Desde Washington D.C.
A menos de una semana de la XI Cumbre de las Américas, Estados Unidos, país anfitrión, dio a conocer la lista de prioridades que tiene en su agenda para el evento. Energías renovables, democracia y transformación tecnológica son los ejes que la Casa Blanca propondrá en la reunión multilateral en California, convencida de que esos son los problemas que le preocupan a la clase media de la región en su vida cotidiana. Así lo dijeron este miércoles dos funcionarios estadounidenses encargados de las relaciones del país norteamericano con América Latina. El Gobierno de Joe Biden también trabajará para una declaración conjunta en torno a la migración en el continente.
Estados Unidos quiere mostrarse optimista ante la convocatoria, ahora que los presidentes de Argentina, Brasil y Chile finalmente confirmaron su viaje a la ciudad de Los Angeles. Pero la Cumbre, que se desarrollará del 6 al 10 de junio, sigue ensombrecida sobre todo por la decisión de Estados Unidos de no invitar a Venezuela, Nicaragua y Cuba. La exclusión causó que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se negara a participar del evento si no se convoca a todos los países. Como reclamo ante la ausencia de los tres países, Argentina impulsa un encuentro paralelo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), una iniciativa que tiene el apoyo de México.
El problema ahora para Washington es que la ausencia de López Obrador, presidente de la segunda economía de América Latina y vecino sur del anfitrión, sería contraproducente para el principal deseo de la Casa Blanca: mostrar en Los Ángeles que puede congregar a los líderes latinoamericanos, que todavía tiene influencia en la región y que puede unirlos para firmar un pacto sobre migración.
En una teleconferencia con periodistas, Juan González, asesor del presidente Joe Biden para América Latina, sostuvo este miércoles que el Gobierno estadounidense está trabajando en “consideraciones finales” respecto de la lista de países invitados y dijo que la darán a conocer “pronto”. “Estamos confiados en que habrá una buena asistencia a la Cumbre”, insistió.
El funcionario reconoció conversaciones sobre el interés de México en incluir a Cuba entre los invitados y dijo que Biden “quiere personalmente” que López Obrador vaya a la Cumbre. Sin embargo, evitó dar definiciones: “No nos hemos enfocado tanto en quién está invitado, sino en los resultados que queremos alcanzar”.
González también evitó confirmar si la Casa Blanca va a invitar a Juan Guaidó en representación de Venezuela, a pesar de que Estados Unidos lo reconoce como presidente interino del país caribeño. “Hay gobiernos que tienen otras miradas y les consultamos. En última instancia, la prerrogativa del anfitrión es importante, pero también queremos facilitar una discusión amplia en el hemisferio y asegurarnos de que estamos incluyendo todas las miradas”, sostuvo.
En la llamada, González enumeró las áreas que Estados Unidos espera tratar en el encuentro multilateral. En primer lugar, la agenda económica del país norteamericano. “El presidente va a usar la Cumbre para alinear a líderes regionales, el sector privado y la sociedad civil detrás de una nueva agenda económica ambiciosa que surja de nuestros actuales acuerdos de libre comercio”, dijo el funcionario, sin dar detalles de cuáles serían las novedades.
Washington se muestra preocupado por la crisis económica derivada de la pandemia de Covid-19, un contexto en el que también mezcla los efectos de la guerra en Ucrania y la inflación en distintos países. Para la Casa Blanca, son los “principales desafíos que enfrenta la gente”.
La salud, dijo González acompañado del subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, también será otra de las áreas clave de la cumbre. Para Estados Unidos, que tuvo más de un millón de muertes en la pandemia, es una cuestión “de seguridad nacional”.
En California, Biden también buscará tratar el tema de seguridad alimentaria y anunciará un nuevo acuerdo con países del Caribe sobre clima y energía, una iniciativa que encabezará la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris.
Cuando la Cumbre termine el próximo viernes 10 de junio, la Casa Blanca quiere por lo menos tener una declaración sobre migración en el continente. Un pacto “sin precedentes” que le permita a Estados Unidos “enviar un mensaje de unidad” y que, sobre todo, diga que es un problema de toda la región y no solo de la frontera sur de Estados Unidos, en la que cada año cientos de miles de personas intentan cruzar desde México. “La clave es que la migración es un problema regional que toca a casi todos los países de la región”, dijo González. “Es un síntoma de un desafío más amplio”, insistió el funcionario. En ese contexto, dijo, la declaración que propone el país anfitrión busca distribuir las “responsabilidades” ante esta problemática.
Para el encuentro internacional, el Gobierno de Estados Unidos también tiene una serie de “compromisos políticos”, según los llamó el subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental. Son una lista abstracta de temas que a primera vista podrían caerle bien a todo el mundo: democracias más fuertes e inclusivas, resiliencia para salir de la pandemia, energías limpias, un futuro verde y la transformación digital. Una agenda armada en Washington en tono diplomático que prefiere centrarse más en el futuro que en la situación actual de la región. El verdadero contenido de los planes de acción será discutido en Los Ángeles la próxima semana.