En Argentina se calcula que hay entre 3 millones y medio y 4 millones de armas de fuego en manos de civiles. Si bien estamos lejos de la cultura de Estados Unidos, donde son corrientes episodios como la masacre de Texas, la tenencia de armas genera muertes silenciosas: desde hace una década mueren entre siete y ocho personas por su uso por día. El 51 por ciento de los homicidios dolosos se produce por conflictos interpersonales. ¿Qué peligro entrañan, en este marco, los discursos de la derecha, que, rodeando la cuestión de la inseguridad, desde siempre intentan instalar una cultura de la utilización de armas en el país? Página/12 consultó a un grupo de especialistas en el tema para que analicen sus implicancias.
Andar armado
"Los discursos políticos que irresponsablemente fomentan la tenencia de armas de fuego desconocen por un lado la normativa argentina, y lo que es más peligroso, le están diciendo a la sociedad que es una buena idea y es deseable resolver los conflictos de manera violenta. Quienes trabajamos en el desarme civil bregamos por la resolución pacífica de los conflictos y apostamos a la convivencia democrática", postula la directora ejecutiva del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip), Aldana Romano. El organismo integra la Red Argentina para el Desarme (RAD).
A pesar de que, como señalan distintas fuentes, culturalmente la Argentina está lejos de los sucesos de Estados Unidos, la tenencia de armas es un tema recurrente en el discurso de la derecha y se hizo muy presente y de manera muy cruda en los últimos años. En noviembre de 2018, paradójicamente en la Semana Mundial del Desarme, Patricia Bullrich desató un escándalo al defender la posibilidad de que los ciudadanos portaran armas. La frase de la polémica fue "el que quiera estar armado, que ande armado" y, el argumento, "la Argentina es un país libre". Más acá en el tiempo, retomó estas ideas Javier Milei. Luego de condenar el accionar del custodio que amenazó con sacar una pistola durante el acto en su bunker electoral, dijo, entre otras cosas: "Si los honestos las portasen (las armas) habría menos delincuencia". A mediados de este mes, José Luis Espert compartió un video en el que disparaba un rifle en un polígono de Quilmes, acompañado por las palabras: "cárcel... o bala". Antes había propuesto transformar a "un par de delincuentes en un queso gruyere" como metáfora sobre "agujerear" criminales.
"La regulación sobre tenencia y portación en Argentina está claramente reglamentada y la ANMAC (Agencia Nacional de Materiales Controlados) es la autoridad de aplicación. Se aparta bastante de la regulación norteamericana", aporta la exministra de Seguridad Sabina Frederic -quien en su cargo derogó los protocolos represivos de su antecesora, Bullrich-, en sintonía con la mirada de Romano. "Hay que atenerse a las reglas y leyes vigentes en nuestro país. Si el objetivo de Milei o Bullrich es cambiarlos que manden un proyecto al Congreso. Lo que ocurre en USA es consecuencia de procesos políticos e ideológicos absolutamente distintos a los de nuestro país. Me parece importante ordenar el debate; no mezclar realidades", añade. Por fuera de la normativa vigente, considera que los discursos de la derecha "crean mucha confusión" a nivel social. "Habría que analizarlos en contexto, y de acuerdo a la autoridad del que lo enuncie. Son probablemente más peligrosos si se trata de una funcionaria o un funcionario a cargo de la seguridad ciudadana."
Julio Alak -exministro de Justicia de la Nación, actualmente en ese cargo en provincia de Buenos Aires- recordó en Twitter que en 2014 la ONU distinguió al programa de desarme civil argentino como el mejor del mundo y que años más tarde Bullrich afirmó que el pueblo debía armarse. Hubo, entre 2009 y 2015, 800 mil argentinos que se desprendieron de sus armas. "Estos son discursos antiguos, basados en formas de combatir el delito que son absurdas. Está demostrado científicamente que no tienen el menor resultado, que agravan la inseguridad. Cuando un delincuente armado entra a un hogar y ve que una persona toma un arma seguramente dispara. Está comprobado que de diez enfrentamientos en nueve casos muere el vecino. Y se sabe que los delincuentes se rearman. Además, la portación genera inmunerable cantidad de homicidios no queridos y es un peligro por el tema del suicidio. No hay elemento en toda la ciencia que determine que es favorable", explica a Página/12.
"La derecha nuestra es tan burra como colonizada. Incorpora todas las estupideces que generan los norteamericanos, como los de la Asociación del Rifle. Los gobiernos progresistas siempre promovimos el desarme, hicimos muchos congresos y Argentina era un país líder porque daba un incentivo económico por el desarme", añade. Desconfía que los discursos en favor de la portación de armas puedan penetrar en la sociedad argentina, porque "le tiene temor al arma".
También Rodrigo Pomares, coordinador del área de justicia y seguridad de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), plantea que las armas, en lugar de favorecer la seguridad, generan más letalidad. "Hace años distintos sectores vienen proponiendo en nuestro país hacer más livianos los mecanismos para el acceso y se viene promoviendo en lo discursivo el uso de las armas entre la población civil", dice. El reemplazo del Registro Nacional de Armas de la República Argentina por la ANMAC fue "un paso importante" porque plasmó "una mirada distinta" en torno al "posicionamiento estatal". "De alguna manera, se promueve el control y la disuasión en el acceso y no una política de desregulación. Sin embargo, los planes de desarme no han tenido la amplitud e intensidad que se requiere para que disminuya la circulación de armas", analiza.
Adrián Marcenac, papá de Alfredo Marcenac -asesinado a tiros en 2006 en plena avenida Cabildo- e integrante de la RAD, sostiene que "a veces son discursos para los medios, que después no se implementan". "Es llamativo que cualquier funcionario o político con responsabilidad o futuras responsabilidades escuchado en los medios tenga una visión tan simplista, porque detrás de cada arma hay una muerte, y muchas veces eso se olvida." También opina la referente de la Correpi, María del Carmen Verdú: "Estos sectores que favorecen mayores libertades para la adquisición de armas y defienden a los mal llamados justicieros que, en realidad, son vigilantes, son los mismos que te dicen que nos tenemos que parecer más a Estados Unidos, una sociedad transversalmente atravesada por todas estas políticas de odio, que no sólo tienen que ver con el racismo sino con todos los 'ismos' que se pasen por la cabeza".
Datos del país
"Si nos comparamos con Estados Unidos y estas tragedias recurrentes estamos en otro mundo. De cualquier manera, la tenencia de armas no es un tema menor, porque en los últimos siete años se ha adormecido el tema. De hecho, el programa de entrega voluntaria de armas está suspendido desde diciembre", indica Marcenac. El programa depende de la ANMAC. Tiene una vigencia de dos años que el Congreso debe renovar. Permite a la ciudadanía desarmarse voluntariamente y otorga por ello un incentivo económico. "Estamos seguros de que el Congreso lo aprobará. Pero parecería que estos problemas no son prioridad porque en la Argentina no hay matanzas masivas. Sí hay muertes silenciosas todos los días", sentencia.
De acuerdo a datos de la Red, el 51 por ciento de los homicidios dolosos en el país se produce por conflictos interpersonales entre civiles que adquirieron armas para sentirse más seguros. Los homicidios en ocasión de robo abarcan el 18 por ciento del total. "La mayoría son situaciones banales que terminan en tragedia, a nivel familiar, una discusión de tránsito, de fútbol, una callejera", describe Marcenac. Los datos sobre tenencia de armas son "complejos de calcular", aunque se estima que entre 3 millones y medio, 4 millones de armas están en manos de civiles. "La ANMAC tiene registradas alrededor de un millón y medio, la mayoría con licencias vencidas. Por cada arma se estima que hay una, una y media más que nunca fue registrada. En la ANMAC sólo un 10 por ciento está con los papeles en regla. Ninguno de los tres últimos gobiernos hizo algo al respecto", completa.
"Uno de cada cuatro femicidios en nuestro país es cometido con un arma de fuego. Aún cuando las mujeres no somos las usuarias ni las fabricantes ni las que comercializamos las armas sufrimos desproporcionadamente sus efectos", suma Romano. "El arma es un elemento simbólico propio de la masculinidad hegemónica, detrás de la idea del macho protector se esconde un sin fin de violencias ejercidas sobre las mujeres. Las armas no solo matan, también son elementos de coacción y amenaza constante."
"Hay todo un negocio en el que tienen intervención las fuerzas de seguridad, que es el tema del alquiler: podés alquilar un arma para usarla, con un precio que varía si está usada o no, la devolvés y se vuelve a alquilar. Es un negocio paralelo al de drogas, prostíbulos y desarmaderos. Una parte importante de las armas de particulares, sobre todo las de más alto calibre, son traficadas por las propias fuerzas", informa Verdú. Según datos de Correpi, el 95 por ciento de los femicidios en manos de fuerzas de seguridad son con el uso de arma reglamentaria. Y el 66 de los de gatillo fácil también, cuando los uniformados están fuera de servicio.