Desde París
Las guerras no tienen ni ojos, ni sentidos ni corazón. Este lunes, entre los millones de refugiados, desplazados internos, las decenas de miles de muertos y heridos por la guerra en Ucrania el conflicto se cobró la vida de un nuevo periodista, Frédéric Leclerc-Imhoff, del canal francés BFM TV. El reportero francés de 32 años murió en los alrededores de la ciudad de Severodonetsk mientras cubría los combates en esa localidad de la cual las autoridades intentaban evacuar a los civiles. Frédéric Leclerc-Imhoff falleció durante un ataque ruso cuando viajaba en un vehículo blindado que se utiliza para la evacuación de civiles. El periodista se encontraba junto a un colega, Maxime Brandstaetter, que resultó levemente herido, y una intérprete, Oksana Leuta, quien salió ilesa del ataque.
La información sobre la muerte del periodista la comunicó el presidente francés, Emmanuel Macron, quien precisó que Frédéric Leclerc-Imhoff estaba “en un convoy humanitario al lado de civiles obligados a huir para escapar de las bombas rusas”. Tal como lo exige el protocolo de la cobertura de conflictos armados, el periodista francés viajaba protegido con un casco y el chaleco antibalas. La ofensiva rusa obligó a las autoridades a suspender la evacuación de los civiles hacia zonas más seguras. La organización no gubernamental Reporteros sin fronteras denunció en Francia la intencionalidad manifiesta del ataque contra un vehículo que “llevaba muy visible el signo “convoy humanitario” y pese a ello fue atacado con “disparos de artillería”, según la declaración del secretario general de RSF, Christophe Deloire.
Con la muerte de Frédéric Leclerc-Imhoff ya son 8 los periodistas que perdieron la vida mientras cubrían la guerra en Ucrania. Estos son los muertos oficiales contabilizados por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), pero aún hay 7 fallecidos más cuyas muertes se están investigando. El ataque contra la caravana humanitaria en la que viajaba Frédéric Leclerc-Imhoff se produjo luego de que la ministra francesa de Relaciones Exteriores, Catherine Colonna, depositara une ofrenda floral en la capital de Ucrania en memoria de los muertos. La ministra francesa exigió que se llevara a cabo una “investigación transparente y en un breve plazo sobre las circunstancias del drama” en el cual resultó muerto el reportero. EL episodio reviste un carácter especial porque Frédéric Leclerc-Imhoff no se encontraba en la línea de frente sino cubriendo la evacuación de civiles en una caravana humanitaria protegida, en principio, por las convenciones internacionales. En el curso de esa ceremonia Colonna ratificó que París incrementará el envío de armas a Ucrania. Ello constituye una de las exigencias más constantes de Kiev y, a su manera, la piedra angular de la estrategia occidental en Ucrania, en particular la de Estados Unidos.
El anuncio ministerial no aporta, sin embargo, ningún dato nuevo. Hace unas semanas París, al igual que otras capitales de Occidente, había confirmado que no cambiaría su política de suministros de armas a Ucrania. Estas armas, sin embargo, están de alguna manera limitadas al terreno de la guerra. Al principio del conflicto los occidentales suministraron sobre todo ayuda humanitaria y armas defensivas para, luego, cambiar sus metas y pasar a suministrar armas ofensivas. Estas, no obstante, tienen un límite. Este lunes, el presidente estadounidense Joe Biden aclaró que rehusaba entregar a Kiev los sistemas anti misiles múltiples (MLRS) de largo alcance que Ucrania le pide desesperadamente. Como lo reconoció el mismo mandatario estadounidense, ”no vamos a enviar a Ucrania armas capaces de golpear dentro del territorio ruso”. Ahí se queda por el momento el respaldo occidental.
Mientras tanto, la UE negocia un nuevo paquete de sanciones contra Moscú que podrían, si los miembros se ponen de acuerdo, ampliar el embargo de los hidrocarburos que Europa le compra a Moscú y cuyas adquisición no se interrumpieron pese a la invasión de Ucrania y las sanciones.