MARINERO DE LAS MONTAÑAS 8 PUNTOS
O marinheiro das montanhas, Brasil/Francia/Alem./Argelia, 2021
Dirección: Karïm Ainouz
Guion: K. Aïnouz y Murilo Hauser
Duración: 95 minutos
Estreno exclusivamente en la plataforma Mubi.
“Estoy en medio de la nada”, escribe el narrador en off, la proa puesta hacia Argelia en pleno Mediterráneo. “Este viaje que me llevó tanto tiempo hacer”. Toda Marinero de las montañas tiene la forma de una carta hablada o leída desde el fuera de campo, mientras las imágenes --brumosas a veces, bruscamente “movidas”, con algunos planos “mal montados”-- son las propias de un diario de viaje casero, grabado con una camarita que no siempre mantiene el equilibrio. El viajero es el brasileño Karim Aïnouz, que a los 54 años se decidió por fin a visitar la tierra del padre, a quien conoció en París, unos años atrás. El viaje no es para visitar al padre, radicado en la capital francesa, sino la patria de sus mayores. Karim ni siquiera quiso que aquél --a quien llama “mi padre”, sin darle nombre-- lo acompañara en el viaje. “Con quien hubiera querido hacerlo es con mi madre”. Pero Iracema ya no está en esta tierra, aunque sea a ella a quien el hijo envía las cartas que son el eje de Marinero de las montañas. Que perfectamente pudo haberse llamado Cartas a una madre muerta.
Dueño de una voluntad de estilo que tanto pudo advertirse en el que posiblemente sea su film más conocido, Madame Satâ (2002), como en la ambiciosa Una vida invisible, ganadora del premio Un Certain Regard en Cannes 2019, en este caso el estilo surge de la propuesta misma. Presentada Fuera de Competencia en Cannes 2021, Marinero de las montañas es un armado de imágenes heterogéneas, tomadas sobre la marcha, no necesariamente ortodoxas ni “bien filmadas”. En términos temporales, el viaje tiene tres capas. Hay un tiempo físico que se dirige hacia delante, hacia esa Argelia tanto tiempo imaginada, aunque no precisamente soñada. Un tiempo psicológico, que retrocede al pasado del recuerdo familiar, y un tiempo anímico en presente, gracias a esa resurrección de la madre a la que el “marinero” convoca en sus cartas. “Iracema”, empieza más de un párrafo, y de ahí en más el mensajero narra en presente las estaciones del viaje, como si la madre estuviera a su lado.
Los tres tiempos tienen su correlación en las imágenes. Está la grabación del viaje, que lleva al viajero primero a Argel y luego a Kabylia, el pueblito montañoso donde nació el padre. La familia y sobre todo la madre son revividas a través de fotos de época y algunas filmaciones caseras. “Parecen Jean-Paul Belmondo y Audrey Hepburn”, dice Aïnouz de sus padres, exagerando un poco en ambos sentidos. El realizador de El cielo de Suely (2006) no ilustra lo que dice el off con imágenes ad hoc: asume la contraposición entre el presente y el pasado, generando discontinuidades sonoras y visuales, en relación con ese fuera de campo sonoro constituido por la larga carta que tiene a Iracema por destinataria. En otras ocasiones hace lo contrario, inventando correspondencias: si habla de sí cuando niño muestra a un grupo de niños jugando; si es el padre, a un anciano argelino que se le parece.
La “parte argelina” combina lo estrictamente personal (Karim encuentra no sólo a la familia Aïnouz sino a alguien que se llama igual que él) con lo documental, filmado al paso. Tres jóvenes sentados en una escollera, mirando el mar, dicen que van allí todos los días, para soñar con que se van de Argelia. Uno de ellos intentó huir ocho veces, y las ocho lo arrestaron. A lo largo del film Aïnouz reconstruye la historia de sus padres, pero no lo hace en sentido cronológico sino en forma aparentemente desordenada (pero cuidadosamente intercalada), tal como las imágenes. Líneas de puntos que arman un mapa: Argelia, Madison, Colorado, Fortaleza, nuevamente Estados Unidos, París. Año 1963: Brasil se encamina a la dictadura militar y el padre vuelve a Argelia, donde acaba de consumarse una guerra de independencia que fue todo un modelo para los países del Tercer Mundo. Ya no volverá, dejando a la madre y el bebé en medio de la nada.