La investigadora María Mercedes Rodríguez Temperley, doctora en Letras y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), trabajó sobre 1200 volúmenes de Don Quijote de la Mancha atesorados en la Biblioteca Bartolomé J. Ronco, de la ciudad bonaerense de Azul. El resultado es el libro La colección cervantina de Bartolomé J. Ronco. Estudio y catalogación analítico descriptiva, publicado en coedición por la UNLZ y el Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Crítica Textual (IIBICRIT) del CONICET, que acaba de salir de la imprenta. La obra está acompañada por un CD que reproduce la edición en formato electrónico.

Ronco (1881-1952) fue un abogado porteño que en su juventud se estableció en Azul y coleccionó ediciones del Quijote y Martín Fierro. Tras su muerte, su viuda, María de las Nieves Giménez, fue quien custodió los fondos bibliográficos y luego los donó, junto a la casa que habitaban, a la Biblioteca Popular de Azul.

“Desde ese momento comenzó un movimiento colectivo de la comunidad azuleña para recuperar el Quijote como un texto capaz de transmitir valores humanos universales como compromiso, solidaridad, participación, búsqueda del bien común”, explicó Rodríguez Temperley.

A partir de esa riqueza literaria, Azul fue designada en 2007 “Ciudad Cervantina de la Argentina”, por el Centro Unesco Castilla–La Mancha. Años después, Rodríguez Temperley se abocó a la ardua tarea de estudiar y catalogar esa colección, junto con un equipo de trabajo de la UNLZ y de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam).

En diálogo con el Suplemento Universidad, la investigadora anticipó que el libro será presentado este año en las Jornadas Cervantinas Internacionales, que se realizarán en Azul, y durante los festejos por los 50 años de la creación de la UNLZ.

–¿Cómo surgió la idea de encarar la investigación?

Enrique Rodríguez, entonces presidente de la comisión directiva de la Biblioteca de Azul, me planteó la necesidad de contar con un catálogo de la colección cervantina y me preguntó si estaba dispuesta a encargarme. Se firmó un convenio de cooperación entre la Biblioteca y el CONICET, por medio del Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Crítica Textual, y luego, a través de dos proyectos de investigación Lomas CyT, la UNLZ brindó su apoyo institucional y los fondos necesarios para hacer los trabajos de campo y la publicación del catálogo.

–¿Qué objetivo se planteó el equipo?

La idea consistía en confeccionar un catálogo de la colección cervantina de Bartolomé J. Ronco, que diera cuenta de su riqueza y variedad, pero que aportara también una descripción de tipo analítico descriptiva, es decir, que no fuera un mero listado bibliográfico, sino que se analizara cada libro en su aspecto material (encuadernaciones, presencia de ilustraciones, formatos, tipo de edición) y las características particulares de cada edición dentro de la historia editorial del Quijote. Dado que se trata de una colección abierta, que sigue aumentando día a día, se optó por catalogar la colección original de Ronco, a la que se le sumó una selección de ediciones muy valiosas donadas con posterioridad.

–¿Cómo emprendieron ese trabajo minucioso de relevamiento?

–Si bien destinamos una etapa previa a la formación de los estudiantes y graduados en temas relacionados con el libro antiguo y la catalogación bibliográfica, los trabajos en Azul comenzaron en 2016. En los sucesivos viajes y en la carga de datos participaron profesores, graduados y estudiantes de la UNLZ y la UNLPam, además del personal de Casa Ronco. Durante nuestras estancias en la biblioteca revisábamos libro por libro, tomábamos fotografías para obtener los datos bibliográficos y al regresar a Buenos Aires completábamos una base de datos. Luego fue necesario amplificar los registros bibliográficos, escribir el estudio preliminar, confeccionar los índices y seleccionar las ilustraciones. Por supuesto, no fuimos ajenos a la pandemia, que en marzo de 2020 complicó la última etapa del trabajo.

“Un análisis del formato y factura revela cómo Don Quijote pasa de ser un libro de entretenimiento en los inicios del siglo XVII a un objeto de ostentación orientado a una aristocracia o burguesía ilustrada a fines del siglo XVIII, para transformarse actualmente en un texto clásico”

–¿Cuál es la relevancia de la investigación?

El catálogo expone el valor de la colección cervantina azuleña. Los diversos tipos de ediciones del Quijote (antiguas, de lujo, críticas, académicas, escolares, en miniatura, adaptaciones infantiles, gráficas –es decir, sin texto, solo conformadas por imágenes– nos permiten apreciar una línea diacrónica que posibilita volver a la historicidad de los textos para reconstruir en la medida de lo posible su lectura coetánea. Un análisis del formato y factura revela cómo este texto pasa de ser un libro de entretenimiento en los inicios del siglo XVII a un objeto de ostentación orientado a una aristocracia o burguesía ilustrada a fines del siglo XVIII, para transformarse actualmente en un texto clásico, con notas destinadas al estudio del texto en el ámbito académico y escolar.

–¿Qué descubrieron durante el proceso?

–Se descubren ejemplos curiosos. Cuando en 1898 España pierde Cuba y el resto de sus últimas colonias americanas, se produce una profundísima crisis moral, política y social. En ese contexto, un grupo de intelectuales españoles, la llamada Generación del 98, aboga por rescatar un personaje literario, Don Quijote, como ejemplo de altruismo, símbolo de la identidad española y a la vez ejemplo de su decadencia. Pasan los años y con el advenimiento de la Revolución Cubana, el texto elegido para inaugurar la flamante Imprenta Nacional en 1960 es, justamente, el Quijote, en la Colección Biblioteca del Pueblo-Obras Maestras, equiparando los ideales quijotescos con “los motivos, luchas y trabajos de nuestra gesta nacional”. ¿No es maravilloso?

–Seguramente, la investigación será reconocida tanto por especialistas como por estudiantes.

–Esperamos que sea útil para investigadores y estudiosos de diversos campos, no sólo del área específica del cervantismo, sino también de la historia del libro o del fenómeno editorial que significó el Quijote desde su publicación en 1605. Se analizan además la encuadernación, ilustraciones y formatos, que pueden interesar a bibliotecarios y bibliófilos. Nos gustaría que fuera inspirador para los estudiantes o jóvenes graduados, para que se animen a encarar experiencias similares. Y nunca hay que olvidarse de los “desocupados lectores” (a quienes apela Cervantes en el prólogo del Quijote), que son quienes leen desde un lugar diferente al del especialista y aportan una mirada nueva y desprejuiciada, siempre tan refrescante.