Policías de la Comisaría 42 de la ciudad de Tartagal protagonizaron un nuevo hecho de violencia con personas detenidas en esa dependencia. Aunque no hubo información oficial de la Policía, se supo que varios detenidos resultaron con magulladuras y marcas de golpe. Además uno de ellos afirma tener el hombro dislocado, otro alcanzó a contar que le quebraron un dedo y un tercero sostuvo que además de golpearlo lo sometieron a tratos degradantes de contenido sexual. 

La primera noticia de la violencia policial la recibió la madre de un detenido, alrededor de las 4 de la madrugada de ayer, por un aviso de un propio policía, que le indicó que era conveniente que fuera a ver su hijo, uno de los más golpeados, aparentemente. Un grupo de mujeres llegó enseguida a la Comisaría y así constataron que había varios detenidos con lesiones, a tal punto que varios de ellos fueron llevados al Hospital Juan Domingo Perón

El Comité para la Prevención de la Tortura de Salta confirmó los incidentes e informó que inmediatamente dio aviso al Ministerio Público Fiscal. El comisionado Rodrigo Solá adelantó a Salta/12 que hoy pedirán una reunión "con carácter de urgente" al ministro de Seguridad y Justicia, Abel Cornejo

Los familiares de los detenidos que accedieron a hablar, pidieron que se resguarden sus identidades porque temen que haya represalias contra sus parientes alojados en la Comisaría tartagalense. Según contaron, la violencia se ejerció sobre los detenidos que estaban en la Celda 1 de la dependencia policial. 

Uno de estos familiares contó que en un primer momento los responsables de la Comisaría pretendieron negar la violencia, pero la reconocieron cuando una mujer les dijo que tenían videos. Entonces una policía de apellido Chávez, que se presentó como la jefa de turno, confirmó que había personas con lesiones y marcas de golpes y que se ocuparía de que recibieran atención médica, aunque dijo desconocer cómo habían ocurrido los hechos. 

"No es la primera vez que pasa. Este mes es la tercera vez, en esa misma celda, y después minimizan todo", afirmó la  madre de un detenido. Según contó, no les permitieron hablar con sus familiares y solo pudieron saber lo que les pasa hablándose a los gritos, en el momento en que los sacaban para llevarlos al hospital y una vez en ese lugar. Así supo que a un detenido lo desnudaron, "lo hicieron poner de cuatro pies y unos policías le apoyaban sus miembros". 

La pizarra con las autoridades de turno en el momento de los hechos. 

Entre los agresores, identificaron a un policía de apellido Gareca y un tal "Chuqui". Hasta la tarde de ayer los detenidos seguían incomunicados y en la Comisaría permanecían miembros de la Brigada de Infantería, llegados a la madrugada. 

"Esto ya no da para más", sostuvo otra familiar quien también insistió en que las situaciones de violencia dentro de la dependencia policial vienen "desde hace años". Lamentó que en general los internos no quieren hablar, y lo atribuyó a que si lo hacen, son sometidos a nuevos maltratos físicos y verbales. "Son putitos, son maricones, andá a decirle a tu mamá, a tu hermana, a tu mujer. Contá y te vamos a volver a hacer cagar", afirmó que es la amenaza habitual que reciben los detenidos. 

Y contó que generalmente "les pegan los viernes, los sábados, porque tienen visitas los miércoles y ya no vemos las marcas". 

Superpoblación y condiciones miserables 

El viernes último el Comité contra la Tortura informó que constató que en la Comisaría 42 había 56 personas privadas de su libertad, alojadas en cuatro pequeñas celdas sin distinguir a detenidos con preventiva y condenados, y además "con carácter permanente, siendo que las Comisarías no son instituciones destinadas a albergar a personas más allá de un breve periodo de tiempo". 

En sus inspecciones en lugares de detención, el Comité también pudo corroborar que hay personas que tienen sus penas definidas y llevan ya dos años cumpliendo prisión en las comisarías. A las malas condiciones de habitabilidad se añade el hecho de que no les permiten el contacto con hijos e hijas, porque las dependencias policiales no tienen un lugar para ese fin.

"El espacio destinado a las personas privadas de libertad no cuenta con las condiciones mínimas que garanticen un trato digno, ni asegura posibilidad alguna de higiene o seguridad, no tiene baños (se utiliza un pozo común con cámara séptica que se puede usar solo en determinadas horas por día y sin privacidad), tampoco hay duchas, se advierten cucarachas y otros insectos saliendo de las paredes, en general se observa falta de higiene y ventilación, no hay camas y gran parte de la población duerme en el piso sin colchones. No existe posibilidad alguna de actividad recreativa, laboral o educativa; y el régimen de visita es absolutamente limitado: 15 minutos por semana de un único familiar. Se alegan además diferentes tipos de malos tratos, los cuales fueron oportunamente denunciados", sostuvo el Comité. 

El miércoles último falleció un hombre que llevaba tres meses detenido en la Comisaría de La Merced, en el departamento Cerrillos, vecino a la ciudad de Salta. Aunque en este caso se viene hablando de un suicidio, su hermana ha dicho que estaba deprimido y que no recibió asistencia.