PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
Bienvenidos a la tierra de House of Cards. Los pasajeros que aterrizaron en el aeropuerto de Brasilia ayer, cuando se reinició el juicio contra Michel Temer por financiar su campaña con dinero de Odebrecht, se encontraron con una publicidad de Netflix sobre la serie que tiene como personaje principal a Frank Underwood. Sobran los paralelos entre los arribistas Underwood y Temer, que puede perder el cargo si la justicia lo hallara culpable de delitos electorales. Los jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE) coincidieron ayer en que la formula Dilma Rousseff-Michel Temer puede ser objeto de casación, con lo cual se admitió la posibilidad de que el mandatario sea separado del cargo pese a que todavía no se llegó a la fase de votación con la que cierra el proceso.
El presidente brasileño reconoció haber compartido una cena con el empresario Marcelo Odebrecht en 2014, durante la cual se habría acordado el pago clandestino de unos 3 millones de dólares para la campaña, una de las acusaciones que pesan contra él en el TSE.
El juez Herman Benjamin fue el encargado de abrir la sesión del juzgamiento de la fórmula Rousseff-Temer vencedora en la segunda vuelta de los comicios de octubre de 2014 frente a la presentada por los candidatos Aécio Neves y Aloysio Nunes Ferreira.
En su condición de instructor del caso abierto hace casi tres años Benjamin afirmó que Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) y Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) se beneficiaron de las “acciones espurias” perpetradas por una mafia que formaron empresarios con altos ejecutivos de Petrobras.
Según esa interpretación firmas como Odebrecht y Andrade Gutierrez entregaron grandes sumas de dinero a las candidaturas de Rousseff y Temer como forma de retribuir contratos millonarios con la petrolera estatal.
En ese punto el magistrado de la corte electoral Benjamin siguió el planteo formulado en la causa Lava Jato y tomó como base las confesiones de los arrepentidos.
Hasta el cierre de esta crónica Benjamin no había presentado su voto, pero los observadores con experiencia en la Corte, consideraban que habría de culpar a Temer y Dilma, aunque no arriesgaban a predecir qué tipo de condenas pediría, ni cual sería el voto de los otros seis miembros del colegiado.
El proceso se prolongará por lo menos hasta mañana y no se descarta que haya pedido de vistas y apelaciones ante el Supremo Tribunal Federal.
El defensor de Dilma, Flavio Caetano, centró su argumentación con una crítica a la base probatoria del magistrado Benjamin.
Sostuvo Caetano que las delaciones premiadas pueden ser “el principio” desde el cual arrancar un proceso investigativo pero nunca el cuerpo central de una acusación.
En esta tesis Caetano se aproximó a lo planteado por los defensores de Luiz Inácio Lula da Silva en la causa Lava Jato, cuyos fiscales construyeron las acusaciones apoyados en delaciones casi forzadas. En las que el procesado es inducido a declarar lo que le exigen los fiscales y hasta que no lo hacen se los mantiene en prisión.
Además el patrocinante de Dilma señaló que ninguno de los arrepentidos afirmó explícitamente que el dinero aportado era una contraprestación por los jugosos contratos en Petrobras.
Y mencionó también, que el empresario de la construcción Octavio Azevedo, llegó a declarar que aportó dinero ilegal para Dilma, y luego tuvo que desdecirse pues el depósito de ese aporte fue realizado en una cuenta de Temer.
En cambio el representante de Temer, Marcus Vinicius Coelho, planteó que se los juzgue por separado, con lo cual demostró que las estrategias de defensa trabajaron separadamente. Las relaciones entre Dilma y Temer están rotas desde el golpe de mayo del año pasado.
“No es es aceptable que Temer pague la cuenta de la historia de corrupción en Brasil” alegó Coelho que también patrocina al mandatario en el proceso sobre cobro de sobornos del frigorífico JBS.
Desde las primeras horas de ayer el Palacio del Planalto fue convertido en un buffet de abogados que trabajaron, junto a ministros, en el “gabinete de crisis creado para dar respuesta a las causas contra el gobernante y sus colaboradores.
Después de un fin de semana estresado, cuando el gobernante reiteró que no renunciará, este martes comenzó con otro sacudón político y judicial: a las seis de la mañana la Policía Federal arrestó en la ciudad de Natal, en la provincia de Río Grande do Norte, a uno de los políticos históricamente ligados a Temer, el exministro y exdiputado Henrique Eduardo Alves.
Un grupo de personas se sorprendió por el operativo a horas tan tempranas y comenzó a gritar “Ladrón, ladrón”, al ver salir de camisa celeste y antojos ahumados al poderoso Alves, que estuvo entre los comandantes del plan par derrocar a Dilma.
La Justicia Federal ordenó la prisión de Alves sospechado de cobrar un soborno millonario delatado por los ejecutivos arrepentidos de Odebrecht para la construcción del estadio mundialista Arena Las Dunas, en la bonita ciudad de Nata.
Michel Temer, Alves y el extitular de Diputados Eduardo Cunha fueron aliados políticos y controlaron los hilos del PMDB durante años, junto a otros caciques como el senador Renán Calheiros y el expresidente José Sarney.
La prisión de Alves es un revés para Temer, que en el último año ha visto caer a hombres centrales de su entorno.
En octubre de 2016 fue preso y luego condenado a quince años de cárcel, Eduardo Cunha, que era considerado el político que manejaba los hilos de la Cámara de Diputados y sospechado de pagar algunos diputados que votaron por el impeachment de Dilma.
La detención de Eduardo Alves ocurrió cuatro días después de la prisión de otro miembro del PMDB, Rodrigo Rocha Loures, que era un asesor directo de Temer y ocupaba un despacho en el Palacio del Planalto.
Rocha Loures fue apodado como el “hombre del maletín” por transportar dinero de coimas entregadas por el frigorífico JBS. La lista de los “pemedebistas” presos crece a cada día, y puede ser interminable si cayera Temer y con él lo poco que resta de la cadena de lealtades mafiosas.
“Escoger dinero en lugar de poder, un error que casi todos cometen” dice el anuncio de Netflix colocado en el aeropuerto de Brasilia. El cartel tal vez haya sido leído ayer por el diputado Celso Jacob, también del PMDB, poco antes de ser preso por la policía.