Cierta semana del año hace coincidir dos tradicionales festividades. El catolicismo anota la ascensión de Jesús al cielo cuarenta días después de resucitar en la Pascua; mientras que en Estados Unidos se conmemora el Día de los Caídos, dedicado a los soldados que murieron en combate, el último lunes de mayo. Sin buscarlo, estos dos 'feriados' le dieron una oportunidad de alcanzar masividad a eventos deportivos muy diferentes y distantes que crecieron a la par: tanto el Gran Premio de Mónaco con la Fórmula 1 corriendo en las calles del Principado como las 500 Millas de Indianápolis a más de 370 km/h por un circuito súper veloz. Estas competiciones tan desiguales en sus características son piezas buscadas por los más grandes pilotos de la historia, tanto como la carrera de resistencia de 24 horas en Le Mans, Francia, al nivel de forman la conocida "triple corona del automovilismo" que solamente una persona ha logrado obtener. Por ello es que este fin de semana hay especial atención sobre Indy500 y la F1 en Montecarlo, pues la gloria pondrá a prueba a un puñado de valientes para premiar a quien sea merecedor al cabo de la competencia.
Cuál es más grande o más importante es imposible responder con claridad, porque cada una tiene sus características. Para Le Mans habrá que esperar hasta mediados de junio pero las que se disputan este domingo tienen, cada una, su propio desafío, donde la versatilidad y pericia de los pilotos se aprecia al responder constantemente a lo inesperado, en fracciones de segundo.
Los brazos metálicos de los guardrails monegascos envuelven los coches de F1 a punto de hacerlos ver pequeños cuando suben velozmente en el zigzagueo posterior a la curva donde se erige la Iglesia de Sante Devote. Se colma la capacidad de los balcones alquilados a precios extravagantes con fanáticos de todo el mundo que no quieren perderse la vista única y sentir vibrar la mampostería en la primera vuelta de carrera. Se trata de una pista presente desde antes que se creara el campeonato de F1 en 1950 y por ello es un clásico. Envuelve no solo una carrera de autos sino un millonario encuentro social con personajes de todos los rubros imaginables en lujosas suites o sus propios yates en el puerto y cuyo vencedor es coronado en el Palco junto a Su Alteza Serenísima el Príncipe. Mónaco no paga las exuberantes cifras que los demás países para ser parte del 'Gran Circo' sino que apenas con un valor simbólico le permiten estar y, además, recibir excepciones deportivas. Con sus 3.340 metros en la vuelta, el Grand Prix donde Charles Leclerc (Ferrari) es local resulta ser la única pista del calendario que se acepta sin cumplir con el mínimo de 3,5km de recorrido.
Si de celebraciones se trata, también la capital del Estado de Indiana se viste especialmente para recibir durante la semana de actividades a 400.000 espectadores y generar un movimiento mayor al del mismísimo SuperBowl dentro del Indianapolis Motor Speedway. No solo es el autódromo más grande del mundo sino que no existe recinto deportivo mayor en el mundo, pues dentro suyo pueden acomodarse en un puzzle imaginario unas cien veces el campo de juego del estadio de River Plate. Dos rectas largas y dos muy cortas, unidas por cuatro curvas amplias, le dan forma rectangular a un circuito donde el pasado fin de semana Scott Dixon transitó a 376km/h de promedio para lograr la Clasificación más rápida en 106 años de historia, con velocidades punta registradas en 390 km/h. Solamente la inclinación lateral del peralte con el que se diseñó la pista permite sostener tan elevado tránsito en las curvas. Juan Manuel Fangio, que junto a Carlos Reutemann son únicos argentinos ganadores en Mónaco, realizó unos ensayos en el -mal llamado- óvalo y tras superar las pruebas que todo novato debe cumplir (a pesar de ser en 1958 una estrella de la F1) decidió no participar. No contaba con un vehículo con el rendimiento que su reputación merecía y desistió de correr la prueba que inventó la famosa frase 'Caballeros, enciendan sus motores'.
¿Quién ganó la Triple Corona y quiénes podría igualarlo?
La historia solamente tiene el nombre del inglés Graham Hill (padre del también piloto, Damon Hill) como capaz de anotar victorias en las tres grandes joyas del automovilismo. Logró cinco triunfos en Montecarlo con la F1 y celebró en grande tanto en Indy como Le Mans. Dos contemporáneos que correrán este fin de semana, uno en Estados Unidos y el otro en el Principado, sueñan con el título honorífico de Hill. El colombiano Juan Pablo Montoya debe el triunfo en la clasificación general de la carrera francesa de resistencia Le Mans que el año pasado ganara el cordobés José María López; y el español Fernando Alonso, a pesar de haberlo intentado, aún no ha logrado imponerse en la cita norteamericana.
La Fórmula 1 atraviesa hoy un período de popularidad sin igual, con autos renovados y un paradigma de domino absoluto de Lewis Hamilton y Mercedes cortado con la espectacular temporada 2021 en que se consagró al joven Max Verstappen a bordo del Red Bull. Entusiasma la fortaleza con que Ferrari ha saltado al protagonismo en todas las pistas pero la fiabilidad le ha jugado una mala pasada a la factoría italiana días atrás dejando a Leclerc con las manos vacías en España. El impetuoso monarca actual ha ganado cuatro de seis en el 2022 y es candidato a pesar de tener el neerlandés un fallo recurrente en su alerón trasero. En tanto, entusiasma la lucha interna entre el recién llegado al equipo de las flechas de plata, George Russell, plantándose ante el heptacampeón Hamilton. Además de ellos, Sergio Pérez con la escuadra de bebidas energéticas y Carlos Sainz con la marca del cavallino rampante intercalan protagonismo con sus compañeros en cada fin de semana.
Por el lado de Indy, entre los 33 clasificados hay un auto a cargo de un equipo argentino radicado en EEUU, el Juncos Racing, que es conducido por el británico Callum Ilott. Resultará interesante evaluar al brasileño Helio Castroneves intentando la quinta victoria para escaparse como el único en la lista de máximos vencedores, al mencionado Montoya y al carismático nipón Takuma Sato buscando cada uno su tercera celebración, o a Jimmie Johnson, ídolo de NASCAR debutando en esta carrera.
En la carta de presentación de un piloto de Indycar no se aclaran los campeonatos conseguidos sino, más bien, si ha logrado ganar Indy500 alguna vez. Diferente en este sentido puede llegar a ser Mónaco, inserta como un domingo especial dentro de un torneo mayor. "Me encanta Mónaco, pero prefiero ganar el Mundial antes que vencer en Montecarlo", dijo recientemente Leclerc, sobre quien pareciera pesar una 'maldición' que siempre le genera problemas en la carrera de su casa. Lo que está claro es que estas pruebas enaltecen a quien es capaz de dominarla y solamente se recuerda al ganador. Esto cuenta para cualquiera de los brillantes de la triple corona, que tiene la particularidad de que en esta semana del año pone en juego a dos de sus joyas.