La búsqueda de la reconexión y el compromiso con el cuerpo. Un puente para entablar un diálogo y restablecer la empatía. De esa manera, Sig Ragga entiende el poder de la música y la creación artística. La banda santafesina acaba de publicar su quinto disco, Fotografías (2022), en el que profundizan en una búsqueda estética y poética centrada en la sensibilidad y las emociones. “No es solo música. Esto que hacemos es una forma para expresar otras cosas, es un vehículo de comunicación, algo muy poderoso. Un medio de expresión y de explosión”, dice el cantante, tecladista y compositor Gustavo “Tavo” Cortés, antes de la presentación de este viernes 3 de junio a las 20 en Niceto Club, Niceto Vega 5510.
El disco fue pensado, creado y desarrollado en plena pandemia, con todos los músicos de la banda situados en lugares distintos. “El desafío creativo implicaba cómo generar nuevos flujos de composición y comunicación entre nosotros”, explican. La distancia fue la circunstancia principal para buscar el encuentro a través de la imaginación. “Esto fue creando nuevas dinámicas de composición, videollamadas, envío de proyectos en una especie de ping pong con devoluciones”, explica Cortés. “Quedamos todos paralizados en ese momento. Y creo que el hecho de ponernos a hacer música una vez más nos salvó. Por eso empezamos a cranear y pensar en una obra completa”.
La soledad, el encierro, las ausencias y cierto malestar social se cristalizan en estas canciones. Y eso se refleja en temas como “Presencias” y “Nostalgia”, que también están acompañadas por videos. El aspecto visual, tanto en los clips como en la puesta escénica, es un elemento central para el grupo. En el escenario, se maquillan los rostros de plateado y utilizan vestuarios. “Es otra excusa para ponernos a pensar en otras materialidades. Y tiene que ver con una historia familiar: siempre estuvo un interés por las artes visuales y escénicas. Mamá era artista plástica y papá era músico”, contextualiza el cantante. “Empezamos a hacernos preguntas, a pensar en la escena, en colores, en las luces. Son otros lenguajes para potenciar la música. No le dedicamos más tiempo que la música, pero sí nos ocupa concentración. Es un juego que va cambiando”.
Desde el plano sonoro, el disco mantiene una identidad que parte desde el reggae y se expande hasta integrar el rock, el jazz, la música sinfónica, la psicodelia o incluso aires de bolero. “En este disco volvimos a enamorarnos del reggae e hicimos algunas canciones con ese ritmo y también del Caribe. En ‘Fotos de Cuba’, por ejemplo, dialogamos un poco con la música de Buena Vista Social Club y con los boleros. Pero es un collage. Por eso lo llamamos Fotografías, porque cada canción tiene una estética distinta”, explica el vocalista de esta banda, que se completa con su hermano Pepo Cortés en batería, Nicolás González en guitarra y Juan José Casals en bajo.
“No es algo que hayamos pensado ni buscamos trascender algún género”, se explaya Cortés. “Directamente nace así de las influencias que tenemos, que son muchas. Es decir, no podemos dar cuenta de manera tan específica o racional cuánto interviene de cada cosa. A la hora de producir, la música brota sola. Trabajamos con la libertad de hacer lo que se nos canta. Los géneros son solo formas, convenciones. Y el arte tiene que crear formas nuevas, porque está en continuo movimiento. Pero tampoco es una premisa que nos ponemos o una fórmula. Simplemente ocurre”.
-¿La conexión con las emociones, la sensibilidad y lo espiritual es central en la poética Sig Ragga?
-Esos son los tópicos recurrentes que nos interpelan, que nos conmueven. Hay ciertos lugares a los que vuelvo, pero lo hago desde el presente. No soy una persona religiosa. La espiritualidad es importante pero en el sentido de estar conectado con las emociones, con las cosas que nos afectan. Creo que uno de los grandes males en la actualidad es cierta apatía, ir por la vida como si nada sucediera. Todo tiene un nivel de liviandad fuerte y hay poco compromiso con el cuerpo. Y en ese sentido entiendo la espiritualidad, desde la empatía. Siempre atravesado por el cuerpo, por el sentir. Y la música la vivimos de esa manera. No es solo música. Esto que hacemos es una forma para expresar otras cosas, es un vehículo de comunicación, algo muy poderoso. Un medio de expresión y de explosión. Y una herramienta de conocimiento, porque nos permite reflexionar, pensar, meternos para adentro y hacernos preguntas.
-¿Y en qué está inspirada la canción “Palos y balas”?
-En mi ámbito afectivo, estábamos muy preocupados por un momento sociopolítico en la Argentina con un avance de la derecha más extrema. Y no solamente en la Argentina, también con Bolsonaro en Brasil, por ejemplo, y varios movimientos hacia la derecha. También refiere a la represión y a la desaparición de personas. Se puede llevar a un contexto más grande. Más que nada estaba preocupado por el avance del macrismo y los grupos de derecha. El juego del poder es complicado y está todo muy mezclado. Los grandes grupos económicos que dirigen la película están por encima de los gobiernos. Pero también me preocupa la dificultad de la izquierda para armar un movimiento más potente.