El avance del trigo transgénico HB4 en el país abrió un fuerte debate que gira en torno a la salud, la soberanía y el modelo productivo. Mientras que hay quienes defienden el uso de la semilla para la producción local, científicos y activistas rechazan su aprobación y advierten resultados contraproducentes para la sociedad.
Si bien es un tema que se viene debatiendo desde hace, por lo menos, dos años, con la aprobación del Gobierno el 12 de mayo pasado, el tema recobró fuerza nuevamente. Su autorización estaba pendiente a la espera de que fuera avalado también por Brasil, el principal comprador del trigo argentino.
La semilla es un desarrollo del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral Raquel Chan, en asociación con la empresa Bioceres. Esta última tiene entre sus accionistas a Hugo Sigman y Gustavo Grobocopatel.
Salud, modelo y sobernía
Consultado por AM750, el extitular de la Federación Agraria Argentina (FAA), Pedro Peretti, señaló: “Yo parto de la base de que todos los organismos regulatorios de la salud pública que lo aprobaron en Argentina, Brasil, Nueva Zelanda, Canadá y China no quieren que haya un daño en la población”.
“Yo no soy científico, yo lo que hago son reflexiones críticas. Argentina es un país que está plagado de pesticidas. Debe bajar este nivel violentamente. Somos el país que consume más pesticidas por año”, añadió de forma crítica.
Y comentó que la lucha se debe apuntar contra estos elementos. “No pelear contra el Estado haciendo ciencia. Este trigo es un auxiliar de la agricultura familiar y del menor consumo de herbicidas. Puede abrir un campo impresionante al tema de ir a plantas que sean resistentes a las plagas y que lo necesiten ser fecundadas”, dijo.
“Transgenizados hasta la banquina”
Sin embargo, Peretti reconoció que “la agricultura argentina está trangenizada hasta la banquina”. Pero desglosó: “Hay 65 eventos transgénicos reconocidos, 62 son de Monsanto y de Syngenta. Las principales opositoras a la patente de este trigo”.
“Las únicas tres que son del Estado argentino son estas del trigo, de la soja y de la papa. ¿Y ahora juntos vamos a atacar estas tres? O las tumbamos todas o quedan todas. Porque no puede ser que nosotros tumbemos las tres que son estatales y las de Monsanto y Singenta sigan de pie”, opinó.
Además, explicó que esta innovación "no necesita más herbicida que el trigo tradicional". Aclaró que "debe ir separado del otro tipo para que el consumidor pueda elegir".
"La semilla es soberanía. Ésta patente es del Estado. Esto es soberanía pura para enfrentar todos los problemas que va a venir ahora de la guerra, de las patentes y todo lo demás", concluyó.