La cineasta cordobesa Inés Barrionuevo estrenó el jueves pasado su cuarto largometraje, Camila saldrá esta noche, en el que se interna en el universo femenino y feminista de una adolescente. A diferencia de sus anteriores trabajos, este proyecto ya tenía un guión, cuando la convocaron para ser la directora. Desde el origen, el texto tenía una temática adolescente, pero más centrada en la problemática del bullying. "Había un esqueleto de 'chica que entra al colegio', pero las temáticas eran otras", cuenta Barrionuevo. Ella propuso trabajar el guión con temáticas que le interesaban más y cambiar el eje a toda la película. "Estuvimos trabajando casi hasta el rodaje. Después, todo se cortó por la pandemia y quedaron escenas por filmar y en esos ocho meses que tuvimos también reescribimos esas escenas que habían quedado colgadas", afirma la realizadora sobre el proceso de reescritura.
La ficción tiene como protagonista a Camila (Nina Dziembrowski), una adolescente que vive en La Plata y se muda a Buenos Aires con su madre y su hermana por motivos familiares: su abuela está internada en grave estado. El cambio de escuela es rotundo: de una institución acorde a sus ideas progresistas, Camila va a estudiar a un colegio religioso que no acepta su pañuelo verde. Tampoco sus ideas. Camila no se queda de brazos cruzados y se rebela contra las normas que pretender imponer ámbitos retrógrados. Sin embargo, ella no está aislada y busca tener una adolescencia acorde a lo que siente: comienza su desarrollo sexual con chicos y chicas, establece amistades y compañerismo y, como dice el título, comienza a salir por las noches. La película relata, entonces, el proceso de maduración y empoderamiento de Camila y es, a la vez, un relato íntimo de la vida de las adolescentes. La búsqueda de la identidad, la diversidad de identidad de género, el abuso, la construcción de la propia tribu y la sororidad son algunos de los temas que transita el film.
-¿Qué es lo que más te atrae del mundo adolescente?
-Me atraen los personajes que tienen una potencia y un conflicto. Esa es la materia prima de cualquier historia. Y eso en el mundo de los adolescentes es bastante claro porque, por la edad, ya tienen un conflicto. Además de los amores, la rebeldía, la familia, tener esa edad ya es un tema conflictivo. Entonces, se plantan frente a la cámara con una potencia que a mí me fascina. Desde siempre, cuando veía las tapas de DVD o los afiches de películas donde había adolescentes, siempre me llamaban la atención y quería verlas. Ahora, las hago. Y hago las películas que me gusta ver. Es como que hago la película para mí. Y para otra gente porque yo no soy un ser aislado en el mundo: comparto intereses y gustos con un grupo de personas. Entonces, un poco es eso lo que me atrae de este mundo. Y hay algo de seguir la mirada de los personajes que también me interesa.
-El que retratás es un mundo adolescente muy acorde a esta época con un personaje que es militante feminista. ¿Te parecía que abordar esta ficción te permitía hablar de los cambios en la sociedad a partir del movimiento de mujeres?
-Sí, obviamente había una variedad de temáticas que me interesaba ahondar. Y era lo que yo estaba viendo en estos últimos años en la Argentina: un movimiento muy poderoso, como fueron las marchas y la vigilia por la ley del aborto, el 8M y otras cosas. Yo venía viendo esta juventud que avanzaba, chicas, chiques muy jóvenes, en las marchas con las banderas de los colegios. Y cuando iba a las movilizaciones pensaba qué suerte que tienen porque por ahí tienen 14, 15 años y ya pasaron de su niñez a su adultez en este contexto, con tantas leyes ganadas. Pensé y fui viendo mucho esta juventud en las distintas manifestaciones a las que fui durante estos años. Y pensaba cómo me gustaría ser adolescente en esta época, con estas libertades, con esta fluidez de ciertas cosas. Y tenía ganas de hablar de eso porque es algo que respeto y admiro.
-¿Hay mucha resistencia retrógrada a las conquistas que viene teniendo el colectivo feminista? ¿Buscaste reflejar eso?
-Siempre hay resistencia, la derecha está muy cerca de la izquierda y las resistencias son de todas las épocas. Me parece que el punto de vista de la película no es sobre eso específicamente, pero sí está porque no puedo ser inocente. Tampoco quería que fuera una película inocente en ese sentido. Es lo que mí me pasa: tengo mi grupo de amigas, amigues, que me llaman y me dicen: "¿Llegaste bien a tu casa?". Nos cuidamos. Es como una trinchera suave de amistad, casi como vivir en una especie de globo, donde está todo bien, pero al lado están la oscuridad y la violencia. A veces, me olvido y estoy con esta gente que son como les amigues de Camila, que te quieren, que te cuidan, que son lo más, pero en el mismo curso, en el mismo colegio, muy cerquita hay un abusador. Y eso es lo que pasa. Es muy cercano todo.
-¿La tensión con la madre expresa ese conflicto entre las nuevas generaciones y aquellas de otra época que son reaccionarias a las cambios?
-Sí. Incluso, la madre es súper comprensiva con Camila y es bastante buena onda con su postura, pero no deja de ser una madre sola con dos hijas, una de ellas adolescente. Y no deja de estar esa rispidez. También ahí es donde se ve el carácter prematuro de Camila. En el colegio, por ahí la tiene más clara o se planta con ideas más fuertes, pero en la casa está esto del hueco generacional. A veces, hay lapsos relativamente cortos entre una madre y una hija y pienso cómo puede haber tanta diferencia. Pero eso es también porque hubo luchas anteriores, hubo sangre y hubo movimientos feministas y queers de derechos, gente que la pasó muy mal. Por eso, estos chicos pueden estar en esta situación.
-En tus largos anteriores está presente también el universo femenino. ¿Por qué es un tema que te interesa particularmente abordar?
-Porque soy mujer y feminista. No sé si alguna vez voy a hacer una película sobre un hombre pero por ahora no me surge. Siempre voy para ese lado, el universo de las mujeres es el que más entiendo y conozco y el que más me llama a contar una historia.