El correo electrónico conmociona. El colegio de Miami se lo envió a los padres de una nena de ocho (8) años, al día siguiente de la masacre de Texas. En cierto sentido, la escuela pretende tranquilizar a los padres, como diciendo que ahí no puede pasar lo mismo. “A continuación --dice el mail-- se muestra una lista de algunos de los protocolos y medidas vigentes para garantizar la seguridad de todos: contamos con cuatro guardias armados y tenemos policías en el plantel. Más de 200 cámaras en las instalaciones, monitoreadas por dos oficiales de seguridad de tiempo completo. Simulacros semanales de entrenamiento contra tiradores activos realizados únicamente por personal armado. Simulacros trimestrales de encierro escolar realizados por los chicos”. Estos últimos simulacros, en los que participan los niños, ahora se hacen también semanales. Suena una sirena y se ensaya que los niños corran a sus aulas, se tiren debajo del pupitre, se apagan todas las luces y deben mantenerse en silencio durante todo el ejercicio. A veces, es una hora en silencio. La madre que recibió el mail cuenta que su hija de ocho (8) años no duerme esa noche.
Treinta
La matanza de Uvalde, Texas, el 24 de mayo, no produce una catástrofe sólo en las víctimas, sus familiares o el estado de Texas: como se ve, el desastroso efecto golpea en todo Estados Unidos, en especial en los colegios primarios. Según el conteo de la CNN, la de Texas fue la irrupción armada número 30 en un colegio de los denominados K-12, es decir con alumnos de hasta 12 años.
Escalofriante
El mail que recibió la mamá de la nena de ocho (8 años) es extenso. Cuenta otras medidas de seguridad que toma la escuela de La Florida. Página/12 transcribe textual del correo electrónico:
*Política de mochila transparente: todas las maletas no transparentes se registran con seguridad y se mantienen en un contenedor-habitación donde son registrados dos veces.
*Todo el personal recibe capacitación en todos los aspectos de la seguridad, incluidos los procedimientos de cierre, autodefensa táctica (en respuesta a tiradores activos), RCP y cuidado de heridas de emergencia.
*Cada salón de clases está equipado con kits de trauma de grado hospitalario.
*Las puertas de las aulas están cerradas con llave en todo momento y se han agregado cerraduras de barricada adicionales.
*Todas las ventanas de las aulas son de vidrio resistente a impactos.
*Alambrado reforzado de 2,40 metros alrededor de todo el establecimiento con escotillas de escape de emergencia para eventos masivos de evacuación.
*Guardias de seguridad armados itinerantes monitoreando el perímetro de la escuela.
“Tenga en cuenta que estos son solo algunos ejemplos de los protocolos establecidos para mantener a todos a salvo --continúa el texto--. La seguridad es nuestra principal prioridad. Si su hijo está preocupado por lo que sucedió, tenga en cuenta que nuestros consejeros escolares están disponibles para hablar con ellos. Están especialmente capacitados para trabajar con niños que pueden estar en peligro. Somos una familia. Sigamos cuidándonos y apreciándonos unos a otros. Trabajemos todos juntos y seamos los ojos y oídos de nuestro equipo de seguridad. Gracias”.
Trauma
Por supuesto que el simulacro --que ahora es semanal-- en el que participan los chicos es tremendamente traumático. Suena en forma estruendosa la alarma de código rojo, que indica que hay un tirador. De inmediato hay gritos, corridas, y se les enseña a los alumnos a guarecerse.
Los chicos, si no están en su aula, tienen que correr hacia allí. Deben mover los pupitres hacia la pared de atrás y esconderse debajo, por lo general acostados en el piso. Se cierra la puerta con llave de seguridad, se apaga la luz y sólo queda prendida la computadora de la maestra. Tienen que mantener absoluto silencio durante largo rato, a veces hasta una hora.
El impacto es fuertísimo: madre de nena de ocho (8) de Miami le cuenta a este diario que su hija no duerme la noche del simulacro y, por supuesto, ella tampoco. Tiene miedo la madre, tiene miedo la hija, pese a que Miami está a 1600 kilómetros de Uvalde. Igualmente, todos saben que en La Florida se produjo una de las peores masacres en escuelas: el 14 de febrero de 2018, Nikolas Cruz, de 19 años, entró a la Stoneman Douglas High School y mató a 17 estudiantes e hirió a otros 17. Stoneman está apenas a 30 minutos del centro de Miami, es de hecho un barrio de la ciudad. Cruz fue detenido y la condena se conocerá el 27 de junio. Está claro que un tirador puede aparecer en cualquier lugar del país y cada vez ocurre en forma más frecuente, en especial tras la pandemia.
Rifles
Como se sabe, el tirador de Texas, con 18 años recién cumplidos y antecedentes psiquiátricos, compró un rifle de asalto el martes 17 de mayo en un negocio de ventas de armas de su barrio. Al mismo tiempo, se llevó 375 proyectiles. Tres días después, el viernes 20 de mayo, volvió al mismo negocio y compró un segundo rifle de asalto. La investigación demostró que en la escuela disparó cien de los proyectiles a los que accedió sin ninguna restricción.
En la convención de la NRA (Asociación Nacional del Rifle), que justamente se hizo en Houston, Texas, este viernes, el referente de la derecha norteamericana, el senador Ted Cruz, defendió la venta libre de armas: “La solución a los tiroteos en las escuelas es fortalecerlos instalando puertas a prueba de balas y cerrando las puertas de las aulas en todas las escuelas”.
En los últimos dos días, el gobernador de Texas tuvo que reconocer que el encargado de seguridad del colegio (resource officer), que depende de la policía, no estaba en su puesto cuando entró el tirador y que la fuerza policial de asalto tardó una hora en actuar. “Fue un error”, dijo.
Prevenciones
Pero para muchos padres y madres que viven en Estados Unidos la falta de prevención no pasa sólo por la ausencia de control de armas y la venta de rifles a jóvenes y mayores sin un mínimo test psicológico. “No hay tampoco ninguna campaña ni política alguna sobre el bullying, que es cada vez mayor --dice madre de nena de ocho (8)--. No hay asistencia psicológica alguna en casos de depresión, aislamiento o abuso”.
Como se sabe, Salvador Ramos, el tirador de Uvalde, fue víctima de bullying porque tartamudeaba y tenía cierto ceceo en el habla, enormes dificultades para aprobar materias y una vida familiar de muchos problemas. De hecho, arrancó la matanza disparándole a su propia abuela, con la que vivía.
Entrenamiento
En agosto de 2020 --consignó este viernes el New York Times--cinco fuerzas de seguridad distintas participaron de un simulacro-ejercicio en Uvalde, más precisamente en los corredores de una escuela, no la de esta tragedia. No había clases en ese momento y se aprovechó la oportunidad para el megaensayo. Incluso participó un grupo de asalto --SWAT-- dotado de planos de todas las escuelas de la zona. La realidad es que nada pudo parar a un joven de 18 años que pudo acceder fácilmente a la compra de dos fusiles de asalto.
Para defender el fabuloso negocio de las armas, los políticos de derecha insisten en que la solución es mejorar las medidas de seguridad de los colegios, inyectando miles de millones de dólares. Su vocero por excelencia, Donald Trump, mencionó este viernes el refrán "a un mal tipo con un arma, sólo lo para un buen tipo con un arma". Y agregó "la solución pasa por poner detectores de metales y mecanismos para cerrar puertas desde el interior, para evitar los intrusos".
Muy del otro lado, se pone una mayoría norteamericana que exige que esos miles de millones de dólares se inviertan en el control de las armas y, sobre todo, también en salud mental. No es una mayoría que se refleje en el congreso de Estados Unidos y mucho menos en la Suprema Corte de ese país. Pero parecen salidas mucho más razonables que dentro de algunos años, alguna vez, permitirán que no se someta más a los chicos y a los padres a simulacros que a la noche no los dejan dormir.