La Rioja es una de las provincias que mejor ilustra el recambio generacional que se viene dando dentro de la música de raíz folklórica en todo el país desde comienzos de siglo. Nombres como Bruja Salguero (última Consagración de Cosquín), Emiliano Zerbini, Ramiro González, Juan Arabel, Hernán Robles o Josho González alimentan el repertorio popular con nuevas canciones o modos actuales de interpretar. En esta misma línea estética y política se enmarca la obra del cantor y compositor Mariano Luque, un riojano que viene pisando fuerte y creciendo de manera sostenida. Afincado en la siempre generosa Córdoba desde el año 2000, Luque acaba de publicar Cosecha, su tercer disco solista, en el que consigue una mayor maduración compositiva a la par de un sonido eléctrico y vibrante. “Este disco pedía una fuerza sonora vinculada al rock, casi como una evolución natural. El anterior precisaba un sonido acústico e intimista. Creo que ningún artista tiene que tener un sonido definitivo, porque lo que importa es la canción, el mensaje”, entiende Luque. “En algún momento hubo una fuerte comunión santiagueña en los grandes festivales, luego una comunión jujeña y después salteña. Pero en el último tiempo se está dando una enérgica presencia cultural riojana, a veces sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo juntos. Sergio Galleguillo ha sido fundamental para que no tengamos que explicar, a los lugares adonde íbamos, qué es la chaya. Los artistas tan populares como él nos abren un montón de puertas a nosotros, que tal vez tenemos otras búsquedas. Lo mismo la Bruja Salguero”, contextualiza el músico, quien presentará el disco el 10 de junio a las 19.30 en la Peña de los Abrazos, en el Ecunhi (Av. del Libertador 8151). Tocarán, también, Dúo Arias Castro, Grupo Tanta y Munay Tambo (Bolivia).
Cosecha es un disco solista pero no tanto. No solo hay casi un invitado por canción, sino que las obras fueron compuestas al calor de las guitarreadas, los patios y las giras por festivales folklóricos de todo el país, como La Chaya, Jesús María y Cosquín. Hay una coautoría con Hernán Bolleta (“Chacarera de los cumpas”); una versión de la zamba “Lunita pirquinera” del ineludible Ramón Navarro, con Emiliano Zerbini de invitado; una moderna chaya a dúo con la coplera Martha Chancalay (“Copla chancada”, de José Oyola y Severo Oyola); y varias composiciones propias: la bellísima zamba “Victoria enigma y razón” endulzada por la voz de Raly Barrionuevo, la chaya eléctrica “Fusil de coplas”, en compañía de la cordobesa Paola Bernal y Rubén Patagonia; y la chacarera “De sangre, cosecha y rebelión” (con los Che Joven) dedicada a Enrique Angelelli, obispo de La Rioja asesinado por miembros del Tercer Cuerpo del Ejército durante la última dictadura cívico-militar, entre otros. “No podía dejar de escribirle a Angelelli. Yo no soy creyente, pero hay personajes que han sido fundamentales en el federalismo de La Rioja, con ideas que muchas veces iban en contra de la propia doctrina de la Iglesia”, dilucida Luque.
El cantor nació en tierras del Chacho Peñaloza, pero como tantos otros músicos se dejó atrapar por los encantos de Córdoba, una provincia que cuenta con la riqueza cultural de las grandes ciudades y a la vez ofrece una diversidad de escenarios naturales al alcance de la mano. “Córdoba siempre fue el lugar que los músicos populares independientes teníamos como prioridad, porque era el lugar donde tocábamos en las peñas universitarias, que son nuestro territorio natural de desenvolvimiento”, explica el riojano. “En las peñas del comedor universitario, por ejemplo, surgieron Raly (Barrionuevo) o Los Coplanacu. Siempre nos sentíamos muy cómodos acá. Córdoba no fue una elección por el tema los festivales sino por todo el folklore under que se vivía durante todo el año. Además, como está la universidad, te encontrabas todo el tiempo con gente de tu provincia o con tonadas parecidas. Entonces, no te sentías tan lejos del pago. Y geográficamente es un lugar estratégico para partir desde acá a todo el país, porque todas las provincias te quedan cerca. Un buen sitio para comenzar una carrera artística”, fundamenta el riojano. Córdoba también es una provincia elegida por el jujeño Pachi Herrera, el riojano Ramiro González o el local José Luis Aguirre, músicos afines que vienen recorriendo el circuito folklórico alternativo desde comienzos del siglo XXI, pero que recién en las últimas ediciones de Cosquín ocupan un lugar en la Próspero Molina.
–¿Qué tiene en común esta generación de músicos?
–En común tenemos una idea muy clara de ciertos tópicos que no se claudican. No todos componemos de la misma forma, cada uno se puede visualizar muy bien a qué pago e idiosincrasia representa. Es una generación que tiene mucho compromiso con el arte, con la cultura, con lo social, con lo político. No estamos ajenos a las cosas que nos pasan alrededor, que les pasan a los compañeros, a la naturaleza. Y eso lo volcamos en las canciones, que van a quedar para siempre. Cuando agarres un cancionero de distintos autores de esta época quizá tengas un pantallazo general de qué es lo que estaba pasando. Como cantores populares, necesitamos tener bien en claro que si no servimos como herramienta de transmisión de lo que les pasa a un montón de compañeros hay algo que no estamos haciendo bien. No hablo de ser un cantor de protesta; somos cantores de propuestas, en todo caso. Me parece que se trata de una generación que va a marcar una diferencia y retratar un momento histórico. Ramiro González, por ejemplo, es uno de los compositores más exquisitos que conozco.