Incluso algunas metáforas se vuelven obvias cuando el mecanismo narrativo es revelado. El título es una muestra clara de ello, pero también las mariposas del comienzo, que remiten de forma directa a la idea de una historia convirtiéndose en (o dentro de) otra. Aun así, el film funciona sobre todo gracias al sentido del humor seco y elegante que caracteriza a los trabajos de Gomes, esta vez hecho de a dos.