¿Has oído hablar del reto de la botella o del papel higiénico? Se trata de pruebas inofensivas y divertidas que realizan en su mayoría los niños y adolescentes para publicarlas en las redes sociales y que se hagan retos virales. En algunos casos, tienen que aprenderse los pasos de una coreografía determinada, dar cientos de toques a los rollos de papel higiénico o lanzar al aire una botella con un poco de agua con el objetivo de que caiga de pie sobre una mesa o el suelo.
Sin embargo, también los hay que entrañan más riesgo. Los también conocidos como challenges (competencias) como el ‘rompebocas’, ‘la caza del pijo’ o el ‘vacuum challenge’, entre otros, en los que la violencia o las autolesiones pueden ser protagonistas. Según un estudio, el 80% de los jóvenes han llevado a cabo retos virales de corte social (que no entrañan ningún peligro para los participantes) aunque un 15,3% combina los retos inofensivos con ‘challenges’ peligrosos. Pero, ¿cuáles son los motivos por los que los jóvenes realizan retos virales en Internet?
Afrontar desafíos y pertenencia a un grupo.
Para el psicoanalista José Ramón Ubieto, la principal razón es “verificar que son capaces de afrontar un desafío en un momento, como la adolescencia, en el que ‘dar la talla’ es una autoexigencia de los jóvenes”. De este modo, y tal y como subraya, a nivel psicológico “consiguen un sentimiento de pertenencia a la comunidad virtual con la que interactúan, ya que para ellos las redes sociales son una realidad complementaria (y no un universo paralelo) en la que pasan mucho tiempo”. Y es que en las redes sociales entran en juego otros elementos, como es la ‘dictadura del like’, a la que muchos jóvenes se agarran buscando un reconocimiento por parte de sus seguidores mediante los ‘me gusta’.
Retos virales adolescentes.
Sin embargo, no siempre se consiguen sensaciones positivas cuando se realiza un reto viral. Muchos son peligrosos y ponen en riesgo la integridad de los adolescentes y también de su entorno. Ubieto destaca sentimientos de fracaso respecto a sus expectativas, de exclusión e incluso de ideaciones suicidas (en el caso de los retos virales más nocivos). “También es frecuente la necesidad de repetir ese reto u otros para volver a experimentar la ‘satisfacción’ obtenida, lo que puede generar compulsión en los jóvenes”, señala.
Y las familias y docentes, ¿qué pueden hacer?
Muchos jóvenes realizan retos virales sin tener en cuenta las consecuencias. Para el caso de los ‘challenges’ más peligrosos, Ubieto ofrece tres consejos para familias y docentes.
Identificar las necesidades psicológicas que les empujan a realizarlos: complejos, temores, fantasías, presión grupal… Ayudarles a entender las consecuencias más allá de la satisfacción inmediata, como la huella digital (el ‘rastro’ que dejan con las acciones que realizan en Internet) o el daño que se le puede ocasionar a otra persona. Proponerles alternativas a ese reto que den salida a sus expectativas con menos riesgo y más beneficios, como creaciones virtuales, actividades físicas o lazos presenciales con otros adolescentes.
*Educación e innovación tecnológica. En Educación 3.0