De A la vasta criatura apodó Golem se habían hecho unas pocas funciones en 2019. La obra de Matías Martínez esperaba por su nueva oportunidad, que llega ahora a Teatro La Comedia (Mitre 958) con tres noches sucesivas. La primera fue ayer, la otras dos serán hoy a las 21 y mañana a las 20. La apuesta es notable, y cuenta con el precedente reciente de otras dos obras de Martínez, también con reposiciones (en este caso en Galpón 15): Representación nocturna del Marqués de Sebregondi y Los bordes torpes del ano. Una seguidilla que permite ahondar en el mundo artístico del dramaturgo.

En las tres, participa el actor Martín Fumiato. Uno de los baluartes de la escena independiente, Fumiato integra un grupo artístico en donde el vínculo con Martínez va de la mano, en una relación que adquiere siempre matices sorprendentes. “Nunca propone lo mismo; es más, cinco minutos antes de una función te puede decir: ‘bueno, hagámoslo al revés’ (risas)”, dice el actor sobre el director, en diálogo con Rosario/12. “Nosotros estudiamos juntos en la Escuela de Teatro, hace como 30 años. Nos conocemos mucho, compartimos los códigos el uno del otro, pero nunca hemos hecho una obra igual. Siempre participé de casi todas sus obras, de una manera u otra, porque nos conocemos desde la forma de laburo. Pero nunca se encara un laburo de la misma forma. Creo que ésa es la constante”, continúa el actor.

-Algo que desafía, está muy bueno.

-Sí. Por otro lado, algunas veces nos hemos arriesgado mucho a hacer cosas muy border, que nos llevaron a dar marcha atrás. Como cuando hacíamos H: era en una casa y bastante clandestino, para 15 personas. Cuando con esa obra ganamos festivales tuvimos que abrir el juego y pasar de hacer teatro de cámara a teatro de sala. Por dar un ejemplo de lo disímil que han sido los trabajos. Alguno de los anteriores, como Representación nocturna del Marqués de Sebregondi, es puntualmente sobre un autor, Osvaldo Lamborghini, bien alrededor del texto El niño proletario. Pero en el caso de A la vasta criatura apodó Golem, se está rozando la ópera. Nada que ver en cuanto a estética o narrativa.

El despliegue escenográfico es típico de la ópera,

-Y sobre qué trata esta obra.

-Si tuviera que decirte la fábula clara y concreta, es la historia de la humanidad hasta nuestros días, empezando por cuestiones como el mito del Génesis y un poco la mirada hebraica sobre el Antiguo Testamento; pero con una visión muy metafórica, que no pasa por lo religioso. Desde el primer fratricidio llegando hasta nuestros días, cuando la maquinaria para exterminarnos se ha perfeccionado bastante. Ésa sería la historia de la obra entera, pero desde una narrativa que se cruza con algunos textos, como Lewis Carroll con el Jabberwocky y el propio Borges con El Golem, más una plástica proveniente de la ópera.

-En este sentido, ¿qué se ofrece desde la puesta visual?

-Matías ya viene trabajando con equipos grandes, y con algunos de ellos desde hace un tiempo, como Ramiro Sorrequieta en el vestuario; la propuesta escenográfica está coordinada por Cristian Grignolio, que viene de Teatro El Círculo; la música en vivo la hace Horacio Castillo, que también dirige los coros de la ópera. Hay un cruce de veredas. La gente que vaya a ver teatro se va a sorprender por esta cuestión operística. Hay un despliegue escenográfico relacionado con esta cuestión típica de la ópera, visualmente muy impactante, y con las actuaciones del teatro independiente rosarino. Es una mezcla. Si me presuntás cómo lo definiría, es una ópera contemporánea, algo que, en función de sus características, no se ha visto en Rosario.

-¿Obedece a una búsqueda de lo “posdramático”?

-Es algo a lo que tal vez estemos migrando. Uno ya lo ve en talleres, en la forma de abordar las escenas. La mayoría de los directores, no sólo Matías, te dicen “no representes”, “no hagas personajes”, “no busques el conflicto”. Están borradas estas cuestiones de lo clásico, de lo dramático. En Sebregondi, gran parte de la obra, internamente para nosotros, es masticar palabras, es musicalidad. De hecho, lo hacemos así, lo cantamos. Es un coro de voces. Nunca nos propusimos hacer algo en donde hubiera un conflicto, un problema. Es una propuesta que no tiene que ver con lo teatral, es más un coro. Ahí ya estábamos virando hacia lo posdramático. Por otro lado, uno ha transitado varias disciplinas artísticas, como todos los que integramos el grupo. Siempre tenemos una visión extrañada de ellas, entre la plástica, la música, el teatro. Esa mezcla favorece los lenguajes. La pintura ha ido mucho más allá en sus límites, como en Blanco sobre blanco de Malevich. O como sucede con la música electroacústica. Pero el teatro no ha ido a sus bordes, y ésa es una deuda que tenemos, para ver qué es lo que pasa.

En la feliz vuelta a los escenarios, Martín Fumiato estará presente también el fin de semana próximo, en la misma sala, con Dos Viejos Judíos, junto a Naum Krass, bajo la dirección de Ricardo Arias. “Es un espectáculo muy conmovedor; a diferencia de mis obras anteriores, ahí hago de bueno (risas)”, advierte. El elenco de A la vasta criatura apodó Golem se completa con Magdalena Perone, Graciana Tucat, Guillermo Peñalves, Luciano Matricardi y Federico Fernández Salafia; a partir de la dramaturgia, dirección y puesta en escena, de Matías Martínez.