Carlos “La Mona” Jiménez no descansa en su afán de hacer historia. Después de debutar finalmente en febrero pasado en el festival Cosquín Rock, toda una deuda pendiente en su memorabilia, el cuartetero cordobés protagonizó una nueva hazaña en el ocaso de la tarde del domingo. Esta vez sucedió en la ciudad de Buenos Aires, y ante unas 125 mil personas. El evento, que tuvo a la avenida Diagonal Norte como escenario, con el Obelisco de fondo, fue organizado por el gobierno porteño para tributar al cantante por sus 55 años de carrera artística. “Voy a dar toda mi energía y felicidad para divertir a la gente”, prometió el icono musical argentino días antes de este show. Y una vez más, no decepcionó.
Alrededor de 22 canciones le dieron vida a este cuartetazo a cielo abierto, en el que los fans se dieron cita desde bien temprano y en muchos casos apostados en lugares insólitos. Como balcones de hoteles aledaños y otros lugares vertiginosos que evidenciaron la devoción que existe por el artista. En medio de la oferta recitalera que sacude en las últimas semanas a la avenida Corrientes, el “James Brown del cuarteto” ganó está vez por goleada. De lo que pueden dar fe los vendedores de merchandising improvisado que se apoderaron del Centro de la ciudad, con remeras y gorros negros con la cara del músico silueteada en blanco.
Una vez que pasaron por las pantallas apostadas a los lados del escenario algunas imágenes que recorrían la vida y la obra del artista, lo que invitó a un público eufórico a levantar sus celulares para captar el inicio de la ceremonia que estaba por venir, apareció la banda que acompaña a La Mona Jiménez. Secundada por su líder, al mismo tiempo que se escuchaba entre la muchedumbre el grito de “Soy Jiménez”. El raíd arrancó con “Enamorado de ti”, a la que le siguió otro de sus hits: “Tinta china”. Aunque en esta ocasión le dejó a sus seguidores que la cantaran hasta apropiarse completamente de la canción.
Si en “Ramito de violetas”, cuartetazo como pocos, el artista pidió que “pusieran huevos” y repartió besitos, en “Despierta corazón” se consgaró como crooner del género. Sin embargo, luego se quitó ese saco dorado y negro a lo Michael Jackson y se entregó al baile en “La pupera”. A la que le secundaron “El león”, donde se aproximó al chamanisno con esas manos temblorosas al aire, y la legendaria “Y ya ves, no te puedo olvidar”. Ahí empezó a mencionar la procedencia de las banderas alegóricas de sus fans, lo que se tornó en un lugar común a lo largo del show y también en una suerte de censo que daba cuenta de que había público de todo el país.
“La agujita de oro” y “Me desepero” dieron pie a “Laura”, en el que el artista (coreografía mediante) patentó un estado de salud tremendo, pese a sus 71 años. Algo parecido a lo que le sucede a uno los temas que le legó al cancionero clásico de la música popular nacional: “Quién se ha tomado todo el vino”. La rompió en el inicio de “Me mata”, al punto de que le pidió a la multitud que saltara tal cual recital de rock. En “El marginal” salió a escena vestido como caudillo, pero luego La Mona supo ser pueblo en “Sólo contigo”. y especialmente en su himno “Beso a beso”. Corolario de una noche inolvidable en la que Buenos Aires saboreó por un ratito un poco de la magia cordobesa.